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Buenas Maneras


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2012  •  Ensayos  •  2.172 Palabras (9 Páginas)  •  615 Visitas

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Buenas Maneras.

1. El aseo en nuestra persona debe hacer un papel importante en nuestras diarias ocupaciones; y nunca dejaremos de destinarle la suma de tiempo que nos reclame, por grande que sea la entidad y el número de los negocios a que vivamos consagrados.

2. Así como no debemos nunca entregarnos al sueño sin alabar a Dios y darle gracias por todos sus beneficios, lo que podría llamarse asear el alma, tratando de despojaría por medio de la oración de las manchas que las pasiones han podido arrojar en ella durante el día, tampoco debemos entrar nunca en la cama sin asear nuestro cuerpo; no sólo por la satisfacción que produce la propia limpieza, sino a fin de estar decentemente prevenidos para cualquier accidente que pueda ocurrirnos en medio de la noche.

3. Esto mismo haremos al levantarnos. Luego que hayamos llenado el deber de alabar a Dios, y de invocar su asistencia para que dirija nuestros pasos en el día que comienza, asearemos nuestro cuerpo todavía más cuidadosamente que al acostarnos.

4. Es posible que alguna vez no podamos asearnos bien antes de entrar en la cama, porque el sueño, el cansancio, o cualquiera otra circunstancia propia de la hora nos lo impida; más al levantarnos no lo omitamos jamás. Entonces, nos bañaremos, o lavaremos la cara con dos aguas, los ojos, los oídos, interior y exteriormente, todo el cuello alrededor, etc. etc., nos limpiaremos la cabeza y nos peinaremos. El baño diario es imprescindible para conservar una limpieza perfecta. Se aconseja completarlo con un lavado general al final del día antes de irse a acostar, o viceversa; el baño en la noche y el lavado general por la mañana. Aunque no está de más decir que en verano y siempre que se tenga tiempo se puedan tomar dos o más baños.

5. No nos limitemos a lavarnos la cara al tiempo de levantarnos: repitamos esta operación por lo menos una vez en el día, y además, en todos aquellos casos extraordinarios en que la necesidad así lo exija.

6. No empleemos en ningún otro uso la toalla que destinemos a enjuagarnos la cara.

7. Acostumbrémonos a los baños completos de cabeza a pies, con el objeto principal de asearnos. Nuestra habitual transpiración, el clima en que vivamos, y las demás circunstancias que nos sean personales, nos indicarán siempre los períodos en que ordinariamente hayamos de usarlos; pero tengamos entendido que en ningún caso podrán estos períodos pasar de una semana. Cualesquiera que sean nuestras circunstancias, debemos bañarnos diariamente, si para ello no tenemos incovenientes insuperables.

8. Como los cabellos se desordenan tan fácilmente, es necesario que tampoco nos limitemos a peinarlos por la mañana, sino que lo hagamos además todas las veces que advirtamos no tenerlos completamente arreglados.

9. Los hombres que se dejan crecer la barba, deben también peinarla varias veces en el día; y en cuanto a los que usan bigote, además de lavárselo con frecuencia, deben impedir que llegue a caer sobre los labios, para que no quede siempre en aquél una parte de las comidas y bebidas que se llevan a la boca. Téngase presente que siempre es asquerosa y repugnante a la vista una barba demasiado grande.

10. Al acto de levantarnos debemos hacer gárgaras, lavarnos la boca y limpiar escrupulosamente nuestra dentadura interior y exteriormente. Los cuidados que empleemos en el aseo de la boca, jamás serán excesivos. Pero guardémonos de introducir el cepillo en el vaso, y de cometer ninguna de las demás faltas de aseo en que incurren las personas de descuidada educación al ejecutar estas operaciones.

11. Después que nos levantemos de la mesa siempre que hayamos comido algo, debemos limpiar cuidadosamente nuestra dentadura; pero siempre a solas. No hay espectáculo más feo, aun para las personas más íntimas, que el uso del escarbadientes o los dedos introducidos en la boca. Para eso existen las salas de baño, donde podremos asearnos a solas.

12. Cualquiera que sea el instrumento que empleemos para limpiarnos los dientes, no debe ser nunca tan pequeño que nos obligue a introducir los dedos en la boca, para alcanzar a la parte interior de la dentadura.

13. El que se afeita debe hacerlo, si es posible, diariamente. Nada hay más repugnante que esa sombra que da a la fisonomía una barba renaciente, ni hay, por otra parte, en los hombres, un signo más inequívoco de un descuido general en materia de aseo.

14. Nuestras manos sirven para casi todas las operaciones materiales de la vida, y son por lo tanto la parte del cuerpo que más expuesta se halla a perder su limpieza. Lavémoslas, pues, con frecuencia durante el día, y por descontado, todas las ocasiones en que tengamos motivo para sospechar siquiera que no se encuentran perfectamente aseadas.

15. Siempre que hayamos ejecutado con las manos alguna operación que racionalmente pudiera su ponerse haberlas hecho perder su limpieza, las lavaremos inmediatamente, aun cuando estemos seguros de no haber así sucedido, especialmente si somos observados por alguna persona.

16. Los que fuman, deben procurar impedir que sus dedos tomen esa mancha de un feísimo amarillo subido que va formando el humo, la cual no sólo da a las manos un mal aspecto, sino un olor verdaderamente insoportable.

17. Las uñas deben recortarse cada vez que su crecimiento llegue al punto de oponerse al aseo; y en tanto que no se recorten, examínense a menudo, para limpiarlas en el momento en que hayan perdido su natural blancura. Suele usarse el dejarlas crecer demasiado, bien que conservándolas siempre aseadas; pero no encontramos a esto ningún objeto, ni menos agradable, y creemos por lo tanto injustificable la pérdida del tiempo que bajo esa costumbre se necesita emplear para prevenir constantemente el desaseo.

18. Otros, por el contrario, se recortan las uñas con tal exceso, que llegan a lastimar la parte en que se encuentran fuertemente adheridas a los dedos. Esta costumbre que en nada contribuye al aseo ni a la comodidad, no da otro resultado que el ir disminuyendo la extensión natural de la uña, hasta dejar el dedo imperfecto y con una desagradable apariencia.

19. Algunas personas suelen contraer el hábito de recortarse las uñas con los dientes, hasta el punto de hacerlo maquinalmente aun en medio de la sociedad. A más de producir esto el mismo mal indicado en el párrafo anterior, envuelve una grave falta de aseo, por cuanto así se impregnan los dedos de la humedad de la boca, con la cual el hombre verdaderamente fino y delicado no pone jamás en contacto otros cuerpos, que aquellos que sirven a satisfacer las

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