ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La religion ha sido el principio constitutivo de la familia antigua

DKSH13Tesina31 de Octubre de 2012

3.092 Palabras (13 Páginas)946 Visitas

Página 1 de 13

CAPITULO I

LA RELIGION HA SIDO EL PRINCIPIO CONSTITUTIVO DE LA FAMILIA ANTIGUA

La familia antigua es una asociación religiosa todavía más que una asociación natural. El parentesco y el derecho de herencia se regularán, no según el nacimiento, sino según los derechos de participación en el culto, tales como la religión lo ha establecido.

Una familia era un grupo de personas al que la religión permitía invocar al mismo hogar y ofrecer comida fúnebre a los mismos antepasados.

CAPITULO II

EL MATRIMONIO

La primera institución establecida por la religión doméstica, quizá fue el matrimonio. La religión del hogar y de los antepasados solo se transmitía de varón a varón y no pertenecía exclusivamente al hombre, pues la mujer tenía su parte en el culto. Sí era soltera asistía a los actos religiosos de su padre, si era casada asistía a los de su marido.

Al momento de contraer matrimonio la mujer debe de cambiar su religión, debe practicar otros ritos y pronunciar otras oraciones, abandona al dios de su infancia para someterse al imperio de un dios que desconoce. Al contar del matrimonio, la mujer ya no tiene nada de común con la religión doméstica de sus padres: sacrifica al hogar del marido.

La ceremonia del matrimonio entre los griegos se componía de 3 actos:

1. En la casa paterna y en presencia del pretendiente, el padre (rodeado de la familia) ofrece un sacrificio. Terminando éste, pronuncia una formula sacramental declarando que entrega su hija al joven. Esta declaración es absolutamente necesaria en el matrimonio, ya que sin esta declaración la joven no podría ir a adorar al hogar de su esposo si su padre no la hubiese desligado previamente del hogar paterno.

2. Se transporta a la joven a casa del marido (en ocasiones el marido la conduce). Ordinariamente se coloca a la joven en un carro, el rostro cubierto con un velo y en la cabeza una corona. La joven no entra por su pie en la nueva morada. Es preciso que su marido la alce, que simule un rapto, que ella profiera algunos gritos y que las mujeres que la acompañan simulen defenderla.

3. Acercándose al hogar, se coloca a la joven en presencia de la divinidad doméstica. Se le rocía el agua lustral y toca el fuego sagrado, se recitan algunas oraciones. Posteriormente los esposos comparten algunos alimentos como una torta, algunas frutas, pan.

El matrimonio para la joven ha sido como un segundo nacimiento, ya que no puede pertenecer a dos familias, ni a dos religiones domésticas, la mujer se encuentra íntegramente en la familia y en la religión de su marido.

El derecho Romano permitía fácilmente disolver el matrimonio por coemptio o por usus; pero la disolución del matrimonio religioso era dificilísima. Para tal ruptura se necesitaba otra ceremonia sagrada, pues solo la religión podía desunir lo que la religión había unido.

CAPITULO III

DE LA CONTINUIDAD DE LA FAMILIA; CELIBATO PROHIBIDO, DIVORCIO EN CASO DE ESTERILIDAD; DESIGUALDAD ENTRE UN HIJO Y LA HIJA

Las creencias referentes a los muertos y al culto que se les debía han constituido la familia antigua y han dado la mayoría de sus reglas.

Las leyes de manu llamaban al hijo primogénito –el que ha sido engendrado para el cumplimiento del deber-. Una familia que se extingue es un culto que se muere. Cada familia poseía una religión y dioses propios. La mayor desgracia que su piedad podía tener era que su descendencia pudiese extinguirse, pues su religión desaparecería entonces de la tierra, su hogar se apagaría, toda la serie de muertos caería en el olvido y en la eterna miseria.

El hombre no se pertenecía a sí mismo, pertenecía a la familia. Era un miembro en una serie, y ésta no debía detenerse en él. No había nacido por casualidad; se le había introducido en la vida para que prosiguiese el culto; no debía abandonar la vida sin estar seguro de que ese culto se continuaría después de él.

El hijo que debía perpetuar la religión doméstica debía de ser del fruto de un matrimonio religioso. El bastardo, no podía desempeñar el papel que la religión asignaba al hijo. En efecto, el lazo de la sangre no constituía por sí solo la familia y se necesitaba también el lazo del culto.

El matrimonio era obligatorio, su objeto principal no consistía en la unión de 2 seres que se correspondían y querían asociarse para la dicha o las penas de la vida. El efecto del matrimonio era unir a 2 seres en un mismo culto doméstico para hacer nacer a un tercero que fuese apto para continuar ese culto.

