Reflexiones sobre la educación tecnológica desde el enfoque CTS
cabron666Trabajo4 de Marzo de 2014
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Número 28
Enseñanza de la tecnología / Ensino da tecnologia
Enero-Abril 2002 / Janeiro-Abril 2002
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Reflexiones sobre la educación tecnológica desde el enfoque CTS
Mariano Martín Gordillo y Juan Carlos González Galbarte (*)
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SÍNTESIS: La tecnología ha sido una de las grandes olvidadas de los currículos hasta hace unos pocos años. Prácticamente durante toda la historia de la educación moderna, el hecho tecnológico y la tecnología misma fueron entendidos como actividades menores por las elites culturales.
Según los autores, esta actitud puede tener una explicación parcial en la tradición platónica, que entendía la educación como un ejercicio teórico, especulativo, alejado de referencias empíricas y prácticas.
La introducción de la tecnología en los currículos diseñados por las reformas educativas que han tenido lugar en los últimos quince años, parece indicar una superación de ese primer escollo conceptual. Sin embargo, la persistencia de algunas concepciones, fomentadas a veces por determinados intereses y derivadas de aquella «platónica» forma de entender la educación, enfrenta la enseñanza de la tecnología a nuevos y más complejos desafíos.
Los estudios CTS y su aplicación a la enseñanza de la tecnología, pero también de la ciencia, representan en la actualidad la posibilidad de superar los prejuicios y contradicciones que siguen dificultando la correcta integración de estos conocimientos en el «equipaje» cultural con que los jóvenes se incorporan al ejercicio de una ciudadanía plena.
SÍNTESE: A tecnologia tem sido uma das grandes esquecidas dos currículos até há uns poucos anos. Praticamente, durante toda a história da educação moderna, o feito tecnológico e mesmo a tecnologia foram entendidos como atividades menores pelas elites culturais.
Segundo os autores, esta atitude pode ter uma explicação parcial na tradição platônica, que entendia a educação como um exercício teórico, especulativo, distanciado de referências empíricas e práticas.
A introdução da tecnologia nos currículos esboçados pelas reformas educativas que têm tido lugar nos últimos quinze anos parece indicar uma superação desse primeiro escolho conceitual. No entanto, a persistência de alguns conceitos, fomentados às vezes por determinados interesses e derivados daquela «platônica» forma de entender a educação, o ensino da tecnologia enfrenta novos e mais complexos desafios.
Os estudos CTS e sua aplicação ao ensino da tecnologia, mas também da ciência, representam, na atualidade, a possibilidade de superar os preconceitos e contradições que seguem dificultando a correta integração destes conhecimentos na «bagagem» cultural a que os jovens incorporam no exercício de uma cidadania plena.
(*) Miembros del Grupo Argo de Renovación Pedagógica y profesores del Instituto de Enseñanza Secundaria nº 5 de Avilés, Asturias (España); Además son profesores itinerantes de la Cátedra CTS+I de la OEI y del Curso Virtual sobre el enfoque CTS en la Enseñanza de las Ciencias, organizado por dicho Organismo y la Universidad de Oviedo.
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1. Educación, tecnología y humanización
La educación teórica, especulativa, alejada de referencias empíricas y prácticas, tiene en Platón a su más antiguo defensor. Para él las disciplinas más valiosas en la educación de quienes debían regir los destinos de la comunidad eran las más alejadas de lo experimental, de lo observable y de lo opinable. De hecho, las matemáticas, que tienen en la descripción de los fenómenos naturales una fácil aplicación práctica, eran defendidas en el modelo educativo platónico justamente por lo contrario: por su naturaleza abstracta, por su alejamiento de lo práctico y porque en ellas no parecen posibles las controversias. Platón es, por tanto, un precursor de una tradición intelectualista que ha despreciado lo práctico y ha defendido el predominio de lo teórico y lo académico en la educación.
Por utópicas que pudieran parecer en el plano político, las propuestas platónicas han tenido un gran éxito en la historia de las instituciones educativas y en la definición de lo que se ha considerado educativamente valioso y se ha venido enseñando en los currículos escolares. En este sentido, el predominio educativo de la tradición platónica explica, al menos en parte, las razones del desprecio hacia la tecnología que ha sido dominante hasta momentos muy recientes de la historia de la educación. La tecnología, por su vinculación con las actividades artesanales de carácter práctico, ha sido merecedora del desprecio de las elites culturales como actividad inferior. La sospecha ha sido la actitud característica de la cultura clásica hacia la tecnológica (Mitcham, 1989). Se sospecha de la tecnología como una actividad propia de grupos inferiores, que, por mirar hacia lo real, se incapacitan para ver lo ideal. Y se sospecha también de la transformación tecnológica de la realidad porque es considerada como la voluntad de transgredir las leyes inmutables que gobiernan y deben gobernar el funcionamiento de la naturaleza.
