Bibliotecologia E Informacion
FabyTorres20149 de Junio de 2014
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EL NUEVO ROL DEL BIBLIOTECARIO Y SUS COMPETENCIAS
José Antonio Frías
Facultad de Traducción y Documentación.
Universidad de Salamanca.
0. Introducción.
Hace ya diez años, uno de los ponentes de las IX Jornadas Bibliotecarias de Andalucía comenzaba su exposición planteando las siguientes cuestiones: ¿cómo será el bibliotecario del siglo XXI? ¿se trata de un nuevo enigma histórico? (López Yepes, 1996, p. 277). Es, probablemente, uno de los interrogantes más repetidos en las jornadas y encuentros profesionales de los últimos años. Cuestiones como las responsabilidades profesionales, formación, evolución, competencias de los bibliotecarios y documentalistas ante la introducción de las nuevas tecnologías en las bibliotecas (más reciente es hablar de biblioteca digital) son recurrentes en cualquier foro de debate profesional que se precie.
1. El rol del bibliotecario: evolución de las funciones, evolución de la profesión.
El desarrollo de las profesiones es una de las características fundamentales del siglo XX. Los avances en el conocimiento y la creciente complejidad de la sociedad occidental han favorecido la profesionalización de la sociedad. A pesar de que las profesiones tienen en la mayoría de los casos un origen medieval, los primeros intentos de estudiarlas de forma sistemática han tenido lugar en el pasado siglo.
Los sistemas bibliotecarios actuales son un ejemplo clásico de cómo se origina y desarrolla una nueva institución cultural en el seno de una civilización. Indudablemente había colecciones de libros en las denominadas "bibliotecas" de la Antigüedad o el Renacimiento, pero la biblioteca, tal como la concebimos en la actualidad, era algo inexistente. De ahí que no se pueda hablar de una profesión bibliotecaria estructurada como tal hasta el siglo XIX, aunque la existencia de bibliotecas indudablemente haya tenido como consecuencia la existencia de bibliotecarios desde la Antigüedad (Butler, 1951, p. 24).
Siguiendo la cronología establecida por Fondin (1987) al estudiar la evolución del papel y de las funciones de bibliotecario y documentalista en Francia, podríamos distinguir los siguientes períodos:
1. Hasta 1850: bibliotecario erudito, estudioso, romántico o conservador.
2. 1850-1900: comienzo del profesionalismo.
3. 1900-1945: época del bibliotecario pedagogo.
4. 1945-1970: distanciamiento profesional de bibliotecarios y documentalistas.
5. 1970-1990: ordenadores, sinergia y crisis de identidad profesional.
6. 1990- : Internet, ciberespacio y bibliotecas digitales.
Este nuevo escenario digital ha venido a ampliar el debate sobre el papel de los bibliotecarios en la reciente bibliografía profesional. Nadie parece discutir la necesidad de replantear los objetivos y el perfil de los profesionales en las bibliotecas del futuro, pero el abanico de opiniones emitidas tiene un límite evidente: su concreción depende, aparte de nuestra actitud y de nuestra voluntad, de algunos factores que no podemos controlar. En síntesis, las opiniones emitidas van desde quienes propugnan una adaptación de los conocimientos y técnicas bibliotecarias a las nuevas exigencias tecnológicas e informativas hasta las de quienes relegan a la biblioteconomía y a los bibliotecarios al "cubo de la basura" de una sociedad sin papel .
2. Bibliothecarius technologicus: ¿un conjunto de prácticas confusas y discontinuas?.
Sería erróneo pensar que las revoluciones en curso no conciernen más que al mundo de la investigación o de la documentación. Los bibliotecarios estamos asistiendo a una doble evolución: la de los medios y los usos de la investigación documental y la de los consumos culturales y lúdicos. En la medida en que la economía se convierte cada vez más en una economía de la información y las industrias culturales y de ocio están reemplazando a la industria de la información (sólo hay que constatar el impresionante número de artículos sobre Internet y las autopistas de la información que se publican en la prensa destinada al gran público, la televisión por cable y la fórmula de pay per view, etc.), los profesionales de la información nos encontramos en el corazón de los cambios económicos y sociales.
