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Analisis De EL SIGNO

pamelagc19 de Octubre de 2013

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EL SIGNO

Humberto Eco

El signo es entendido, en su proceso signico, de diversas maneras, según como actué. Entendiéndose como signo al elemento que reemplaza a otro objeto o lo representa desde cierto punto de vista, a la vez que abarca significante, significado y referente.

El signo es identificado en el proceso de comunicación, pues es usado con el fin de transmitir algún mensaje o información; dando lugar a la fuente, emisor. Canal, y destinatario; que es aplicado en cualquier proceso comunicativo.

La comunicación se hace posible por la existencia de un código, o por un sistema de significación. Sin un código o un sistema de significación, no hay un conjunto de reglas para determinar cómo la expresión de los signos es que se correlaciona con su contenido.

El uso de un código o un sistema de significación con el fin de correlacionar la expresión y el contenido de las señales puede ser necesario a fin de establecer cualquier forma de comunicación.

Además el signo actúa en el proceso de significación, pues mediante las palabras se identifican con las cosas. Según Platon y Aristóteles en los procesos signico se deberían distinguir: el semainon que vendría a ser el signo propiamente dicho, el semainomen o sea lo que es dicho por el signo y finalmente el pragma, que es el objeto final del cual se refiere el signo.

En cuanto a la relación existente entre significado y referente es totalmente arbitraria, esto quiere decir que no hay razón alguna para llamar por ejemplo: /perro/ a un perro.

También existe tres maneras en las que el signo es considerado: semántica, sintáctica y pragmáticamente.

Semánticamente el signo es considerado objetivamente o sea en sentido denotativo

Sintácticamente, se considera en relación de los significados entre y la relación que guarda con su propia estructura.

Finalmente pragmáticamente, es cuando estudia la relación entre los significante e intérpretes, teniendo mayor la expresión de significados.

Se explica que un código es una regla que relaciona los elementos de una expresión de plano con los elementos de un contenido plano. Un "código" es un instrumento para la conexión de la expresión de los signos de su contenido, y es un dispositivo que genera correlacional de 'sign-funciones.

Un código es también una norma para la producción de signos y la interpretación, en el que se determina la forma en la expresión y el contenido de las señales deben ser correlacionados.

El signo es clasificado según su fuente, donde se incluye en la categoría signo a todos los tipos de señales que comunican de alguna manera y que el hombre y los demás reciben de otros seres; describiéndose la significación e inferencia.

Se distingue también al signo según el grado de especificación en donde hay dos tipos de signos: artificiales, que son los que se emiten conscientemente y naturales o expresivos, cuando son síntomas de disposiciones de ánimo.

Los signos son clasificados por el grado de conciencia de su emitente y la intención: signos comunicativos y expresivos. Después se distingue al signo por el canal físico y el aparato receptor humano como el tacto, olfato, vista, etc.

También según su significado semántico: signos unívocos que son los que poseen un solo significado, por ejemplo los sinónimos.

Los signos equívocos, tienen distintos significados, por ejemplo en caso de homonimia.

Signos plurales, en lo que existe connotación. Y por último los signos vagos, llamados símbolos, pues mantienes una relación alusiva con los significados.

La semiótica estudia los procesos culturales como procesos de comunicación, y sin embargo, cada uno de dichos procesos parece subsistir sólo porque por debajo de ellos se establece un sistema de significación.

El proceso de significación se verifica sólo cuando existe un código. Un código es sistema de significación que reúne entidades presentes y entidades ausentes. Siempre que una cosa materialmente presente a la percepción del destinatario representa otra cosa a partir de reglas subyacentes, hay significación.

Debe quedar claro que el acto perceptivo del destinatario y su comportamiento interpretativo no son condiciones necesarias para la relación de significación, basta que el código establezca una correspondencia válida para cualquier destinatario posible, aun cuando de hecho no exista ni pueda existir destinatario alguno.

Por lo tanto un sistema de significación es una construcción semiótica autónoma que posee modalidades de existencia totalmente abstracta, independiente de cualquier posible acto de comunicación que las actualice.

Signos que se distinguen por el tipo de vinculo que se presume con el referente (icono símbolo índice), signos que se distinguen por el comportamiento que estimulan en el destinatario donde los distingue en identificativos, designativos, apreciativos, prescriptivos, formativos y adscriticos. Luego analiza las funciones del discurso y distingue las funciones del lenguaje.

