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La Ley Moral

marioneta718 de Octubre de 2012

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EXISTENCIA DE LA LEY MORAL

Ha quedado dicho que un acto determinado es bueno o es malo si su objeto, su finalidad y sus circunstancias son buenos o malos. De ordinario, sin embargo, viene de inmediato a la cabeza la pregunta: buenos o malos, ¿en relación a qué?; ¿cuál es la norma o el criterio para señalar la bondad o la malicia de un acto? Y con la pregunta, surge también la respuesta: la ley moral, que es la que regula y mide los actos humanos en orden a su fin último.

En este capítulo y en el siguiente estudiaremos cómo la rectitud de un acto nos viene dada por dos elementos: uno exterior al hombre, que es la ley, y otro interior, que es la conciencia; de esta manera, la bondad o la malicia es la conformidad o disconformidad de un acto con la ley y con la conciencia.

La conformidad o disconformidad de un acto con la ley moral constituye la bondad o la malicia material; y en relación a la conciencia, la bondad o la malicia formal. De acuerdo con esto, un acto puede ser:

a) Material y formalmente bueno: cuando hay conformidad con la ley y la conciencia (por ejemplo, cuando ayudo al prójimo, ley de la caridad teniendo en la conciencia la certeza de estar actuando bien).

b) Material y formalmente malo: cuando hay disconformidad con la ley y la conciencia (por ejemplo, si odio a alguien, oposición a la ley de la caridad sabiendo en conciencia que está mal).

c) Materialmente bueno y formalmente malo: cuando uno cree mala una acción que la ley no prohíbe (por ejemplo, comer carne los lunes).

d) Materialmente malo y formalmente bueno: cuando uno cree buena una acción prohibida por la ley (por ejemplo, robar para dar limosna).

Vamos ahora a tratar, con detenimiento, de esas dos normas la ley y la conciencia, sin las cuales no cabría siquiera hablar de moral.

3.1.1 DEFINICIÓN Y NATURALEZA DE LA LEY MORAL

Por ley moral se entiende el conjunto de preceptos que Dios ha promulgado para que, con su cumplimiento, la criatura racional alcance su fin último sobrenatural.

Analizando la definición, encontramos los siguientes elementos:

1) La ley moral es un conjunto de preceptos. No es tan sólo una actitud o una genérica decisión de actuar de acuerdo a la opción de preferir a Cristo, sino de cumplir en la práctica preceptos concretos, si bien derivados del precepto fundamental del amor a Dios.

2) Ha sido promulgada por Dios. La ley moral es dada al hombre por una autoridad distinta de él mismo; no es el hombre creador de la ley moral sino que ésta es objetiva, y su autor es Dios.

3) El objeto propio de la ley moral es mostrar al hombre el camino para lograr su fin sobrenatural eterno. No pretende indicar metas temporales o finalidades terrenas.

Una vez aclarada la definición, podemos anotar los siguientes considerandos:

Es obvio que sólo puede existir un código de moralidad objetivo (cfr. Documento de Puebla, n. 335), porque de lo contrario cada hombre podría decidir o cambiar, a su gusto y capricho, qué es bueno o es malo y, consecuentemente, nada en realidad sería bueno ni malo. Podrían los hombres realizar impunemente cualquier acto que les viniera en gana. Esto, como es lógico, acabaría con la vida social y convertiría al individuo en un pequeño tirano que dicta su propia ley.

Si, como algunos pretenden, la ley moral es algo cambiante, que varía con los tiempos, que depende de las diversas circunstancias de cada época, que resulta de un acuerdo entre los hombres, cualquier acto inmoral que fuera considerado así en conformidad con las costumbres de una época determinada se consideraría lícito. Según este relativismo, los actos serían buenos cuando se les considerara como buenos, y al revés.

No podemos olvidar, sin embargo, que hay acciones que siempre y en todas partes han sido consideradas malas por la mayoría (por ejemplo, matar al inocente; robar lo ajeno), lo que quiere decir que no son sino aplicaciones concretas de unos principios generales que no es posible eludir: haz el bien y evita el mal; no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. Principios que estén en la base y son el origen de toda moralidad. Y son anteriores al consenso de los hombres, es decir, proceden de una norma previa que Dios ha inscrito en el interior de cada individuo.

Con las solas fuerzas de su razón -y los testimonios en este sentido podrían multiplicarse- el hombre comprueba también que el origen de esa ley moral está en Dios, autor de la naturaleza y que, a la vez, es accesible a su razón.

