CONVENIENCIA DE ESTABLECER UN ENCAJE OBLIGATORIO, POR PARTE DEL GOBIERNO COLOMBIANO Y EL BANCO DE LA REPUBLICA, A LOS CAPITALES DE CORTO PLAZO COMO MEDIDA PARA FRENAR LA REVALUACION DEL PESO.

Colombia, como la mayoría de países emergentes y latinoamericanos experimentó una creciente entrada de capitales a partir de la década de los noventa, provocado principalmente por la caída de las tasas de interés en Estados Unidos y Europa, crisis financiera y desaceleración económica en países industrializados, crecimiento económico sostenido y disminución de la percepción de riesgo país. Al inicio de la década de los noventa Colombia adopta y aplica políticas de apertura económica eliminando las barreras al comercio, casi en su totalidad, y la gran mayoría de restricciones a los flujos de capital, específicamente y principalmente a la inversión extranjera. Así mismo, el régimen cambiario pasó de ser controlado a un esquema de tasa de cambio determinada por las condiciones de oferta y demanda del mercado. Como consecuencia de la adopción de las medidas mencionadas, que desencadenó en una flexibilización de las restricciones a los flujos de capital, la economía colombiana experimenta un incremento significativo de inversión extranjera directa (IED), la cual se convierte en la principal herramienta de financiamiento del crecimiento económico de la primera parte de la década de los noventa. Sin embargo, a finales de la década de los noventa Colombia sufre una fuerte crisis financiera, un importante deterioro fiscal e incertidumbre generada por la situación interna de seguridad del país, ocasionando una disminución en el ingreso de flujos de capital del exterior, principalmente los representados en inversiones extranjeras en portafolios y fondos de inversión en Colombia.

La economía colombiana inicia su proceso de recuperación en el segundo semestre del 2001, consolidándose en el 2003, año en el cual Colombia registra una de las tasas de crecimiento más altas de la región (3,64%). La recuperación económica del país se debió principalmente al sector privado, a la sostenibilidad de la situación fiscal, al notorio mejoramiento de la percepción de la seguridad interna del país y a la disminución del riesgo, tal como afirma Salomón Kalmanovitz:

“A diferencia del auge insostenible de la economía a principios de la década de los 90, el actual es más moderado y depende poco del crédito externo, mientras que el interno crece de manera pronunciada solamente en relación con el consumo. El financiamiento de la construcción surge del ahorro acumulado por los hogares –se dan combinaciones del 70% en pagos de contado, y crédito por solo el 30% del inmueble, mientras que en la década pasada fue al contrario– o de las remesas de los colombianos en el exterior, que han alcanzado cotas superiores a los 3.000 millones de dólares por año. Las empresas, a su vez, están empeñadas en reducir sus niveles de deuda (que alcanzaron su pico en 1999) y financian la mayor parte de la inversión con sus propias utilidades. A diferencia también de la experiencia de la década pasada, cuando el déficit en cuenta corriente alcanzó casi un 8% del PIB en 1998, en 2004 hay un equilibrio en la balanza de comercio, en tanto crecen a la par las importaciones y las exportaciones. Si bien el crecimiento económico no es espectacular, es claro que este auge es más sostenible en el tiempo, en la medida que no desajusta los presupuestos de las empresas ni de los hogares con niveles excesivos de endeudamiento, ni crea déficit protuberantes en las cuentas externas de la nación.”

Los flujos de capital a corto plazo, comúnmente denominados capitales golondrina, son una consecuencia directa de la globalización y de la apertura económica de las últimas décadas. Este término hace referencia a un capital o inversión que llega a un país por un corto tiempo y luego sale nuevamente. Los capitales golondrina existen principalmente cuando por ciertas coyunturas y circunstancias de algún país ofrece incentivos, buenas tasas de interés y mejor rentabilidad a los capitales extranjeros,

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