En cuanto estructura de los signos lingüísticos se observa una distinción entre signos simples, un ejemplo de signo simple podría ser ven y complejos, como “ven mañana”. Veremos que los componentes más importantes en la estructura de un signo son los monemas (conjunto de fonemas que se podrían identificar como palabras), los fonemas (sonido representado por una letra) y los lexemas (una unidad léxica).

Esto nos lleva a un gran rasgo de la comunicación con signos donde nos muestra que es la forma en que se articulan los elementos y los significados en el acto del habla, y el signo interviene en el por medio de la lengua, del habla, y el discurso o “sema” que es el contenido del mensaje o su significado.

Paradigma y sintagma son conceptos que a mi parecer, son fáciles de entender siguiendo la explicación del libro, al conceptualizar como paradigma como un repertorio de unidades combinables y estas a su vez se reúnen en un sintagma.

El signo es el resultado de las agregaciones y articualaciones, y lo paradigmas son sistemas, en los que cada elemento se distingue del otro por rasgos de oposición.

Eco realiza una valiosa arqueología de cinco conceptos fundamentales: signo, significado, metáfora, símbolo y código, tomándolos en consideración desde el punto de vista histórico y en el contexto del marco teórico esbozado en sus obras anteriores Tratado de semiótica general (1975) y Lector in fabula (1979), a las que remite con frecuencia. El modelo de "arqueología" que sigue el que propuso Aristóteles en la Metafísica: "Una vez establecida la necesidad de determinar un objeto de la filosofía primera y que ese objeto es el ser, se procede a examinar lo que han dicho de él quienes lo abordaron antes. Este es el acto de coraje filosófico y semiótico que en palabras de Humberto Eco hace posible la Metafísica: "¿Qué es el ser, puesto que se dice de muchas maneras? Precisamente lo que se dice de muchas maneras. Cuando reflexionamos sobre esta solución, advertimos que todo el pensamiento occidental se apoya en una decisión arbitraria. Pero qué arbitrariedad más genial" (p. 12).

En esta perspectiva, Eco establece un sólido y —en mi opinión— fecundo campo de encuentro entre la semiótica general y la filosofía del lenguaje capaz de revitalizar a ambas, al tiempo que se avanza decisivamente en una comprensión multidisciplinar del lenguaje. La semiótica general es para Eco "la forma más madura de una filosofía del lenguaje tal como lo fue en Cassirer, en Husserl o en Wittgenstein" (p. 14). El filósofo contemporáneo del lenguaje —si logra superar cierta barrera de algunos términos técnicos de la semiótica que, en ocasiones, no se introducen con suficiente explicación: "catacresización", "actancial", "funtivo", etc. — descubre a lo largo de las páginas de Eco tanto la anchura como la profundidad histórica de su disciplina, atrofiada quizá por la filosofía analítica de origen británico. Los filósofos más apreciados y citados en este libro son, entre los antiguos, Aristóteles, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, y, entre los modernos, Charles S. Peirce. Eco estudia detenidamente, con rigor y admiración, algunos de sus textos, para enfrentarse con la tradición contemporánea estructuralista y deconstructivista, proporcionando un marco más vivo en el que reinterpretar tanto los viejos conceptos como las más recientes aportaciones de las diversas disciplinas lingüísticas. Como ha escrito W. Castañares, se trata de realizar una relectura de la historia de la filosofía sub specie semioticae (Revista de Occidente, 118, III/91, p. 142). En cierta medida, Eco relee también sus obras precedentes al enfrentarse en algunos pasajes con "la tradición estructuralista": en particular, el capítulo quinto sobre el uso intensivo y equívoco de la noción de código en la semiótica de las últimas décadas puede considerarse como "una auto-crítica aplicable también a muchos otros autores" (p. 290).

Dos son, a mi juicio, las claves conceptuales de este libro. La primera es el descubrimiento de que la idea originaria de signo "no se basaba en la igualdad, en la correlación fija establecida por el código, en la equivalencia entre expresión y contenido", sino que —siguiendo de cerca a Peirce la idea más básica de signo es la de inferencia, interpretación, semiosis: el signo no es sólo algo que está en lugar de otra cosa, sino que es siempre lo que nos hace conocer algo más; el signo es instrucción para la interpretación. A su vez, el significado

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