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Alexca Y Calex

calexalexca1 de Abril de 2013

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Antecedentes históricos de la elaboración de presupuestos participativos.

Las experiencias pioneras del presupuesto participativo en América se ubican en Brasil, en la ciudad de Porto Alegre (1986) y también en la ciudad de Buenos Aires, en Argentina. En Venezuela, la aplicación del presupuesto participativo no es muy reciente. Su experiencia se remonta a unos casi veinte años. El mismo se inició por el estado Bolívar, específicamente en la Alcaldía de Caroní en la que en 1990 se emprendía la tarea de la elaboración del presupuesto municipal, tratando de responder las solicitudes de la población. El presupuesto participativo aún no está consolidado en Venezuela; pese a contar con un marco constitucional y legal que lo favorece y lo promueve. Quizás sean causa de ello, la debilidad institucional o el recelo de los gobernantes locales para su aplicación; sumado al escepticismo ciudadano frente un mecanismo de participación, aún incomprendido.

La apertura del nuevo ciclo de elaboración del presupuesto participativo en el Municipio Caroní brinda otra oportunidad para seguir avanzando hacia el ejercicio pleno y más consciente de los derechos a participación en la gestión pública. En la actualidad para que los consejos comunales se inserten dentro del marco constitucional de la democracia participativa y protagónica de Venezuela, se debe implantar la participación e integración entre los ciudadanos, ciudadanas y las diversas organizaciones comunitarias, movimientos sociales y populares que permitan al pueblo organizado ejercer el gobierno comunitario con su gestión directa de las políticas públicas y proyectos orientados a responder a las necesidades y aspiraciones de las comunidades.

El Presupuesto Participativo surge de la necesidad inminente de la participación ciudadana, como una estrategia para hacer posible que los programas de desarrollo logren implementarse de manera efectiva y combatan la pobreza, así como a la imperativa búsqueda de legitimidad del Estado, menoscabada por la corrupción en el manejo de los recursos del Estado y la ineficiencia del gobierno para manejar la ayuda internacional y los préstamos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, entre otros. Es por ello, que el Presupuesto Participativo es ampliamente avalado por Organismos internacionales, que coinciden en que es apremiante que los países en desarrollo impulsen buenas prácticas de gobierno y controlen la corrupción, asunto que se convierte en la bandera para aceptar o rechazar préstamos.

Coincide también con la campaña emprendida por las Naciones Unidas (2005) por una buena gobernabilidad, la lucha contra la corrupción, el incremento de la transparencia, la rendición de cuentas y la maximización de los recursos locales, a fin de que los países en desarrollo cumplan con su cometido, que es la reducción de la pobreza. El Presupuesto Participativo se ha transplantado a diversas ciudades como buena práctica de gobierno, innovadora y transformadora capaz de repercutir internacionalmente, eficaz para obtener una mayor transparencia y control en las finanzas públicas, enfrentar la corrupción y el clientelismo, compartir el poder del gobierno con la sociedad, y fortalecer la solidaridad y la cooperación de la comunidad.

Experiencias de presupuesto participativo en América Latina.

En el ámbito Internacional, el Presupuesto participativo en sus orígenes fue conocido como un proceso de participación popular, impulsado por algunos partidos latinoamericanos de izquierda, como respuesta a los movimientos sociales de la década del setenta, los cuales respaldaban la profundización de la democracia a través de la participación popular, reclamaban mejoras en la calidad de vida y el control de los recursos públicos municipales, mediante un proceso que fuera efectivo, transparente, y que abogara por la redistribución del ingreso. Cuando se habla de Presupuesto Participativo es inevitable relacionarlo con la Ciudad que vio nacer y consolidar este mecanismo de participación: Porto Alegre, ciudad de Brasil capital del Estado de Río Grande. En 1989, Porto Alegre estaba atravesando por una aguda crisis fiscal, con un estado financiero mediocre debido a la industrialización, la inmigración, el endeudamiento y una base de recaudación pobre.

Entre 1989 y 1991, cumpliendo una de sus promesas electorales el Partido de los Trabajadores, ganador de las elecciones municipales en el año 1988, representaría un cambio profundo del destino de esa Ciudad al lograr implementar una gran reforma fiscal, así como otras reformas, tomando como fuente de inspiración los principios de la Comuna de París, toda vez que no existían antecedentes de un proceso presupuestario de este tipo. Este proceso fiscal que produjo logros espectaculares en los años subsiguientes, fue el resultado de la combinación entre asociaciones vecinales y la administración municipal del partido de los trabajadores, que en 1990 le dio nombre y lo publicitó como “Presupuesto participativo”.