Sí el matrimonio sólo había sido concertado para perpetuar la familia, parecía justo que pudiera disolverse si la mujer era estéril.

La religión decía que la familia no se debía de extinguir: el efecto y el derecho natural tenían que ceder ante está regla absoluta. Sí un matrimonio resultaba estéril por causa del marido, no era menos necesario que la familia se continuase. Entonces el hermano o un pariente del marido, debía sustituirlo y la mujer tenía que entregarse a ese hombre. El hijo que nacía de esa unión se consideraba del marido y así seguía su culto.

Las legislaciones antiguas prescribían el matrimonio de la viuda, cuando no había tenido hijos, con el pariente más cercano a su marido, los hijos que nacían se reputaban hijos del difunto.

El nacimiento de una hija no realizaba el objeto de un matrimonio, debido a que la hija no podía continuar el culto, pues cuando se casaba renunciaba a la familia y al culto de su padre; pertenecía a la familia y a la religión de su marido. La familia solo se continuaba con el culto por los varones.

Era el hijo al que se esperaba, el que era necesario, él era deseado por la familia, por los antepasados, por el hogar. –Por el un padre satisface su deuda con los manes de sus antepasados y se asegura él mismo la inmortalidad-.

CAPITULO IV

DE LA ADOPCION Y DE LA INMANCIPACION

Adoptar un hijo era velar por la perpetuidad de la religión doméstica, por la salud del hogar, por la continuación de las ofrendas fúnebres, por el reposo de los manes de los antepasados. Teniendo su razón de ser la adopción sólo en la necesidad de prevenir que el culto se extinguiese, siguiese que nada más estuviera permitida al que no tuviera hijos.

Cuando se adoptaba a un hijo era preciso iniciarlo en el culto, -introducirlo en su religión doméstica, acercarlo a sus penates- Por eso se realizaba la adopción con una ceremonia sagrada que parece haber sido muy semejante a la que marcaba el nacimiento de un hijo. Gracias a ella, el recién venido quedaba admitido en el hogar y asociado a la religión.

El principal efecto de la emancipación consistía en la renuncia al culto de la familia en que se había nacido. Los romanos designaban este acto con el nombre bien significativo de sacrorum detestatio. El hijo emancipado ya no era, ni para la religión ni para el derecho miembro de la familia.

CAPITULO V

DEL PARENTESCO, DE LO QUE LOS ROMANOS LLAMABAN AGANACION

Así como la religión solo se trasmitía de varón en varón, así esta atestiguado por todos los jurisconsultos antiguos que dos hombres no podían ser agnados entre sí, a menos que, remontándose siempre de varón en varón, resultase que tuviese antepasados comunes. La regla para la agnación era pues la misma que para el culto.

El lazo de sangre no basta para establecer este parentesco, se necesita el lazo de culto, la religión determinaba el parentesco. A medida que esta antigua religión se debilitaba, la voz de la sangre comenzó a hablar más alto, y el parentesco por el derecho fue reconocido por el derecho. Los romanos lo llamaron cognatio.

CAPITULO VI

EL DERECHO DE LA PROPIEDAD

Se sabe que algunas razas nunca llegaron a establecer la propiedad privada, que otras lo lograron después de mucho tiempo y trabajo. Entre los antiguos germanos la tierra no pertenecía a nadie. Al contrario, las poblaciones de Grecia e Italia, desde la más remota antigüedad han practicado la propiedad privada. Ningún recuerdo histórico ha quedado que la tierra haya sido común.

Parece ser que entre los griegos, el concepto del derecho de propiedad siguió una marcha completamente opuesta a la que parece natura. No se aplicó a la cosecha primero, y al suelo después, se siguió el orden inverso.

La idea de la propiedad privada estaba implicada en la religión misma. Cada familia tenía su hogar y sus antepasados, esos dioses solo podían ser adorados por ella, solo a ella protegían, era su propiedad.

La familia poseía una tumba común, donde sus miembros, uno tras otro, habían de reposar. La regla era la misma para esa tumba que para el hogar. Así como las casas no debían estar contiguas, las tumbas tampoco, sino que cada una tenia un cerco aislante. He aquí, pues, una parte de la tierra que, en nombre de la religión, se convierte en un objeto de propiedad perpetuo para cada familia. La sepultura había establecido la unión indisoluble de la familia con la tierra, es decir, la propiedad.

De todas estas creencias, de todos estos usos, de todas estas leyes, resulta claramente que es la religión domestica la que ha enseñado al hombre a apropiarse de la tierra y le ha garantizado su derecho

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (18 Kb)
Leer 12 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com