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CONSUMOS CULTURALES


Enviado por   •  3 de Mayo de 2014  •  1.404 Palabras (6 Páginas)  •  222 Visitas

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ADOLESCENTES, CONSUMOS CULTURALES Y USOS DE LA CIUDAD.

La adolescencia es un período de la vida que se caracteriza por cambios abruptos. Entre los primeros teóricos que se ocuparon del tema ya quedaba claro que para las sociedades occidentales se trataba de un período de crisis y reestructuración de la personalidad, o como dijo Rousseau en el Emilio una etapa de “segundo nacimiento”. En efecto, en nuestras sociedades con la llegada de la adolescencia la gran mayoría de los niños pierde seguridades y vive preocupaciones: el cuerpo cambia, se abandona la infancia, se transforma el lugar que se ocupaba en la familia y en la escuela, caen referentes de la autoridad antes naturalizados, se abre el tiempo de la obligada autonomía, se muestra la genitalidad. En ese período, para el adolescente, la familia entra en un paréntesis en el que se reparten de nuevo las cartas. Cada adolescente se abre progresivamente a una vida social en la que el lugar de su propia familia se desplaza: en ese movimiento, aquella anterior casi monopólica instancia va perdiendo peso específico y se ve obligada a “Conversar” con otras instancias de la sociedad.

En dicho proceso van surgiendo cosmovisiones y valoraciones no necesariamente acordes con los mandatos de la tradición heredada. Con la adolescencia se abren espacios de conflicto intergeneracional en el interior de las familias, siempre renovados con la sucesiva entrada de cada miembro en la pubertad. Es decir que el período conflictivo no sólo es interior al sujeto que vive la transformación en primera persona, también afecta a su entorno inmediato.

Los adolescentes, sean de la clase o la familia que sean no son independientes del propósito persuasivo de instituciones y discursos que tratan de seducirlos: además de la ya mencionada escuela-que no está presente en la totalidad de los casos -, los medios masivos de comunicación, y la publicidad comercial, el mercado de bienes de consumo masivo con sus largos e incansables tentáculos o las industria culturales que ofrecen en sus variados productos, son los canales de una alusión insistente y constante.

Estas agencias, a través de la persecución de sus intereses – en principio, comunicar, acaparar la atención y vender exponen discursos, diseminan imágenes, difundiendo prescripciones explícitas e implícitas que contribuyen a configurar imaginarios y representaciones sociales. De este modo, se define un nuevo material que luego se elabora íntimamente en el relato de la auto IDENTIFICACIÓN.

Es decir que esa inicial apertura a la vida adulta, ya trabajada por estas mediaciones múltiples que venimos mencionando, entra en un estadio de apelación superior: la brecha crítica que abre la adolescencia es susceptible a estos discursos que mediante temas y referencias ejemplares presentes en esas formas de la comunicación y el consumo apelan a los adolescentes en tanto que consumidores.

La adolescencia implica una suerte de “segundo nacimiento” con los dolores y las sorpresas que ello depara: esto se refiere especialmente a un tipo de experiencia casi adánica, original y de apertura, cercana la vivencia de la aventura, característica vital definitivamente perdida en la vida de los adultos.

Esto en parte ilustra que la modelización de la adolescencia no resulta más que una ilusión compartida: por más desorientado que se encuentre un adulto en relación con su futuro, por más rejuvenecido que se encuentre en sus opciones vitales, y por más rutinas y cuidados físicos que haya generado una imagen conservada, un adulto no es un adolescente. En definitiva, transitar la adolescencia es atravesar una CRISIS PERSONAL y vivir experiencias históricas de lo social, hechos que definen una pertenencia generacional concreta y un material imaginario específico con el que elaborar las identificaciones que desembocarán en la personalidad futura. Asimismo, y siguiendo la línea anterior, existe una r e p r e s e n t a c i ó n dominante sobre los adolescentes -lo que no implica bajo ningún concepto que incluya a todos los adolescentes de todas las clases-, que se convierte en una suerte de “modelo” que aglutina principios estéticos activos que tienen una fuera gravitatoria de gran importancia.

Ese modelo estético basado en la imagen adolescente –de las clases media y altas –responde a necesidades diversas

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