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Caso Soja Argentina-Tucuman


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2011  •  3.224 Palabras (13 Páginas)  •  644 Visitas

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Soja

La soja es nativa del norte y centro de China, aproximadamente en el siglo XI AC.

En América fue introducida por Estados Unidos en 1765, sin embargo su gran expansión se inicio en 1840. Se siembra entre los meses de Noviembre, Diciembre y Enero. De ella se obtienen aceites y harinas panificables que son empleadas en productos alimenticios dietéticos. Es dicotiledónea y posee hojas alternas. En la Argentina las primeras plantaciones de soja se hicieron en 1862, pero no encontraron eco en el campo argentino. En 1909 se comenzó a ensayar en distintas escuelas agrícolas argentinas el cultivo de la soja, pero recién para 1965 se intensificaron los trabajos de investigación sobre el tema. Si bien los resultados de los ensayos realizados fueron buenos, el cultivo no logro obtener difusión entre los productores. En la década del 70 se incremento el cultivo hasta alcanzar en la actualidad un papel fundamental en la economía argentina ocupando el cuarto lugar en el mundo como productor de grano, el primer lugar como exportador de aceite de soja y el segundo en harina de soja. Como consecuencia, la soja es el producto de exportación de mayor incidencia en el PB agropecuario del país y el mayor generador de divisas.

La importancia de la soja en el complejo oleaginoso

La importancia de la soja deriva fundamentalmente de su estrecha relación con el tema de los alimentos. A este gran capítulo de la actividad productiva accede a través de su aceite y de su harina. Hoy representa un alto porcentaje entre las ocho materias primas más importantes del mundo.

La harina de soja es de aplicación directa al consumo humano como integrante de otros productos alimenticios o como materia prima para la obtención de proteínas concentradas o aisladas.

Mientras los granos predominantemente oleaginosos dependen casi exclusivamente de la evolución del precio de los aceites, la soja mantiene una mayor independencia frente a esas oscilaciones como consecuencia de la importante proporción de harina de alto contenido proteínico que se obtiene de su industrialización. Pero no puede negarse que, por la sustituibilidad que caracteriza a las grasas vegetales, la evolución de cualquier materia prima oleaginosa tiene su influencia en el complejo soja.

A partir de los últimos años de la década del `70, la producción de soja ha venido creciendo constantemente en nuestro país. Este importante aumento de producción se ha logrado no solo con incrementos de superficie sembrada, sino también con rendimientos unitarios que se escriben entre los más altos del mundo. Esa producción agrícola ha impulsado el desarrollo de una estructura industrial para la elaboración de aceites y harinas que ha ganado rápidamente participación en el mercado internacional de estos productos, localizada en las áreas de producción y equipadas con las más modernas tecnologías a nivel mundial.

Poco conocida a principios de los 70, la soja es hoy la oleaginosa más difundida del país y, con sus derivados, el principal producto de exportación argentino. Argentina figura como el principal exportador de aceite de soja y como segundo proveedor de los subproductos proteicos del cultivo. Todo esto se debe al esfuerzo conjunto de entidades públicas y privadas, fortalecidas en su accionar por el apoyo de la industria aceitera y los sectores comerciales.

El gobierno nacional fue partícipe de este proceso, ya que el 90 % de la producción de la soja esta destinada a la exportación, fue fundamental la decisión del gobierno de desregular la actividad portuaria, eliminar retenciones y llevar a cabo el dragado del Rió Paraná, la principal vía de salida de los productos.

En 1970, en la Argentina, la industrialización de la soja no tenía mayor importancia, las fabricas de aceite trabajaban al 50 % de su capacidad productiva y no aumentaba la producción de soja por falta de porotos de soja.

En 1968 el total de semillas oleaginosas que se elaboraba, correspondía un 76 % a girasol, 14 % a maní, 9 % a algodón y 1 % a soja.

El auge exportador del complejo soja tubo comienzo a mediados de los años 70. La expansión productiva se vio acompañada por la modernización de la molienda y fue estimulado por la demanda mundial de soja.

A fines de la década del 70, hubo un aumento en la superficie sembrada y la producción, comenzó un proceso de expansión agroindustrial. El sector aceitero aumenta 39 veces el volumen de exportaciones, entre los periodos 70/71- 95/96, mientras que la exportación de harina de soja aumenta 45 veces en el mismo lapso.

Con respecto al mercado mundial, la participación de la Argentina en el mercado de aceite de soja paso de 1.75 % en el año 1979, a 31 % en 1989, ocupando de esa manera el primer lugar en el orden mundial, siguiéndolo en segundo término EE.UU.

De manera similar, la harina de soja pasa de 2.5 % en 1979, a 22 % en 1989, pasando a ocupar de esa manera el segundo lugar en el ámbito internacional de este subproducto.

La semilla de soja es particularmente exigente en humedad para germinar. La generalidad de las especies de cultivo extensivo germinan con tensiones de humedad de suelo de hasta 12,5 bares; la semilla de soja es incapaz de hacerlo con tensiones mayores de 6,6 bares, lo cual equivale a permitir una imbibición cercana al 50% de humedad en la semilla, igualmente frente a suelos casi saturados de humedad.

CIRCUITO PRODUCTIVO DE LA SOJA

Este circuito es uno de los más importantes dentro de nuestro país, por su riqueza, por su actividad y exportación; es muy rentable y genera empleo.

En la Argentina, se le debe agradecer el ser el engranaje de la economía agrícola, que resurgió gracias a su exportación, tras la crisis del 2001. En el centro del país, las soja se siembra hasta en las macetas e incluso en los autódromos.

Eslabón Nº 1: siembra

Condiciones de siembra

La temperatura óptima de germinación para la semilla de la soja se ubica entre los 24 y los 32º C, pudiéndose realizar la siembra a partir de los 20ºC. El mínimo obstáculo de geminación es de 5ºC y el máximo de 60ºC. Es necesario evitar en toda circunstancia la siembra en el suelo seco, ya que la semilla en condiciones de sequía y altas temperaturas, sufre una rápida pérdida de vigor.

En cuanto a la profundidad de siembra, el óptimo se encuentra entre los 2 y los 4 cm. Es conveniente no pasar los 5 cm. Una precaución importante para tener en cuenta es nivelar el terreno; debido a que esto tiene una buena influencia al posterior trabajo de la cosechadora.

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