Así se explican esas palabras de Platón (cfr. Las Leyes, 716 c.) contra los sofistas que defendían que la ética y la ley dependen de la simple conveniencia de los hombres: Dios es para nosotros, principalmente, la medida de todas las cosas, mucho más de lo que sea, como dicen, el hombre.

El hecho fáctico de que algunos o muchos hombres en una u otra época no actúen así, no quiere decir que la moral carezca de regla, de norma o ley objetiva:

- porque la mayor parte de los que actúan así saben que están actuando mal;

- porque podría darse el caso de individuos o grupos moralmente degenerados.

3.1.2 LA LEY MORAL ES EXCLUSIVA DE LA CRIATURA RACIONAL

El hombre es el único entre todos los seres animados que puede gloriarse de haber sido digno de recibir de Dios una ley.

“Animal dotado de razón, capaz de comprender y discernir, regular su conducta disponiendo de su libertad y de su razón, en la sumisión al que le ha entregado todo” (Tertuliano, Marc 2, 4).

a) La ley moral no aparece en el mundo físico inanimado, pues está completamente sometido a la necesidad física y en él no hay libertad.

b) La ley moral tampoco se encuentra en el mundo animal irracional, por que los animales no son ni buenos ni malos: actúan naturalmente por instintos.

c) La ley moral se descubre solamente en la criatura racional, al contemplarla dotada de inteligencia y voluntad libre. Por la ley moral sabe que no todo lo que se puede físicamente hacer, se debe hacer.

La ley moral tiene en Cristo su plenitud y su unidad, ya que Jesucristo es en persona el camino de la salvación.

Además, Jesucristo es el fin de toda ley, porque Él es a quien la cumple la justicia de Dios, la gracia y la bienaventuranza.

Las expresiones de la ley moral son diversas, y todas están coordinadas entre sí:

a) Ley eterna, fuente en Dios de todas las leyes.

b) Ley natural.

c) Ley revelada o divino-positiva.

d) Leyes humanas (civiles y eclesiásticas).

Antes de estudiar cada una de las expresiones de la ley moral, trataremos brevemente de conceptos generales sobre la ley.

3.2 DEFINICIÓN Y DIVISIÓN DE LA LEY

La ley, dice Santo Tomás de Aquino (S. Th. I-II, q. 90, a. 4) en una definición clásica, es la ordenación de la razón dirigida al bien común, promulgada por quien tiene autoridad. Desglosando, encontramos como elementos:

a) ordenación (establecimiento de un orden de medios conducentes a un fin),

b) de la razón (no fruto del capricho),

c) dirigida al bien común (no al particular),

d) promulgada (para que tenga fuerza obligatoria),

e) por quien tiene autoridad (no por cualquiera).

Para que la ley obligue a los hombres debe reunir algunas condiciones; en concreto debe ser:

1) posible, física y moralmente, para el común de los súbditos;

2) honesta, sin oposición alguna a las normas superiores; en último término, concordando con la ley divina;

3) útil, para el bien común, aunque perjudique a algunos particulares;

4) justa, conforme a la justicia conmutativa y distributiva (sobre estos conceptos, ver 13.5);

5) promulgada, debe llegar a conocimiento de todos y cada uno de los súbditos.

La división que más nos interesa de la ley, viene dada por el autor que la promulga:

a) Si el autor es Dios se llama ley divina y puede ser:

- Eterna (se encuentra en la mente de Dios)

- Natural (ley divina impresa en el corazón de los hombres)

- Positiva (ley divina contenida en la Revelación)

b) Si el autor es el hombre, la ley es humana y puede ser:

- Eclesiástica

- Civil

A continuación nos detendremos con más detalle en cada tipo de ley.

3.3 LA LEY ETERNA

Contemplando las cosas creadas observamos que siguen unas leyes naturales: la tierra da vueltas alrededor del sol, las plantas dan flores en primavera, el hombre siente remordimientos cuando ha hecho algo mal, etc. Este ordenamiento a leyes naturales no se da por casualidad, sino que está perfectamente pensado por la Sabiduría Divina. Dios ha ordenado todas las cosas de modo que cada una cumpla su fin: los minerales, las plantas, los animales y el hombre. Como ese orden está pensado y proyectado por Dios desde toda la eternidad, se llama ley eterna.

3.3.1 DEFINICIÓN DE LEY ETERNA

La ley eterna es definida por San Agustín (Contra Faustum 27, 27: PL 42, 418) como “la razón y voluntad divinas que mandan observar y prohíben alterar

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