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Quienes Fueron Los Verdaderos Evangelistas


Enviado por   •  18 de Febrero de 2013  •  4.030 Palabras (17 Páginas)  •  574 Visitas

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Quiénes fueron en realidad los cuatro evangelistas del nuevo testamento y cuándo y cómo compusieron sus textos inspirados

Las contradicciones que existen entre ellos, incluso para reseñar algunos aspectos fundamentales de la vida de Jesús o de sus enseñanzas, llegan a ser tan notables, profundas y evidentes que sus traductores católicos no pueden menos que culpar a la tradición oral de las diferencias muy frecuentes que se notan, sea en las modificaciones del plan general, sea en la agrupación de los sucesos o discursos, sea, finalmente, en el modo de componer la narración de cada relato.

Mas por encima de todo esto se cierne la inteligencia de los autores sagrados, a quienes el Espíritu Santo inspiraba y guiaba en la ejecución de su obra, conforme a las miras especiales de cada uno y guardando su propio temperamento psicológico. De aquí resulta una variedad notable junto a una más que notable unidad, de cuya armonía proviene la admirable belleza de los evangelios. Es obvio que al mirar las diferencias y engaños de lo diferentes evangelios, éstos aportan visiones totalmente dispares acerca de cuestiones tan fundamentales como son la virginidad o no de María, los aspectos clave del nacimiento de Jesús, la consustancialidad o no de Jesús con Dios, la resurrección física o no de Jesús, el entorno de sus apariciones y la posibilidad o no de su ascensión subsiguiente y etcétera.

El Evangelio de Mateo encabeza el canon del Nuevo Testamento católico y desde principios del siglo II se tiene a este apóstol por su autor. Leví, hijo de Alfeo, era un judío que trabajaba como recaudador de impuestos para el gobierno y al convertirse en enviado o apóstol pasó a llamarse Mateo. Es muy probable que fuese hermano de Santiago, el de Alfeo, también apóstol.

La Iglesia católica defiende que la composición del texto tuvo lugar en la década del 50 al 60 d.C. o, como máximo, en una fecha cercana al año 70 d.C., pero la mayoría de expertos independientes sitúan su escritura hacia el 75-80 d.C. En el texto aparecen algunos datos que son de fecha relativamente tardía, tales como las referencias a la destrucción de Jerusalén en el año 70 D.C, al papel de la Iglesia y de la disciplina eclesiástica y al retraso del Segundo Advenimiento y a los testimonios de persecución de las autoridades romanas.

De acuerdo a las fuentes tradicionales, las actividades proselitistas de los apóstoles se desarrollaron durante el reinado del emperador Claudio (41-54 d.C.) y desde su inicio los misioneros iban provistos de dos breves documentos, redactados en hebreo, que se atribuyen a Mateo. Uno consistía en una recopilación de pasajes del Antiguo Testamento a los que, según se pretendía, Jesús había dado cumplimiento y se dividía en cinco secciones, como el pentateuco de Moisés; el otro documento era una especie de antología de las enseñanzas de Jesús. El Evangelio de Mateo, tal como lo conocemos hoy, utilizaba el Evangelio de Marcos y las citadas del antiguo testamento y se dividía también en cinco libros con un prólogo y un epílogo. El Sermón de la Montaña refleja en buena parte el documento original que refería las enseñanzas de Jesús.

El origen más probable del Evangelio de Mateo, en su redacción actual, se remonta hacia el año 90 d.C. en Egipto, donde existía una numerosa población judía —especialmente en Alejandría— que desarrolló una importante cultura helénico-judía de lengua griega cuyo máximo exponente fue el filósofo y exégeta Filón de Alejandría (c. 20 a.C.-50 d.C.). Lo cual indica que no fue Mateo quien lo escribió.

Para Schonfield, historiador y traductor de las Escrituras, nuestro actual Mateo es una curiosa

mezcla de materiales y puntos de vista tanto judíos como no judíos. Su estilo literario varía, por supuesto con relación a las fuentes utilizadas. Pero el tono marcadamente hebraico de muchos pasajes puede resultar engañoso; se requiere un examen muy atento del texto para determinar que el autor propiamente dicho de la obra que conocemos no era judío. Tampoco fue un mero compilador, sino que dejó su impronta personal en el libro, especialmente en la forma de tratar el material de Marcos y destacar los elementos milagrosos. En ocasiones duplica el número de personas curadas, por ejemplo "mencionando a dos endemoniados gadarenos y a dos ciegos de Jericó. También habla de dos asnos utilizados por Jesús para entrar en Jerusalén, por no entender el paralelismo poético del idioma hebreo.

A partir de los datos históricos de la época, se sabe que la revuelta judía contra los romanos (67-70 d.C.) incrementó mucho el sentimiento antijudío entre los gentiles y, también, entre los cristianos de lengua griega —interesados éstos en aparecer ajenos a las actividades subversivas antirromanas de los nazarenos y otros grupos judíos con los que compartían fe mesiánica—, circunstancia que, obviamente, debía dejarse traslucir en los escritos públicos de esos días, tales como el Evangelio de Mateo. De ahí —afirma Schonfield— la actitud hostil de este Evangelio para con los judíos y el judaismo sobre todo en relación con la crucifixión de Jesús, y ello pese a haber utilizado fuentes de carácter netamente judío, como lo refleja el Sermón de la Montaña.

El llamado Evangelio de Marcos fue escrito en realidad por un tal Juan de Jerusalén, de nombre latino Marcus (mencionado en Hechos 12,12, en I Pedro 5,13, etc). Fue ayudante de Pablo y Bernabé, a los que acompañó en su primera gira de predicación, pero, a causa de una disputa con Pablo (de quien no gustó que hablara del mesianismo de Jesús ante el pagano Sergio Paulo, gobernador de Chipre), posteriormente pasó a viajar con Pedro —que le llamaba mi hijo. (I Pe 5,13)—, del que se convirtió en su intérprete de griego. El texto muy probablemente se conformó en Italia, lugar que pasa por ser el último campo misional de Pedro antes de su muerte. Según asegura la tradición eclesiástica, Marcos, tras el martirio de Pedro (¿en el año 64-65 d.C.?, o en el 67 d.C. según la cronología oficial católica), se fue a evangelizar en Egipto. El Evangelio actual debió escribirse entre los años 75-80 d.C.

Según relata Papías, obispo de Hierápolis, a principios del siglo II, Marcos «intérprete de Pedro, puso por escrito cuantas cosas recordaba de lo que Cristo había dicho y hecho, con exactitud, pero no con orden. No es que él hubiera oído al Señor..., pero siguió a Pedro, el cual hacía sus instrucciones según las necesidades de los oyentes; pero no narraba ordenadamente los discursos del Señor... De una cosa tenía cuidado: de no omitir nada de lo que había oído o de no fingir cosa falsa.

La

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