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¿Sociedad Del Conocimiento?

mvbravi2 de Junio de 2015

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Consignas:

1 - Describa brevemente, pero de manera acabada el o los temas principales del artículo.

Nuevas creaciones son el "carrito de compras inteligente", que llama la atención del consumidor sobre las ofertas especiales, o la "raqueta inteligente", que con un sistema electrónico embutido permite al tenista un saque especial, mucho más potente. ¿Será éste el estadio final de la evolución intelectual moderna? ¿Una grotesca imitación de nuestras más triviales acciones cotidianas por las máquinas, conquistando así una consagración intelectual superior? La maravillosa sociedad del conocimiento aparece como sociedad de la información, porque se empeña en reducir el mundo a un cúmulo de informaciones y procesamientos de datos, y en ampliar de modo permanente los campos de aplicación de los mismos

El problema radica en que el concepto de inteligencia de la sociedad de la información -o del conocimiento- está específicamente modelado por la llamada ‘inteligencia artificial’", lo cual quiere decir que "estamos hablando de máquinas electrónicas que por medio del procesamiento de datos tienen una capacidad de almacenamiento cada vez más alta para simular actividades rutinarias del cerebro humano".

Robert Kurz

2 - Extraiga y detalle las ideas principales del artículo, tratando de evidenciar la posición del autor frente a él.

En “La Ignorancia de la Sociedad del Conocimiento”, Robert Kurz, entiende que vivimos en una sociedad del conocimiento porque estamos sepultados por informaciones. Nunca antes hubo tanta información transmitida por tantos medios al mismo tiempo.

El concepto de información no coincide de ningún modo con una comprensión bien elaborada del conocimiento.

Hace hincapié en el conocimiento trivial que es el conocimiento con el que crecen los adolescentes de hoy. Quienes se encuentran en la franja de los 40 años ya están tecnológica-comunicativamente armados.

Uno de los medios de comunicación predilectos es por escrito, el del “Short Message Service” (SMS). El máximo de comunicación está limitado a 160 caracteres.

El problema reside en el hecho de que el concepto de inteligencia de la sociedad de la información está modelado por la “inteligencia artificial”; es decir, máquinas electrónicas que por medio del procesamiento de datos tienen una capacidad de almacenamiento cada vez más alta para simular actividades rutinarias del humano.

Además, destaca que tanto para el comportamiento maquínico como para el humano, en la sociedad del conocimiento la base está dada por la informática, que sirve para programar secuencias funcionales. El conjunto de nuestras acciones en la vida está supervisado cada vez más por dígitos, reglas y señales de todo tipo.

Este conocimiento miserable de las señales, no es ningún conocimiento.

En torno al “sentido de la vida”, asevera que, la cuestión del sentido y de la finalidad de los propios actos de cada uno se hace imposible. Si los individuos se vuelven idénticos a sus funciones condicionadas, dejan de estar en condiciones de cuestionarse a sí mismos o al ambiente que los rodea. Estar “informados” significa estar “en forma”, formado por los imperativos del sistema de señales técnicas, sociales y económicas, para funcionar como una puerta de comunicación de un circuito complejo. La generación joven de la llamada sociedad del conocimiento es tal vez la primera en perder la pregunta sobre el “sentido de la vida”.

3 - Elabore un artículo de corte editorial, realizando al menos 5 citas bibliográficas de otros autores a elección. En este aspecto trate de buscar posturas alternativas o críticas, aunque no sean propias.

“Cuando la Sociedad del Conocimiento deviene en Sociedad de Ignorancia”

Eudald Carbonell Roura expresa que los ensayos de Antoni Brey, Daniel Innerarity y Gonçal Mayos, constituyen una síntesis lúcida de nuestro comportamiento social como especie.

La hiperconexión que se produce como consecuencia de la socialización de la revolución científico-técnica nos hace incrementar la complejidad en los procesos de relación social de especie, como nunca antes se había producido.

La tecnología y su socialización generan tensiones y divisiones en nuestras estructuras etológicas y culturales. No se ha producido, una socialización efectiva del conocimiento y ello impide que caminemos hacia la sociedad del pensamiento, tal como deberíamos hacer.

El individualismo debe dejar paso a la individualidad, es decir, las personas hemos de actuar no como especimenes, si no como constructores sociales, aportando de forma crítica nuestros conocimientos a la organización de la especie.