El resultado de esta experiencia innovadora, sin precedentes en el mundo entero, fue tan extraordinariamente positivo que con el correr de los años fue imitada por muchas ciudades del Brasil y ha convertido a Porto Alegre en un paradigma a seguir por los gobiernos locales del continente Suramericano. Tanto el nombre como su práctica aunque ha sido modificada, fueron adoptados en otras ciudades después de 1992, y desde 1996, se extendió a varios gobiernos locales latinoamericanos, cuando la Conferencia Hábitat II de la ONU reconoció el Presupuesto Participativo de Porto Alegre como una de las 42 mejores prácticas de gobierno urbano.

Las tendencias paralelas de descentralización y democratización que se dieron en Latinoamérica durante las décadas de 1980 y 1990 estimularon experiencias similares dentro y fuera de Brasil, especialmente donde los partidos de izquierda estaban aliados con movimientos sociales que demandaban tanto democracia como mejoras en los servicios urbanos. Las experiencias brasileñas de Presupuestos Participativos y su creciente reconocimiento del valor transformador se han convertido en un referente internacional para las prácticas locales de democracia participativa, que no sólo se ha expandido por toda Latinoamérica desde México hasta la Argentina, sino que ha llegado a Europa.

En México, la delegación de Tlalpan realizó el Programa “Hacia un Presupuesto Participativo 2002” cuya finalidad fue la de priorizar, junto con los habitantes, las obras y los servicios para su ejecución en el Programa Operativo Anual (POA) 2003. En Chile, múltiples foros y ejercicios de planificación y participación ciudadana expresan la importancia de la realización de ejercicios de Presupuesto Participativo. En Bolivia, el Municipio de Pucarani, en La Paz en 1998 se definió que la gran mayoría del presupuesto municipal iría para el mejoramiento del pueblo e inversión en las comunidades.

En Europa el ejercicio se adaptó según las condiciones político-administrativas ya que no todos los países están federalizados e incluso, en la gran mayoría, la descentralización es incipiente, España cuenta con varias experiencias de este tipo, como por ejemplo el Presupuesto Participativo de Córdoba o, en Cataluña, el llamado Presupuesto Participativo de Inversiones en Sabadell o el Presupuesto Participativo en Rubí, en Sevilla el proyecto "El Reparto" de Las Cabezas de San Juan sobre presupuestos participativos, fue seleccionado como experiencia "GOOD" en el cuarto concurso internacional de buenas prácticas, convocado por Naciones Unidas en el año 2002.Como los anteriores, hay un sinnúmero de ejercicios que se pueden denominar como Presupuesto Participativo, las interpretaciones son abundantes y disímiles especialmente sobre el practicado en Porto Alegre.

Sin embargo, los estudios acerca de cómo es conducido el Presupuesto Participativo, especialmente fuera de Brasil, son escasos, y los trabajos comparativos entre las diferentes maneras en las que el Presupuesto Participativo es diseñado e implementado han sido excepcionales. Lo que está claramente definido es que ha dejado de ser un proyecto exclusivo de la izquierda, y los rasgos en la manera de realizar el ejercicio en cada uno de los países y municipalidades son comunes, existe unidad de criterios en cuanto a la conceptualización ideológica y los instrumentos metodológicos, presentándose diferencias, en general, en las formas de organización, en los nombres de los programas o sectores a atender y en los sistemas normativos que gobiernan su realización.

Diferentes analistas del tema sostienen que las políticas nacionales de Presupuesto Participativo no han tenido un éxito generalizado, pero, no dan una respuesta satisfactoria con respeto a las razones de por qué algunas de las experiencias fallan o presentan resultados contradictorios, mientras que otras tienen éxito, simplemente consideran que el fracaso se debe en parte, a que los diseñadores de las leyes nacionales tuvieron otros objetivos y, también, a los obstáculos locales, incluyendo alcaldes reacios, baja capacidad fiscal y administrativa de los gobiernos municipales, y sociedades civiles fragmentadas y conflictivas.

Por el contrario han demostrado que el Presupuesto Participativo puede conseguir muchos de los objetivos de la profundización de la democracia, en especial, en cuanto a que redirigen recursos públicos hacia los barrios más pobres, extienden la prestación de servicios, democratizan las organizaciones civiles existentes e incentivan la creación de nuevas, incrementan la transparencia y rendición

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