DIAGNOSTICO DE LA COMUNICACIÓN
cunexpoSíntesis9 de Abril de 2014
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DIAGNOSTICO DE LA COMUNICACIÓN
- Diagnóstico y poder. Diagnóstico y participación.
Exposición para el concurso para el cargo de profesora adjunta del Taller de Planificación de Procesos Comunicacionales. Fac. de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata
Lic. Daniela Bruno
1. Introducción.
2. Una aproximación inicial al concepto de diagnóstico
3. Perspectiva epistemológica
4. La situación de comunicación.
5. La vida cotidiana: lugar de comunicación
6. Diagnóstico de la comunicación:
6.1. El diagnóstico de situaciones.
6.1.1. Actores
6.2. Diagnóstico y poder. Diagnóstico y participación.
6.3. Distintos tipos de diagnóstico según el nivel de participación de los actores.
6.4. Tipos de diagnóstico según el tipo de relaciones de comunicación privilegiadas en el análisis.
7. Esquema general del diagnóstico de comunicación.
1. Introducción.
El propósito de esta exposición es introducirlos al concepto de diagnóstico y más precisamente al concepto de diagnóstico de comunicación, para posteriormente, reflexionar en torno a la relación que mantiene el diagnóstico de comunicación con el poder y con la participación social. Finalmente, la exposición se centrará en el desarrollo de los distintos tipos de diagnóstico según el nivel de participación de los actores y según el aspecto de análisis privilegiado.
2.- Una aproximación inicial al concepto de diagnóstico:
¿Cuál es la característica distintiva de la tarea que llevaremos adelante en esta primera etapa del trabajo de campo y que denominamos “diagnóstico”?
Que el diagnóstico, es una estrategia de producción de conocimiento acerca de determinada realidad con la particularidad de estar orientada por la voluntad conciente de modificar esa realidad. Esta es una elección no sólo metodológica sino además epistemológica y política, pues entonces creemos en la posibilidad de aportar estos elementos para que la sociedad se apropie de ellos y los procesos sociales y comunitarios queden menos librados a la improvisación y dejen de ser simples ensayos.
Todo proceso deliberado de cambio se inicia con el reconocimiento de la situación actual de una organización, grupo o comunidad. Este reconocimiento es aquello que denominamos diagnóstico y es el paso previo a la proyección de alternativas y cursos de acción que permitan modificar esa realidad en un sentido deseado. Si bien es cierto que, a efectos didácticos, nosotros hemos dividido al proceso de planificación en dos grandes etapas denominadas diagnóstico, la primera, y planificación, la segunda, ambos son junto con la gestión o puesta en marcha de las acciones, partes inseparables de un único proceso. Su diferenciación se establece más por necesidades metodológicas y analíticas que por el hecho de que pueda fragmentarse el proceso social que se pretende reconocer y modificar.
El diagnóstico y la planificación no son ajenos a la dinámica de la institución o del grupo humano y esta dinámica es continua. Cada punto de llegada es, al mismo tiempo, un punto de partida hacia un nuevo objetivo. En ese sentido la evaluación de los resultados de este proceso de cambio se convierte, simultáneamente, en origen de un nuevo diagnóstico.
¿Por qué el diagnóstico es el punto de partida de todo proceso de planificación?
Hemos dicho que para modificar determinada realidad a través de un proceso de planificación primero debemos conocerla profundamente, además de contar con el impulso y el respaldo de la voluntad del cambio social y la creencia en la utilidad de la intervención social. Esto es fundamental para intentar comprender la lógica de esta herramienta teórica y metodológica.
Cuando nos damos a la tarea de intervenir en una organización para modificar su situación podemos hacerlo partiendo de dos perspectivas de planificación distintas. Desde un enfoque, que denominamos planificación estratégica, se toma como punto de partida de la tarea del planificador los objetivos predeterminados por los propios integrantes de la institución, para proyectar alternativas de cambio en función de esos objetivos.
Para entender esta perspectiva es oportuno tener en cuenta uno de los principios básicos de quienes adhieren a ella, formulado por Carlos Mathus: “Planifica quien gobierna” (1). Esto implica que el diagnóstico y la planificación son orientados por los objetivos que se ha propuesto quien detenta el poder.