Solamente con una evolución responsable, construida a través del progreso consciente, podremos convertir conocimiento en pensamiento, alejándonos de este modo de la sociedad de la ignorancia.

Antoni Brey en la introducción de “La Sociedad de la Ignorancia y otros ensayos” expone que hasta fechas muy recientes la clasificación incluía únicamente dos categorías básicas. La primera, la de las comunicaciones uno a uno, correspondiente a una topología de formas lineales; en ella debemos incluir la comunicación oral, el teléfono, el telégrafo o el servicio postal. En una segunda categoría, formada por las comunicaciones uno a todos y representada por una topología en árbol en la que un único emisor hace llegar su mensaje a un número elevado de receptores, cabría inscribir la prensa escrita, los libros, la radio o la televisión.

Ha aparecido una nueva categoría en la clasificación topológica de la comunicación humana, la de todos con todos, asociada a una compleja forma de red. Se trata de un hecho que constituye una verdadera revolución.

Somos los protagonistas de un momento excepcional, un punto de inflexión en nuestra trayectoria como especie que nos lleva a plantear, a pesar de nuestra inevitable ausencia de perspectiva, la idea de que nos encontramos en el inicio de un nuevo período de la historia al que denominaremos, simplemente, la Segunda Edad Contemporánea.

Malos tiempos para la física teórica, sin duda, pero ¿por qué debería preocuparnos?, ¿por qué tendría que interesar a alguien estudiar física teórica? La situación puede ser interpretada como normal, razonable y comprensible, y muy en la línea de lo que hoy frecuentemente se exige al sistema educativo, es decir, que produzca lo que demandan las empresas y el tejido productivo de un país a fin de contribuir al progreso colectivo. Es natural que nadie aspire a estudiar física teórica si no le ha de servir para ganarse la vida adecuadamente.

En realidad, la elección de los jóvenes no es más que el reflejo de las prioridades de la sociedad. Así pues, la falta de interés por estudiar física teórica, u otras materias abstractas, complejas y con escaso recorrido en el mundo laboral, vendría a poner de manifiesto una inclinación colectiva creciente hacia lo pragmático y un desinterés por el conocimiento como fin en sí mismo. Y también podríamos pensar, en este caso, que no hay nada de preocupante en todo ello si no fuera porque implica cierta contradicción entre la realidad del mundo en que vivimos y uno de los pocos discursos centrales en estos días donde no abundan los discursos centrales: el de que nos encaminamos hacia una nueva utopía denominada Sociedad del Conocimiento ¿O no existe tal contradicción?.

Sociedad del Conocimiento; el término fue acuñado en 1969 por Peter Drucker. Invirtió la máxima de que «las cosas más útiles, como el conocimiento, no tienen valor de cambio» y estableció la relevancia del saber como factor económico de primer orden, es decir, introdujo el conocimiento en la ecuación económica y lo mercantilizó.

Lo relevante desde el punto de vista económico no era su cantidad o calidad sino su capacidad para generar riqueza, su productividad. Se trataba, sin duda, de un uso restringido de la palabra conocimiento, aunque completamente adecuado al contexto especializado de la teoría económica donde surgen tanto el concepto de Sociedad del Conocimiento como el de Sociedad de la Información.

Hoy, casi cuarenta años después, el término ha trascendido del círculo especializado de los expertos en economía y se ha convertido en un lugar común. Los políticos lo insertan en sus discursos para teñirlos de optimismo y muchos ciudadanos lo interpretan como el futuro deseable al que nos deben conducir las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. La Sociedad del Conocimiento se ha convertido en una nueva utopía, en una esperanza para tiempos desesperados, casi en la única expectativa colectiva que nos permite mirar hacia el futuro con cierta ilusión.

Es evidente que el origen inmediato del potencial utópico de la idea de una Sociedad del Conocimiento reside en su capacidad para proporcionarnos respuestas creíbles a la principal incertidumbre que nos plantea la dinámica del mundo actual: los efectos sobre la economía o, dicho de otra manera, sobre nuestro bienestar material.

La prosperidad derivada de los procesos liberalizadores es una realidad, pero lo es también el hecho de que no se ha distribuido uniformemente, sino al contrario, algunos han pagado un alto precio por dicha liberalización.

Buena parte de lo planteado por Druker es hoy una realidad. La tecnología ha propiciado el surgimiento de una Sociedad de la Información, organizada topológicamente como la Sociedad en Red descrita por Manuel Castells, en la cual la acumulación

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