Ciencias De La Educacion
xmex13 de Septiembre de 2013
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La Comunicación de los Sentimientos en la Familia.
INTRODUCCIÓN:
Nos encontramos reunidos en torno una mesa. Podría ser que iniciemos preguntándonos por la importancia que tiene una simple mesa en nuestra familia o comunidad: es el lugar de encuentro en donde al final de la jornada los esposos comparten las experiencias del día, en donde los niños se alegran por sus avances en la escuela y se los comunican a sus padres, es el lugar donde se bendice y agradece al Creador por los dones recibidos, es el lugar donde se manifiesta el amor, y se recuerda y añora la presencia del que se fue; pero al mismo tiempo se puede convertir en un lugar de batalla en donde se llegue a agresiones e insultos, en donde incluso los cubiertos se puedan convertir en armas de guerra.
Asta aquí tenemos ya las líneas centrales que guiarán nuestra conferencia: Los Sentimientos y la Familia.
1.- LOS SENTIMIENTOS EN SI
Los sentimientos son reacciones normales de nuestro cuerpo y aparecen sin pedirnos permiso. Se presentan muchas veces cuando no los esperamos, y luego desaparecen. Los sentimientos son algo momentáneo y que va cambiando. Por ejemplo, si alguien nos dice que hubo un accidente, yo puedo sentir miedo. Y si luego me dicen que no hubo heridos, me siento alegre porque nadie salió lastimado. Así vino el miedo y la alegría.
Mi manera de sentir, mis sentimientos son como mis huellas digitales, únicas e irrepetibles en algún otro. Por eso, para conocerme tienes que conocer mis sentimientos. Porque mi manera de pensar, mis convicciones y valores en realidad no son originales en mí, sino que los aprendí de alguien más. Y sólo cuando me conoces a través del diálogo, en cualquier momento de mi vida serás capaz de entender mis ideas, mis preferencias y mis decisiones que compartimos en la discusión.
Las emociones y los sentimientos son muy importantes para nuestra vida y para conocernos. Sin embargo, no pensemos que es lo único que tenemos. Tú y yo somos mucho más que nuestras emociones. Tenemos cabeza para conocer, para tomar decisiones, para aceptar o rechazar ideas. Además tenemos la voluntad, el corazón para amar y Los sentimientos enterrados son como las personas rechazadas, nos pueden hacer pagar un precio alto por haberlas rechazado.
Todos los sentimientos son reacciones muy naturales, resultado de innumerables influencias espaciadas a lo largo de la vida. Pueden ser estimulados, pero nunca causados por alguien. Los sentimientos no representan ningún peligro y de ninguna manera tiene implicaciones morales. Nadie necesita nunca una razón, excusa o explicación por los sentimientos que tiene. Está perfectamente bien sentir lo que sentimos. El único peligro real es ignorar, negar o reprimir la manifestación de nuestros sentimientos. Callar o reprimir los sentimientos nos lleva a una distorsión generalizada de la personalidad y a una gran variedad de síntomas dolorosos.
La distinción entre causar y estimular es importante. Si yo pienso que tú me hiciste enojar te echaré la culpa y el problema a ti. Así, me voy enojado sin aprender nada de mí, y pensando que tú estás en el error porque me hiciste enojar.
Aunque todos tenemos sentimientos, cada persona tiene un modo distinto de sentir. Según sea nuestro modo de pensar, según nos hayan enseñado desde chiquitos, según las diversas experiencias de la vida, cada uno tenemos un modo muy particular de sentir. Así los sentimientos son como mis huellas digitales: únicas e irrepetibles en los demás.
Los sentimientos no son malos, sencillamente aparecen y nos dicen lo que está sucediendo en nuestro interior. Nos indican algo de nosotros mismos. Si voy en automóvil, y de repente me fijo en el marcador de gasolina, y veo que ya está a punto de acabarse no pensaré que el marcador es malo y que por eso hay que romperlo con una piedra. Más bien tendré que agradecer que hay algo que indica que falta gasolina y así buscaré dónde llenar el tanque.
No es malo el marcador. Así los sentimientos no son malos sino son indicadores o marcadores de lo que tenemos dentro de nosotros mismos. Mas bien tenemos que estar agradecidos que nos indiquen, para si es necesario, llenar lo que nos hace falta.