En ese marco, el análisis de los distintos actores y sus percepciones de la situación no sólo resulta pertinente sino indispensable, aunque con una salvedad: tanto los actores como sus percepciones son reconocidos e interpretados en términos de aliados o enemigos para el cumplimiento de aquello que realmente interesa, que no es otra cosa que los propósitos dispuestos por quien gobierna. En ese sentido, los actores se convierten en medios para el cumplimiento de determinado fin.
Sin embargo, este no es el único camino posible. Nuestro equipo, adopta respecto de la planificación, una perspectiva que se conoce con el nombre de planificación diagnóstica, que utiliza el diagnóstico social como punto de partida del proceso y, en muchos casos, involucra a los propios actores en la construcción de los objetivos de cambio que habrán de proyectarse.
Este enfoque convierte a la planificación en una herramienta de redistribución de poder, ya que aquí el principio no es planificar para quien gobierna sino para que cada vez más personas participen del gobierno. Es en ese sentido que decimos que el diagnóstico se constituye en un proceso educativo para los actores de la organización, ya que permite el reconocimiento de su situación actual y aspira a que se apropien de la planificación como una herramienta para modificar la realidad en el sentido por ellos deseado.
Nuestra propuesta consiste entonces en iniciar el proceso reconociendo la realidad y los dinamismos que en ella se generan, para recién allí fijar nuestros objetivos de cambio.
El diagnóstico es en primer lugar un ejercicio de diferenciación de los elementos de una determinada situación. Permite ubicar los principales problemas, desentrañar sus causas de fondo y ofrecer vías de acción para irlos resolviendo.
Si con Daniel Prieto Castillo entendemos el diagnóstico como “una lectura esencial de determinada realidad social, una lectura de sus conexiones esenciales, desde una perspectiva histórica” (2), podemos decir que la planificación diagnóstica es la proyección de un proceso de cambio, tomando en cuenta la trama fundamental del diagnóstico, sus fuerzas (potencialidades) y sus debilidades (problemas), a partir del cual se construyen objetivos de planificación.
Algunas de las características distintivas de este tipo particular de investigación que es el diagnóstico pueden sintetizarse de la siguiente manera:
q Es un proceso de conocimiento sistemático.
q Busca comprender lo que sucede en un ámbito de trabajo determinado a partir de hechos o aspectos relevantes y/o problemáticos - síntomas - .
q Esos síntomas positivos o negativos cuyo origen se busca y analiza, son escogidos y reconocidos por el analista pues le resultan significativos a la luz de unos objetivos pero también en relación con su marco teórico.
q Su finalidad es lograr la superación de los aspectos problemáticos y potenciar sus aspectos positivos.
Aunque posteriormente nos dedicaremos a las particularidades que adquiere el diagnóstico de comunicación, específicamente, podríamos adelantar que el diagnóstico de comunicación es una herramienta para evaluar las prácticas sociales, orientada a tener un conocimiento sistemático sobre las mismas, para reconocer las fortalezas y debilidades que luego serán retomadas en la planificación, entendida ésta como estrategias destinadas a generar modificaciones en la comunicación que ayuden a producir cambios positivos en el grupo, la comunidad o la institución.
El diagnóstico de la comunicación es una forma de evaluación que implica “leer situaciones sociales desde lo comunicacional, leer entonces situaciones de comunicación”.[1]
Esto supone que existe una mirada específica desde la comunicación que permite una lectura también específica de las prácticas sociales. El médico clínico puede diagnosticar el estado general de un paciente, pero necesita de los especialistas para trabajar sobre un órgano o un sistema determinado. El tratamiento que el clínico determina incide en el estado de salud general de la persona, pero también en su sistema linfático o nervioso. De manera inversa, una intervención sobre el sistema digestivo es específica, necesita de un diagnóstico propio y de acciones dirigidas a esa parte del cuerpo, pero incide sobre el estado de salud general.
De manera similar, hoy en día no es posible explicar las prácticas sociales sin hacer una lectura específica de lo comunicacional allí y toda acción que se emprenda desde lo comunicacional termina afectando a la totalidad de las prácticas sociales.
3.- Perspectiva epistemológica:
Hemos dicho que el diagnóstico es, por empezar, una estrategia de producción de conocimiento. En este sentido, sería adecuado establecer algunas precisiones respecto de nuestra perspectiva epistemológica.
Como Uds. saben, la epistemología es el estudio crítico y filosófico de las ciencias y de los principios en los que esta debe basarse.
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