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La Pereza


Enviado por   •  29 de Agosto de 2011  •  5.241 Palabras (21 Páginas)  •  792 Visitas

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LA PEREZA

Que no se piense que esta propuesta en la que se enfatizan los inconvenientes que plantea la pereza, es una apología del activismo. Por el contrario, considero que la actividad frenética y desenfrenada es un verdadero cáncer el espíritu

“La pasión y no la apatía es el estado normal del hombre. Sólo son creadores los grandes apasionados. Sólo ellos son capaces de grandes conquistas, comenzando por la conquista preliminar de un carácter personal aquilatado.”

LA VIDA ES DIFICULTOSA

¿Por qué todo esto me tiene que suceder justo a mí?. ¡Cuántas veces médicos, psicólogos, pastores y consejeros, han tenido que enfrentar esta pregunta de personas que sufren! Pero lo llamativo es que muchos de ellos (no todos) padecen precisamente porque suponen que no deberían sufrir. Es que por una lógica muy generalizada creen que la vida naturalmente debería ser fácil y llevadera, y ante el primer inconveniente sienten que por alguna misteriosa razón el destino se ensaña con ellos.

El psiquiatra Scott Peck comienza su libro “La nueva psicología del amor” con una frase simple y contundente: “La vida es dificultosa”, luego de un punto y aparte agrega: “Esta es una gran verdad, una de las más grandes (la primera de las “cuatro nobles verdades” que enseñó Buda fue “La vida es sufrimiento”). Es una gran verdad porque una vez que la comprendemos realmente, la trascendemos. Una vez que lo hemos aceptado así, la vida ya no nos resulta dificultosa. Porque cuando se aceptó aquella verdad, el hecho de que la vida sea dificultosa ya no importa”.

Luego el autor propone la disciplina como un modo de superar las dificultades, y plantea un extraordinario inconveniente para alcanzar la madurez, la salud y la felicidad: la pereza. A ella la define como el principal enemigo que invariablemente se presenta como un estorbo cuando quiere ayudar a crecer a un paciente.

Tomemos el caso de una persona que siente hacia sí mismo y ante los demás, la imagen de persona “fracasada”. Por razones familiares ha debido abandonar los estudios terciarios, y no encuentra trabajo. La gente comienza a hacer comentarios sobre él con cierto tono fatalista, y él mismo los cree. Sin embargo es una persona capaz e inteligente, pero no puede romper con los prejuicios de la gente y los suyos propios, y entonces continúa una vida gris y frustrada. La pereza le impide romper el cerco. Desde entonces para él, la culpa de lo que le sucede siempre la tendrán los demás, las circunstancias o el destino.

Veamos el caso de otra persona que ha desarrollado dependencia hacia algún familiar cercano, y no se ha planteado la necesidad (que implicaría responsabilidad y coraje) de independizarse y encontrar su propio camino. Luego, cuando falta la persona de la que depende, cae en un pozo depresivo que no se puede explicar. En realidad una de las causas que generó ese estado de cosas fue la pereza.

Alguien quizás podrá decir: “suerte que no tengo problemas de pereza, yo soy muy trabajador”, y sin saberlo (o quizás sabiéndolo muy íntimamente y no queriendo reconocerlo), esconde detrás de su activismo una gran pereza que le impide imaginar la vida de un modo diferente y concretar viejas aspiraciones y sueñospersonales. Se ocupa tanto en su trabajo, que no tiene tiempo para pensar, pero cuando llega la noche y se encuentra a solas consigo mismo, no puede conciliar el sueño porque le asaltan dudas sobre el sentido de su vida.

El parámetro para evaluar la pereza (que todos padecemos en mayor o menor grado) tiene que ver con la capacidad de enfrentar el ser interior y poner en marcha las iniciativas que conducirán al crecimiento y a la madurez como seres libres e independientes, y capacitados para disfrutar de la vida y de los afectos. De modo que cuando me refiera a la pereza en este escrito, no lo haré con un sentido de sensura moral, sino de una pérdida de oportunidades frente a la vida, a un empobrecimiento de las posibilidades personales.

Volvamos a Scott Peck quien agrega más adelante en su libro: “Como tratamos el tema del crecimiento espiritual, inevitablemente debemos también ocuparnos de la otra cara de la misma moneda: los obstáculos que se oponen al crecimiento espiritual. En definitiva, hay un solo obstáculo que es la pereza. Si vencemos la pereza, todos los otros impedimentos quedarán superados”. Y luego concluye: “La pereza es lo opuesto al amor. El crecimiento espiritual supone esfuerzo”.

LA PEREZA Y EL ABURRIMIENTO

Siempre recuerdo una adivinanza que les hacía a mis hijos: “¿Cuál es el animal al que debemos divertir para que no cambie de sexo?”, la respuesta era “El burro, para que no se aburra”. Pues resultó que el chiste tenía algo de cierto; hace poco leí que “aburrir” proviene del latín “horrere”, erizarse, y se supone que a su vez deriva de “burra”, pelo grueso, erizarse los pelos. En medio de tantos significados etimológicos, podemos concluir en que el aburrimiento es un horror que se produce por un deseo no satisfecho, un desagrado que nos eriza la piel por la insatisfacción. Pero vayamos por parte.

En el siglo IV, San Jerónimo (347-420) se propuso hacer una lista con los pecados capitales, que para él tenía el sentido de ser la antítesis de las virtudes cardinales.

Originalmente elaboró ocho, pero luego los redujo a siete (quizás para contenerlos en ese número tan cargado de significado). Ellos son: orgullo, avaricia, ira, gula, lujuria, y los restantes variaban entre vanagloria, envidia y finalmente otros dos emparentados entre sí: la pereza y la melancolía.

¿Por qué están emparentados? Pues porque la pereza lleva al aburrimiento, y el aburrimiento a la melancolía, y esta al inmovilismo, el que a su vez cierra el círculo con mayor pereza. Todo lo cual se podría ubicar bajo la definición abarcativa de falta de entusiasmo y de sentido para vivir la vida.

Quien tiene interés en el vivir, se siente entusiasmado con proyectos y sueños, elabora ideas, imágenes que luego quiere plasmar en la realidad. No tiene tiempo de aburrirse porque él mismo genera su propio entretenimiento, crea ilusiones y mundos nuevos, es curioso, tiene capacidad de sorprenderse, y esto hace que su trabajo, más allá de los inconvenientes propios de cada tarea, le resulta agradable… casi un juego.

Hace unos días leí un interesante artículo de Rafael Squirru sobre este tema, en el que finalmente propone la solución al problema, en “…encontrar nuestra tarea, por más modesta que sea o que parezca, que nos permita salir del fatal punto de partida, no como algo que se empieza y que se deja, sino como algo que se continúa, cualquiera que sea la

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