Sin embargo, paradójicamente, es también en la obra de Platón donde se encuentra una de las más hermosas y profundas reflexiones sobre la inextricable conexión entre la técnica y la esencia de lo humano. En el Protágoras (320 d), un diálogo en el que se aborda la cuestión de los fines de la educación, Platón presenta una versión del mito de Prometeo en el que, quizá sin quererlo, describe la relación entre la actividad técnica y la gestación de lo humano. En el mito los dioses habían encargado a Epimeteo y a Prometeo el reparto de las facultades entre todos los animales antes del día señalado para su aparición sobre la tierra. Es Epimeteo quien se encarga de repartir de forma armoniosa las diversas características en las especies, conformando un mundo animal organizado según criterios de lo que hoy se llamaría adaptación al entorno y equilibrio ecológico. Sin embargo, Epimeteo se olvidó de la especie humana en su reparto. Fue esta deficiencia, esta cualidad de «mono a medio hacer» o de «mono desnudo», lo que en el mito impulsó a Prometeo a robar del taller de Hefesto (de la fragua de Vulcano que en la pintura de Velázquez no es otra cosa que un taller artesanal) el fuego y la sabiduría que le permitiría defenderse y sobrevivir. El fuego era en el mito algo reservado a los dioses. Es esa porción divina lo que hace de los seres humanos una especie a medio camino entre la naturaleza y la divinidad, un verdadero animal divino. Tan divino que es capaz de dominar el fuego, de construir artefactos y hasta mitos con los que explicar su propio origen.
Más allá del mito, el fuego representa esa cualidad que ha permitido a nuestros antepasados superar las limitaciones impuestas por su medio, evitando la inexorable ley de la naturaleza que condena a las demás especies a adaptarse al medio o desaparecer, y que, en el caso de la nuestra, ha llevado a que sea el propio medio el que ha sido adaptado a nuestras necesidades y deseos en un proceso de transformación continua que tiene su explicación en la técnica, en la capacidad práctica de transformar la realidad. Lo divino de los seres humanos podrá ser también el dominio del lenguaje o la capacidad para la abstracción y la creación de ideas y explicaciones a los fenómenos, pero con ello, y aún antes que ello, lo divino de los humanos es su cualidad para hacer cosas, para cambiar la realidad. Justamente lo que se ha atribuido siempre a los dioses: la capacidad de crear.
Es la técnica, por tanto, la primera seña de identidad de lo humano. Hoy somos homo sapiens, pero ello es así porque antes fuimos, y en gran medida nunca hemos dejado de ser,_ homo faber_, seres capaces de hacer cosas, seres capaces de crear cosas, incluso seres que creando cosas han sido capaces de hacerse a sí mismos. Porque si la técnica es el primer producto de lo humano, también los humanos somos el más genuino producto de la técnica.
Lo que no se entiende, entonces, es este olvido en la historia de la educación de lo que han sido nuestros propios orígenes, esta lectura del mito en la que lo sustancial y antecedente (la técnica) no se resalta y queda ensombrecido tras lo adjetivo y consecuente (la inteligencia). Aunque no siempre haya sido sabido y aceptado, lo cierto es que la técnica forma parte de la esencia de lo humano, y la técnica ha sido uno de los factores principales que han hecho posible la propia hominización.
También cada ser humano acaba siéndolo porque va accediendo a diversas habilidades que definen su cultura. Eso que llamamos educación, que no deja de ser la variante institucional de lo que en otros tiempos había sido la socialización, consiste en el progresivo dominio individual de numerosas técnicas. Aprender a leer y a escribir es, antes que acceder a un universo simbólico, adquirir destrezas en una serie de herramientas que se utilizan con el propósito de comunicar, es decir, de intervenir y modificar el entorno social en el que se vive. Esas herramientas y esas destrezas son técnicas, y no sólo en un sentido metafórico.
Se escribe con las manos. Los dígitos, antes que números que conformarán universos enteros, reales e imaginarios, son los dedos, ese ábaco con el que nuestros antepasados antes, y nuestros niños siempre, han aprendido a contar las cosas. Incluso contar las cosas en el sentido de contar historias, de narrar, tiene su origen en la propia actividad manual de contar, de señalar equivalencias entre diversos objetos en las primeras transacciones comerciales. Y no sólo escribir; leer y calcular son
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