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Enviado por   •  22 de Junio de 2021  •  Trabajos  •  5.029 Palabras (21 Páginas)  •  145 Visitas

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Trabajo integrador final.

Modalidad de presentación: en parejas o individual.

El trabajo podrá tener dos modalidades.

Modalidad 1. LA que preferimos

Leer a un/a niñx de primero, segundo o tercer grado (entre 5/6 y 8/9 años) un cuento y el análisis.

En este caso el/la niñx puede ser (lo sugerimos) un/a niñx conocido (hijo/pariente/vecino/alumnitx Particular) para que, de esta manera, se facilite el andamiaje.

LA lectura debe contar con:

a) Una activación de conocimientos

b) Una lectura dialogada

c) Una re narración andamiada del cuento.

La interacción deberá filmarse, desgrabarse y analizarse.

a) Pautas del registro. El registro debe incorporar por lo menos una situación completa de interacción entre un adulto y un niño. Es importante que en este intercambio el adulto utilice las estrategias de andamiaje trabajadas en clase. LA grabación deberá durar entre 5 y 10 minutos. En el caso de que las interacciones sean muy breves (andamiajes con bebes) el registro deberá incorporar varios intercambios que duren no menos de 5 minutos.

La desgrabación deberá incorporar el siguiente formato:

  • Una breve descripción del niño/a (nombre, edad) y la situación en la que se lleva a cabo el registro.

La desgrabación debe estar organizada de la siguiente manera:
Acciones

Emisiones

  • Deben transcribirse las acciones y emisiones de tal forma que puedan ser leídas de corrido. Ej.

Acciones

Emisiones

M (mamá) mira a S (Sofía) y agita un

sonajero.

S manotea el sonajero y se ríe.

M: mirá Sofi, mirá lo que te trajo mamá.

S: uh, uh

S: ooo, ooo

M: ¿querés que mamá te dé el sonajero?

Es muy pesado para vos

Se puede andamiar distintas situaciones: un juego, una situación de alimentación cambiado, etc.; una lectura de cuentos, una conversación entre otras.

b) Análisis. Deberán tomarse todas las intervenciones del adulto y caracterizar las intenciones comunicativas, las estrategias de andamiaje utilizadas y las consecuencias observables en el habla/el comportamiento del niño (consultar el módulo “Hablar y escuchar en el aula ¿para qué?”).

c) Relación con la teoría. Deberá vincularse el andamiaje del adulto con, al menos, tres textos de la bibliografía. Por ejemplo se podrá caracterizar el desempeño lingüístico del niño, vincular las estrategias de andamiaje con los contenidos del diseño de maternal, caracterizar el formato de andamiaje, si el niño produce un relato se lo podrá relacionar con las características del relato infantil, entre otras posibles relaciones.

Cuento: cuentos de Terron para Franco – Vol. VII – Los hermanos Ávalos[pic 5]

HUGO MITOIRE

Los hermanitos Ávalos eran nueve; o mejor dicho, fueron nueve alguna vez.

Como habitualmente ocurre en la gente humilde de campo, suelen tener a todos los hijos seguidos, uno detrás de otro. Y así eran estos hermanitos, casi en escalerita. Cuando les ocurrió esta primera desgracia que voy a contarles, el mayor tenía once, y le seguían el de diez, nueve, y ocho; después venían otros tres seguidos, de seis, cinco y cuatro, y lo completaban una nena de dos y un bebé recién nacido, de apenas una semana de vida.

Vivían en Cancha Larga, a media legua de la panadería del tío Aldo, un lugar muy inhóspito y casi inaccesible, donde sólo se podía llegar a pie o a caballo, atravesando montes, picadas y esteros. Desde la panadería, uno podía llegar hasta el ranchito de mala muerte donde vivían, internándose por una picada muy angosta entre montes y pajonales.

El ranchito estaba ubicado a orillas del monte y a unos veinte metros comenzaba un gran estero. El lugar era una pequeña loma pelada de tierra blanca, rodeada de espartillos, cardos y pichanas. Algunas palmeras y un gran algarrobo en el patio. Las paredes de la vivienda eran de enchorizado de barro y el techo de paja; en el marco de la puerta, una cortina de bolsa de arpillera. Tenía un solo habitáculo de unos cinco metros por seis, y allí vivían y dormían todos, los once integrantes de la familia. No había chiquero de chanchos ni gallinero, porque a los chanchos y a las gallinas hacía mucho que ya se los habían comido. No tenían vacas, ovejas ni chivos, y el único caballo que supieron tener, se había muerto de viejo hacía más de tres meses.

El sitio era tan agreste y la tierra tan blanca y reseca que no servía para ningún cultivo y, por lo tanto, allí no podía crecer ni brotar ningún tipo de planta comestible. Los únicos vegetales que abundan en sitios así son los pajonales resecos, los cardales y tunas, y por supuesto, algarrobos, aromitos y palmeras.

Yo recuerdo haber visto ese lugar y el ranchito, una vez que pasamos cerca de ahí con el tío, cuando íbamos a cazar a la Cañada Címbaro: era realmente estremecedor el cuadro, ese paisaje era pura desolación, tristeza y miseria.

Y si ver esto ya causaba una gran tristeza, ni les cuento lo que era ver a los integrantes de la familia: eran espectros humanos, personas que solo tenían piel y huesos, con los ojos hundidos en sus cuencas, las miradas resignadas y perdidas, un andar penoso arrastrando los pies y las ropas andrajosas que flameaban en sus cuerpos raquíticos. Toda esta impresión se acentuaba más aún, porque todos eran muy bajitos: el padre no llegaba al metro y medio de altura, y era el más alto de la familia.

Recuerdo que cada tanto el hombre venía con su hijo más grande a hacer algunas changas en la panadería, y el tío le daba unos pesos y además le regalaba media bolsa con galletas y un poco de grasa para freír. Pero en general, el hombre no tenía ni conseguía trabajo, apenas si cada tanto le daban algunas changas como la del tío; pero con eso, claro está, es imposible dar de comer todos los días a once personas.

Y toda esta situación –ya podemos suponer con toda lógica– desemboca en la falta de alimentación, que rápidamente lleva a la desnutrición, luego al debilitamiento y las enfermedades… y la muerte, claro.

En esa época al país lo gobernaban los militares, y por supuesto, cualquiera puede imaginarse lo que eso significaba: no había ningún tipo de ayuda social ni de asistencia alimentaria, ni nada. No había posibilidad siquiera de reclamar en algún lado. La gente como los Ávalos, de una pobreza extrema y sumida en la absoluta miseria e ignorancia, estaba condenada.

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