El estado actual de incertidumbre, incluso de confusión, es inevitable. Cada vez que aparece algo nuevo que perturba lo que existía previamente, nos esforzamos en mantenerlo dentro de límites tranquilizadores. Y así hemos procedido los bibliotecarios cada vez que se ha incorporado algún nuevo soporte documental a nuestras colecciones . Con los documentos electrónicos está ocurriendo algo similar: aún continúan siendo vistos como libros (al menos simbólicamente). En este período de incertidumbre no es posible ofrecer una doctrina o un análisis bien fundamentado. Nuestra intención, por tanto, es mucho más modesta: bajo el epígrafe que hemos tomado prestado del artículo de Line (1998), vamos a hacernos eco de una serie de reflexiones, de interrogacio¬nes y de intuiciones sobre los retos actuales y el futuro previsible de los profesionales en las bibliotecas del siglo XXI.
En primer lugar, no podemos olvidar que las bibliotecas forman parte de unas "sociedades del bienestar" (en el caso de los países desarrollados) que se están replanteando el concepto de servicio público. Esto ha provocado que, desde hace algún tiempo, se hayan visto obligadas a gestionar sus recursos con criterios más empresariales y a incrementar sus ingresos. En segundo lugar, lo que podríamos denominar casi monopolio de la información que habían detentado las bibliotecas ha desaparecido. En la medida en que la información ha aumentado su valor en la sociedad, han aparecido una serie de servicios de información que comercializan esta información al margen de las bibliotecas. Incluso en sociedades poco desarrolladas desde el punto de vista de la información como la española, en los últimos años han aparecido empresas de servicios en nuestro sector, propiciadas por la necesidad de transportar enormes masas de información manual a soporte informático.
Si a estos factores unimos el desarrollo de nuevos valores en la sociedad postindus¬trial, la "sacralización" de la noción de cibernética y los nuevos vínculos entre información y espectáculo se nos dibuja un paisaje francamente inestable. Así pues, antes de interrogarnos sobre las características de los profesionales y especialistas que vamos a necesitar en un futuro próximo, sería conveniente plantearnos, a grandes rasgos, qué tipo de bibliotecarios existirán en el futuro. Hace ya casi veinte años, Fondin (1987, p. 123) hablaba de cuatro tipos de profesionales necesarios en última década del siglo XX:
(1) el bibliotecario de conservación, o conservador, o archivero.
(2) el bibliotecario de lectura.
(3) el bibliotecario especializado o documentalista.
(4) el analista de contenido.
En la misma línea, y mucho más recientemente, la propuesta de titulación de grado en Información y Documentación, publicada como libro blanco (Título de grado en Información y Documentación, 2004), y que es el resultado de la colaboración de todos los centros universitarios españoles que actualmente imparten la diplomatura en Biblioteconomía y Documentación y/o la licenciatura en Documentación, y representa el consenso de todos ellos en esta nueva titulación que responde a los requerimientos de Bolonia, ha establecido las siguiente orientaciones profesionales para los titulados universitarios de Información y Documentación:
– Bibliotecas generales, ya sean nacionales, públicas, universitarias, de centros de enseñanza primaria y secundaria, parlamentarias, etc.
– Bibliotecas especializadas y centros de documentación de la Administración pública, de empresas, de medios de comunicación, editoriales y librerías, asesorías y consultorías legales, de informática y tecnologías, de servicios bibliográficos y documentales, etc.
– Archivos nacionales, archivos de instituciones y organismos de la Administración pública y archivos privados (eclesiásticos, de empresa y de otros organismos...).
– Empresas de creación y difusión de bases de datos, de creación de sistemas de almacenaje y recuperación de la información, sistemas de información, portales de Internet, empresas de creación de contenidos editoriales, etc.
Aunque no con la misma intensidad, todos estos profesionales se han visto afectados por los cambios producidos en los últimos años en las bibliotecas. Dejando a un lado los archivos, estos cambios están configurando unas tendencias que se manifiestan en diferentes aspectos del ejercicio profesional. Ya en la década pasada, Anglada (1993) citaba los siguientes elementos:
(1) Se ha pasado de un período de expansión constante de recursos a otro de estabiliza¬ción e incluso de reducción de éstos.
(2) Hemos dejado atrás una época en que la necesidad de bibliotecas era algo evidente y hemos entrado en otra en la cual la existencia va a depender de la visualización de resultados.
(3) El énfasis que se ponía en la propiedad de información se ha desplazado hacia la accesibilidad de ésta.
(4) Los servicios bibliotecarios están evolucionando de una organización orientada al producto a otra orientada al usuario.
(5) Se ha pasado de la consideración de la información
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