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Ensayo: Etica Y Bioetica Del Profesional De La Salud.


Enviado por   •  8 de Octubre de 2013  •  1.864 Palabras (8 Páginas)  •  2.037 Visitas

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Desde la profesión que se desempeñe en cualquier campo de la salud como profesional de esta, nos definimos como un sujeto que cuida de otro, ya que somos un ser social, por lo cual nuestras necesidades se satisfacen con el otro, socialmente. El cuidado hacia el otro, el paciente, para ser más precisa, es un “cuidar” que demanda para el ejercicio profesional de nuestra disciplina, el pensar de la ética y el accionar de la moral.

Para empezar a hablar sobre el tema, debemos tener claro el concepto de ética para saber a qué nos referimos cuando hablamos de este valor en el profesional de la salud.

En una decisión sencilla diremos lo que es ética: es la que se ocupa del estudio racional de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir. La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a nivel individual y a nivel social. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, busca las razones que justifican la utilización de un sistema moral u otro.

El desarrollo de la ética médica ha estado marcado por sus vínculos estrechos con la práctica clínica. En esta relación se han ido definiendo valores o principios que permiten ordenar el debate y orientar las decisiones: ellos son los de “no maleficencia”, “beneficencia”, “autonomía” y “justicia”. Cuando se aplican a los individuos estos principios no se oponen entre sí; al contrario, se complementan en una mirada amplia del respeto que merecen las personas en el momento de buscar y recibir atención médica. En este sentido, han alimentado las iniciativas legales de protección de los derechos de los pacientes.

Ahora bien, esta manera de enfocar la oposición entre principios éticos y, más concretamente, entre beneficencia para unos y no-maleficencia para otros, mantiene una visón de las personas como objetos de las intervenciones de salud. Unos aprovechan las intervenciones de las cuales otros sufren, pero ninguno tiene capacidad de actuar sobre ellas. Sin embargo, el aparente antagonismo entre interés individual e interés colectivo puede empezar a superarse si consideramos que las personas son sujetos, es decir, dotadas de capacidad de análisis y toma de decisión frente, precisamente, a este antagonismo. Dicho de otra manera, cuando las personas pueden reflexionar sobre el impacto de las acciones sobre su salud como también sobre la de los demás, empezando por sus parientes y vecinos, logran combinar intereses de diferente índole. Para eso hacen uso de nuevos valores, como los de responsabilidad y solidaridad.

La salud pública, por su esencia, va más allá del individuo. Existen acepciones variadas de la salud pública, pero todas se refieren al entorno que rodea a los individuos y toman en cuenta su familia, su comunidad y la sociedad en general.

El primero que tiende a considerar que el campo de la salud pública debe limitarse a medidas, generalmente de promoción y prevención, que no interesan al libre mercado de la atención médica. Debe centrarse en los llamados “bienes públicos”, es decir, aquellos para los cuales se reúnen las condiciones de obligatoriedad y de no rivalidad. Son bienes al beneficio de los cuales uno no puede escapar, pero cuyo uso no reduce la cantidad disponible para otros.

En el segundo se piensa que, por naturaleza, no existen elementos del tema de salud que no tengan repercusiones sobre los otros y, entonces, todo es salud pública. Si bien existen relaciones individuales entre profesionales de la salud y pacientes, las condiciones en las cuales se desenvuelven son determinadas por las demás relaciones entre estos y pacientes. En este sentido, el pago de la atención médica no se limita a una simple transacción económica entre dos personas, sino que afecta la cantidad y la calidad de las consultas que se pueden realizar en una sociedad, en función de las relaciones de poder que prevalecen en ella.

De cualquier modo, la salud pública transforma el cuerpo individual, como objeto de la salud, en un cuerpo socializado y en un cuerpo social normalizado. Se pasa del tratamiento de la enfermedad a la planificación de la salud. Como consecuencia, la salud pública introduce una tensión entre los cuatro principios básicos de la ética. El principio de no maleficencia que sustenta la prohibición de fumar en espacios públicos, para no comprometer la salud de los no fumadores, se opone al principio de autonomía, que lleva a tomar en cuenta la opción de los fumadores para dar curso a una necesidad propia.

Todos saben que a medida que han transcurrido los años, la salud ha ido avanzando hacia formas cualitativamente superiores, es por ello que con los avances científico- técnicos actuales, los principios éticos y bioéticos se han ido modificando por lo cual, como exponentes del profesional de la salud de hoy, estamos en el deber y la obligación de actualizarnos y cultivar esto en las nuevas generaciones, para lograr que la enfermería constituya una profesión y una ciencia cada vez más humana, inteligente y sabia.

Hay que señalar que en el mismo campo de la ética esta disyuntiva empezó a apreciarse con fuerza con el desarrollo de las investigaciones, ya que su justificación se sustenta no en el provecho directo de la persona atendida, sino en los beneficios futuros para la humanidad. Éstos, además, no son ni automáticos ni inmediatos. En efecto, puede resultar que la investigación fracase en su propósito de hallar un nuevo tratamiento y, en caso de que lo encontrase, la aplicación demorará siempre. Son estas contradicciones las que llevaron, justamente, a elaborar pautas éticas para la investigación biomédica en seres humanos y a precisar nuevas nociones, como la confidencialidad, el consentimiento

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