Capital Humano

UN HOMBRE EN BUSCA DE LA FELICIDAD

(HISTORIA DE ALFONSO GARCIA)

Alfonso es uno de esos hombres que se ha hecho a sí mismo. Estudió Administración de Empresas en una buena universidad y después de dos años de trabajo profesional hizo un master que le exigió fuerte.

Es esencialmente un hombre de acción. Su vida es el trabajo. Hace unos años de caso con Marisa, a quien conoció en la universidad. Cuando termino la carrera, dejaron de verse. Luego, pasados los años, coincidieron en una negociación, defendiendo los intereses de empresas distintas. Alfonso pensó que se la llevaría fácil, pero Marisa le gano la partida por conocimientos y por habilidad. Alfonso siempre ha sido un mal perdedor y no lo llevo bien, pero empezó a fijarse en Marisa. No entendía como pudo ganarle si en la universidad estuvo siempre por encima. Realmente tuvo “mala suerte” porque el tema de negociación era precisamente el tema de tesis de Marisa. Comenzaron a verse y a salir, se enamoró de ella y, aunque ella le hizo esperar, luego vino el sí. Poco tiempo después de su matrimonio, en una cena con otros compañeros de la universidad, una de las chicas dijo:

-¿Te acuerdas Marisa? Poco antes de terminar la carrera, un día, me dijiste: “Me gusta ese chico, voy a casarme con él”. Ese chico era Alfonso…

Las dos rieron mucho y Alfonso puso cara de sorpresa, definitivamente, Marisa le ganaba todas.

En el matrimonio les va bien, menos en una cosa: Alfonso se ha casado con Marisa y con el trabajo. En pocos años llega a ocupar la gerencia general y lo hace muy bien. Es un triunfador. Se enamora del trabajo. Llega a la casa cuando los niños están ya acostados, no tiene ni ganas para jugar con ellos y cuando Marisa le pide revise las tareas del mayor, le dice:

- Un profesional de mi nivel no va a estar en esas pequeñeces… Si quieres, le pago u profesor particular.

Está en la etapa en que cree que el dinero lo arregla todo. En la empresa, en cambio, es un hombre cordial, generoso, ayuda y anima a todos, recorre los departamentos dando las soluciones oportunas, promociona a su gente…, da ahí lo mejor de sí mismo, se entrega de lleno.

Cuando llega a casa, Marisa dice a los chicos:

- Ahora estén quietos y no hagan bulla porque su papa tiene que descansar…

En casa, el humor de Alfonso cambia, exige, regaña, está silencioso y se va pronto. Ella piensa, a veces, que tendría que cuadrarlo y exigirle que cumpla sus compromisos como padre y esposo y hacerle ver que su vida no es solo el trabajo, pero teme su reacción, nunca le ha dicho nada fuerte y además piensa:

- Yo no debo meterme en cosas de su trabajo

…

… Pasan los años. Los chicos ya han crecido, el mayor tiene 14 años y aunque desearía conversar con su padre, no tiene confianza para hacerlo. Alfonso también siente el deseo de acercarse al chico, pero no sabe como hacerlo. Los dos quieren pero ninguno lo hace. Comienza la táctica de comprarles cosas y darles todos los permisos que quieran. Marisa ve que ese no es el camino, se molesta, pero no dice nada.

Los fines de semana en casa se le hacen insoportables, cuando cesa la tensión trepidante de los días de trabajo y pasa a no hacer nada. Antes lo resolvía escapándose a la oficina empieza a cansarle. Sin darse cuenta ha empezado a tomar en exceso, no se emborracha pero se pasa y hasta los chicos lo notan. Por primera vez, Marisa se enfrenta y le dice que eso no lo va a tolerar. Alfonso le contesta:

- La casa me aburre…; los domingos me crean neurosis…

- Claro, no haces nada. Cuando nos conocimos practicabas remo, corrías por las mañanas …Hasta hace poco lo has hecho, aunque muy de vez en cuando. Podrías ir un día por la mañana al Regatas, algunos de

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