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HISTORIA DE LA IGLESIA


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2012  •  2.058 Palabras (9 Páginas)  •  457 Visitas

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1a. sesión: Introducción Historia de la Iglesia

Estudiar la historia de la Iglesia es estudiar la historia de nuestra familia en la fe.

INTRODUCCIÓN

Estudiar la historia de la Iglesia es estudiar la historia de nuestra familia en la fe. ¿A quién no le interesa saber sobre la historia de su propia familia?

La Iglesia es la estupenda obra que nos dejó Jesús aquí en la tierra para que le conozcamos a Él a fondo, lo amemos mejor, nos entusiasmemos de Él y extendamos su Nombre por todos los confines de la tierra. Es, pues, en la Iglesia donde nacimos a la vida divina, a la vida de fe. Es la Iglesia la que, como Madre, alimenta nuestra fe en la liturgia y en los sacramentos. Es la Iglesia la que nos protege con sus brazos maternales, cuando nos sentimos desprotegidos. Es la Iglesia la que nos tiende sus manos cuando hemos caído en el camino de la vida. Es en la Iglesia donde queremos vivir y morir en paz.

Antes de ir hojeando las fotos siglo por siglo, quiero dejar unos presupuestos, sin los cuales es imposible entender y amar a la Iglesia:

1. La Iglesia es de origen divino:

• Dios Padre la planeó.

• Dios Hijo la fundó durante su vida terrena, cuando fue eligiendo a sus apóstoles, los fue formando, les ordenó celebrar el memorial de su muerte, y con la fuerza de su Espíritu les dejó la misión de continuar su obra y de predicar su Reino; por eso, podemos decir que la Iglesia es “Cristo prolongado”.

• Y Dios Espíritu Santo la está santificando y llevando a su plenitud.

¿Cómo mirar a la iglesia?

Por tanto, a la Iglesia hay que mirarla con los ojos de la fe; si no, jamás la podremos entender. De esta fe tiene que brotar un amor apasionado a nuestra madre Iglesia y un deseo de dilatarla por todo el mundo. A esto lo llamamos apostolado, que no es fanatismo, sino exigencia del amor a la Iglesia.

2. Diversos nombres dados a la Iglesia:

Jesús, para hacernos entender lo que es la Iglesia, quiso explicarla a través de imágenes o figuras:

• Redil, cuya puerta es Cristo;

• rebaño que tiene por pastor a Cristo;

• campo y viña, cuyo dueño es el Señor;

• edificio, cuya piedra angular es Cristo, que tiene a los Apóstoles como fundamento y en el que los demás somos piedras vivas y necesarias.

Pero uno de los más hermosos nombres que la Iglesia ha recibido es el de “comunión”.

“Comunión expresa más que comunidad, más que hecho social, más que congregación, más que asociación, más que fraternidad, más que asamblea, más que sociedad, más que familia, más que cualquier forma de colectividad humana; significa Iglesia, es decir, hombres y mujeres vinculados en Cristo. Ese cuerpo social, visible y espiritual, es precisamente lo que llamamos Iglesia” (Pablo VI). Esta Iglesia-Comunión exige espíritu de comunidad; la comunión y la comunidad no admiten ni individualismo ni particularismo.

El Concilio Vaticano II 1 ahondó en otra imagen de la Iglesia:

la Iglesia como Pueblo de Dios, que peregrina en la historia hacia la plenitud escatológica, es decir, hacia la plena glorificación en Cristo al final de los tiempos; Pueblo de Dios, que convoca a judíos y gentiles, se forma parte de él, no por la carne, sino por el agua y el Espíritu; Pueblo de Dios, que tiene por cabeza a Cristo muerto y resucitado; todos los que formamos parte de ese Pueblo de Dios tenemos la dignidad y libertad de los hijos de Dios; la ley de este Pueblo de Dios es el mandato de la caridad y tiene como fin extender a todos los hombres el Reino de Dios y hacerlo crecer hasta la consumación final. Esta imagen de Pueblo de Dios tiene un contenido profundamente religioso, pues es un Pueblo creado por la elección de Dios y por la alianza que él establece con los hombres. No es un término con sabor político-social, como ha querido manipular y reducir la así llamada “iglesia popular”2 .

3. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Así como el alma da vida al cuerpo humano, así el Espíritu da vida a este cuerpo que es la Iglesia, mediante los sacramentos; además, el Espíritu Santo ilumina y guía a la Iglesia durante todos los momentos de su caminar terreno para que permanezca fiel a las enseñanzas de Jesús, su fundador.

4. Las propiedades de la Iglesia: Esta iglesia es una, porque tiene su origen en la Trinidad, porque su única cabeza es Cristo, y porque está animada por un solo Espíritu; y manifiesta esa unidad en una sola fe, unos mismos sacramentos, y una misma jerarquía. Es santa, porque su fundador, Jesucristo, es santo y la vivifica con su Espíritu; porque a través de los sacramentos la santifica, y porque sus frutos más hermosos son los santos. Es católica, porque ha sido enviada a todos los hombres, está abierta a todas las razas, lenguas y naciones, sin excluir a nadie, y porque conserva la totalidad de la fe. Y es apostólica, porque por voluntad de Cristo está cimentada sobre Pedro y los demás apóstoles.

5. Estructura de la Iglesia: Cristo quiso fundar una en la que todos somos iguales por el bautismo, pero al mismo tiempo la quiso gobernada por Pedro y los demás apóstoles. La Iglesia, por tanto es jerárquica3 , no democrática. Todos somos Iglesia y Pueblo de Dios, sí, pero Cristo dio a Pedro y a los demás apóstoles la misión y la autoridad para guiar, santificar y regir a sus hermanos. Los continuadores de los apóstoles son los obispos y sacerdotes. Por tanto, la Iglesia está formada por los ministros sagrados (obispos, sacerdotes y diáconos), por los laicos y por los religiosos. La misión de los pastores es servir a sus hermanos con la Palabra, con los sacramentos y la caridad, al estilo de Cristo, que vino a servir y no a ser servido. La misión de los laicos, en comunión y bajo la guía de los pastores, es participar en las realidades temporales, ordenándolas según el plan de Dios en Cristo, a fin de que su mensaje llegue y transforme todos los ámbitos sociales. La misión de los religiosos es seguir de cerca las huellas de Cristo practicando los consejos evangélicos,

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