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Liderazgo espiritual requiere personas que sean llenas del Espíritu


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2015  •  Resúmenes  •  1.885 Palabras (8 Páginas)  •  154 Visitas

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Este libro demuestra que en el corazón del liderazgo cristiano hay una actitud piadosa. No pide prestado los principios de liderazgo del mundo y los aplica a la iglesia sino, más bien, obtiene los principios de liderazgo directamente de las Escrituras. En el comienzo de cualquier estudio sobre liderazgo espiritual, este principio maestro debe enfrentarse con toda equidad: La verdadera grandeza, el verdadero liderazgo, se encuentra cuando el líder se dedica a servir a otros, no a engañar o inducir a otros a que lo sirvan a él. El verdadero servicio jamás viene sin costo. A menudo viene con un doloroso bautismo de sufrimiento. Pero el verdadero líder espiritual centra su atención en el servicio que puede rendir a Dios y a otras personas, no en los subproductos y adornos del oficio supremo o título santo. Cuando nuestros motivos son los correctos, el trabajo de liderazgo produce beneficios eternos. Solo un profundo amor a Cristo y una genuina preocupación por la iglesia podría motivar a la gente a buscar la oportunidad del liderazgo.

El deseo de ser grande no es pecado. La motivación es lo que determina el carácter de la ambición. Nuestro Señor nunca enseño en contra del impulso por las realizaciones superiores, pero expuso y condeno la motivación indigna. Todos los cristianos son llamados a desarrollar los talentos que Dios le ha dado, a sacar el máximo provecho de sus vidas, a desarrollar al máximo los poderes y capacidades que Dios les ha dado. Pero Jesús enseño que la ambición que se centra en el ego, es mala. La ambición es aquella que tiene que ver con la aprobación social, el reconocimiento y la autoridad sobre otros. Jesús no tenía tiempo para ambiciones que el ego pudiera albergar. El verdadero líder espiritual jamás hará “campaña para la promoción”.

Para que el mundo oiga la voz de la iglesia hoy, es necesario líderes de autoridad, espirituales y sacrificados. De autoridad, porque la gente quiere líderes que sepan dónde van y tengan la confianza de que llegaran a la meta. Espirituales, porque sin una fuerte relación con Dios, hasta las personas más atractivas y competentes no pueden guiar a las personas al Señor. Sacrificados, porque esto sigue el modelo de Jesús, que se dio a si mismo por todo el mundo, y llama a seguir en sus pasos. Muchas personas consideran que los líderes han sido dotados de intelecto, temperamento vigoroso y entusiasmo naturales. Dichas cualidades por cierto realzan el potencial del liderazgo, pero no definen al líder espiritual. Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sufrir por amor a objetivos que sean lo suficientemente grandes como para exigir una sincera obediencia. Cuando Dios encuentra una persona que está preparada para guiar, para comprometerse al discipulado total y tomar la responsabilidad de otros, esa persona es usada hasta el límite. Dichos líderes todavía tienen deficiencias e imperfecciones, pero a pesar de ellas, llegan a ser líderes espirituales. Al papel de líder se le llama siervo con mucha más frecuencia. No se lee acerca de “Moisés, mi líder”, sino de “Moisés, mi siervo”. Esto es exactamente lo que Cristo enseñó. El termino siervo implica poco prestigio, poco respeto, poco honor. Sin embargo, cuando Jesús uso el termino, era sinónimo de grandeza. El asegurar una propia comodidad física es una misión mucho más común. Pero “siervo” es el requisito para los que quieren guiar en su reino. Dios pide un espíritu de servidumbre.

El liderazgo espiritual combina las cualidades naturales y espirituales. Sin embargo, las cualidades naturales son dones sobrenaturales, puesto que todas las cosas buenas vienen de Dios. Ambas cualidades, la natural y la espiritual, alcanzan la mayor eficacia cuando se las emplea en el servicio de Dios para su gloria.

Un verdadero líder influye a otros espiritualmente solo porque el espíritu obra dentro y a través de el en mayor grado que en aquellos a quienes guía.

Las personas que carecen de la naturaleza del liderazgo no se vuelven grandes líderes al momento de su conversión. Sin embargo, una reseña de la historia de la iglesia revela que el espíritu santo a veces pone de manifiesto dones y cualidades que estaban latentes de antemano. Cuando esto sucede, nace un líder.

Los discípulos de Jesús carecían de influencia. Jesús escogía personas de las filas de obreros, no de profesionales. Si se mira con cuidado se puede detectar el potencial de liderazgo en cada persona. Y si se tiene, se debería usar para la obra de Cristo. Las cualidades deseables en un líder estaban presentes en la plenitud del carácter del Señor. Cada cristiano debería hacer que su oración constante sea que dichas cualidades puedan incorporarse más rápidamente en su propia personalidad. El agregar potencial de liderazgo a nuestras vidas, generalmente requiere que nos desprendamos de los elementos negativos que nos sujetan. Estas actitudes se deben abandonar.

El líder cristiano debe ser amable y tranquilo, no un amante de la controversia.  Debe también mostrarse hospitalario. La recompensa financiera no debe entrar en la mente de un líder en ejercicio del ministerio. Debe ser prudente, una persona con discernimiento. El carácter interior viene de la autodisciplina diaria.

La norma Bíblica es la fidelidad en el matrimonio. El líder debe ser un hombre de moralidad impecable. Debe ser además templado, no adicto al alcohol, que es una desgracia en todas partes. El líder debe ser irreprensible. Su enemigo no puede hallar una oportunidad para la mentira, dispersión de rumores o chismes. Con respecto a fuera de la iglesia, debe gozar de buena reputación. La reputación de un gran líder aumenta con los años.

Pablo estaba capacitado de modo singular para el importante papel que Dios lo llamo a desempeñar. Pablo recomienda un hogar bien ordenado, donde el respeto mutuo y la armonía sustentadora sean las notas clave. La esposa debe compartir plenamente las aspiraciones espirituales del líder y estar dispuesta a unirse a los sacrificios que sean necesarios.

Pedro no enfoca a sus lectores desde lo alto, como apóstol. Más bien, adopta la misma posición que ellos, caminando al lado de los otros, y llevando cargas similares. Pedro recomienda encarecidamente que no desmayen ni retrocedan. Los líderes tampoco deben servir respondiendo al sentido de un mero deber, sino por amor.

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