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Abe esperar la buena voluntad de los gobiernos?


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2011  •  Tesis  •  2.089 Palabras (9 Páginas)  •  601 Visitas

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abe esperar la buena voluntad de los gobiernos?

Así y todo, las soluciones militares e intervensionistas que los gobiernos promueven y los medios prestigian no aparecen, a tenor de sus resultados, como mínimamente creíbles. Ninguno de los conflictos abordados desde la perspectiva militar ha tenido solución. Más bien, podemos decir que las soluciones ofertadas por esa panoplia de intervenciones de nuevo-viejo cuño (interposición de paz, mantenimiento de la paz, imposición de paz u otros similares) no han hecho sino complicar más aún las cosas, restando legitimidad a la ONU, principal promotora de estas, y desenmascarando el papel de fuerza imperial de la OTAN, principal baza de esta nueva conflictividad internacional. Tal es el maremágnun de desprestigio que hasta en él han caído las O.N.G.s, a las cuales muchas veces se les ha criticado, con excesivo rigor y de manera interesada y cicatera, el llegar tarde y sin grandes soluciones a los conflictos abiertos. Una crítica muy extendida en los espacios más inconformistas tiende a considerar la ayuda humanitaria prestada por las ONG´s como mera ayuda paliativa y a las propias ONG´s, o a su mayoría, como entidades apéndice del entramado de intereses militares, como una especie de misioneros de su imperialismo y benefactoras de pingues beneficios.

Si tampoco las ONG´s pueden aparecer como agentes de cambio, o no del todo, ¿Qué vale? ¿O sólo nos queda una cínica resignación y conformismo en evitar, ya que no transformar, los perfiles más duros de estos conflictos?

Al propio movimiento pacifista, aún cuando se le desconoce y banaliza, se le reprocha su falta de respuestas ante los conflictos armados y tampoco sus protestas parecen incorporar pautas de una acción más afinada.

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5.- Tomar conciencia de nuestra responsabilidad.

Quizá la idea más básica de este artículo sea la de que debemos concienciarnos de nuestra responsabilidad en los conflictos externos, en las guerras, en las violaciones, en las hambrunas, en la conculcación de los derechos humanos. Es la idea más básica porque a partir de esta base nos es posible construir alternativas. Si realmente somos conscientes de que nuestras políticas gubernamentales son vectores de injusticia y de guerras, si somos conscientes de que estas políticas dependen de nuestra actividad política (o lo que es más triste, de nuestra ausente o delegadora actividad política), seremos conscientes, en buena lógica, de que el cambio puede provenir de nuestra acción política.

Se puede esgrimir como argumento o como excusa que el actual sistema político no permite nuestra participación comprometida en estos y otros asuntos. Y ahí está la clave: el actual sistema político de democracia representativa y de delegación nos conduce a la pasividad. Y dado que en lo concerniente a la política internacional, a la "cooperación" y a las "acciones humanitarias", las actuaciones del poder son injustas, nuestra pasividad no es neutra, es una pasividad cómplice.

La toma de conciencia nos permitirá un cambio de actitud que se verá reflejada en un cambio de actuación política. ¿Pero cómo ha de ser ésta?

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6.- Algo distinto que esperar: un nuevo concepto de defensa y una nueva metodología de acción internacional.

Dado que desde la perspectiva actual es imposible una solución realmente transformadora de los conflictos internacionales, nuestra propuesta pasa por un cambio radical y revolucionario de enfoque del problema:

avanzar hacia la definición y aplicación de un nuevo concepto de defensa del que deriven nuevas políticas internacionales y de cooperación.

abordar los conflictos internacionales desde claves internas, antigubernamentales y estructurales, como explicaremos más adelante.

6.1.- Un nuevo concepto de defensa: la defensa social.

Ante la indefinición interesada que propugnan los elementos estatales, nuestra propuesta es una visión estructural del conflicto en el que el objetivo ya no es tanto la actuación en los conflictos cuando ya han explotado como la prevención anterior de los mismos mediante la creación de un clima político económico, social y cultural que permita una paz positiva y estable a largo plazo. El concepto de paz ya no está exclusivamente relacionado con la violencia directa (la que tiene que ver con las agresiones directas, homicidio, guerras) sino con las causas estructurales que provocan violencia estructural (racismo, hambre, marginación, explotación económica, imposición religiosas o política, etc.) que explotan en conflictos no necesariamente bélicos (migraciones, hambrunas, conflictos religiosos, ...).

Ante un concepto de seguridad basado en la seguridad militar del territorio contra la agresión externa y la seguridad del estado nación y de los intereses de la clase dominante, nuestra propuesta tiene más que ver con el ser humano (con las posibilidades que tiene la gente de vivir en una sociedad que permita la libertad para ejecutar las diversas opciones, que potencie el acceso a las necesidades mínimas y a las oportunidades sociales para desarrollar una vida digna y plena). Nuestro concepto de defensa atiende a la seguridad en la vida cotidiana, ante aquellas situaciones que realmente suponen un peligro: la amenaza de ante la enfermedad, ante el hambre, ante el desempleo, ante el delito, ante la represión política, ante los riesgos del medio ambiente, ...

Hablamos, por ello, de un nuevo concepto de seguridad, entendida como seguridad humana, y de un nuevo modelo de defensa acorde con éste: la defensa popular noviolenta, de la que nos hemos extendido en otras ocasiones y el cual fue objeto de trabajo temático en los Encuentros de Avila del año 1999.

Nuestro concepto de seguridad es universal, pues es pertinente a todo el mundo, tanto en países ricos como en países pobres. Hay muchas amenazas que con comunes a toda la gente, como el desempleo, los estupefacientes, el delito, la contaminación y la violación de derechos humanos. Su intensidad puede variar de un lugar a otro, pero todas esas amenazas contra la seguridad humana son reales y van en aumento.

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