Los sentimientos son como los yoyos que juegan los niños: a ratos arriba a ratos abajo. Son inconstantes y cambiantes. Sin embargo los sentimientos están ligados al amor. No puedo buscar tu satisfacción, seguridad y desarrollo como algo mío, si no existe una base de sentimientos de cariño hacia ti.
2.- LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA EN MI FORMACIÓN SENTIMENTAL
Todo comienza en los primeros años de nuestra vida. El bebé aunque no hable se pregunta constantemente: ¿quién soy? ¿Soy alguien valioso? Si como respuesta recibe muchas caricias y afecto aprenderá algo muy importante: Soy digno de que me quieran, y no tengo que hacer nada, sino ser yo mismo.
Pero a la mayoría de nosotros se nos ha dado otra respuesta. Se nos ha ofrecido un amor incondicionado: por ejemplo, si haces esto, te quiero; si te estás quieto, te doy... cuando el niño crece le dicen en la casa... si estás limpio... en el fondo, los adultos le están diciendo: tu valor no está en ti mismo como persona sino en tu buen comportamiento, en tus acciones. Es como obligarlo a pagar un precio para que lo quieran.
En el proceso de conocernos a nosotros mismos tenemos que aprender a ser muy abiertos para aceptar nuestras reacciones emocionales. Y ante todo aceptar que nadie puede causar emociones en los demás, aunque nos sentimos mejor culpando a los demás de nuestras emociones. La verdad es que tú no me puedes hacer nada. Solamente estimulas o despiertas las emociones que tengo adormecidas dentro de mí.
Nuestros papás, por usar una imagen, nos grabaron un casette en nuestro cerebro. Y ese casette constantemente está repitiéndose. Por ejemplo, un niño que crece en una familia donde hay muchos pleitos, más fácilmente expresará sus sentimientos fuertes de coraje, pero a la vez enterrará los sentimientos más suaves como la ternura, la compasión.
¿De donde vienen los sentimientos? Principalmente de nuestra mente, de nuestras ideas y de la visión que tenemos sobre las cosas. En algunos casos los sentimientos vienen de nuestro cuerpo. Pero principalmente de nuestro modo de pensar, nuestro modo de vernos a nosotros mismos y a los demás es lo que producen los sentimientos.
Un ejemplo. Si desde niño me enseñaron esta idea: “no debo pensar ni decir ninguna crítica de mis padres porque sería un malagradecido con ellos”.
Cuando alguna vez oiga que mi vecino Roberto critica a sus papás, seguramente me sentiré muy mal y sienta coraje, y quizá hasta me den ganas de golpearlo. Aquí cualquiera diría que el culpable de mi enojo fue Roberto. Pero no es cierto. Es la idea que me enseñaron la que me produce esos sentimientos. Si me hubieran enseñado esta otra idea: “ Los papás sin humanos y a veces se pueden equivocar, se les puede ayudar con una crítica cariñosa”, y oigo que Roberto critica a sus papás, no me molestaré y quizá tenga curiosidad por saber por qué razón los está criticando.
Lo que pasa es que nos sentimos mejor culpando a otras personas de lo que sentimos: hiciste que me enojara; me hiciste sufrir con lo que dijiste; hiciste que me pusiera triste, etc.
Esto nos enseña que ante los acontecimientos de la vida no se reacciona de la misma manera, sino que depende del sentido que le demos con nuestro modo de pensar. Aprendemos que podemos dirigir y orientar nuestros sentimientos.
3.- CÓMO FORMAR Y ORIENTAR NUESTROS SENTIMIENTOS.
Cada persona vive de una manera única los sentimientos comunes a todos los hombres. Por ejemplo, cada quien siente la tristeza de una manera peculiar. Por lo mismo, el que habla en el diálogo debe descubrir sus sentimientos de esa manera peculiar o particular, y ser muy gráfico y expresivo. No decir: siento miedo, sino siento tanto miedo como un niño perdido en la Villa un 12 de diciembre. Recuerda que son los sentimientos los que te hacen diferente de los demás.
Quien no escucha al otro puede tener dos razones: o no le interesa, o se siente amenazado o en competencia. Por lo tanto, el escuchar en diálogo pertenece al campo de la comprensión y del amor. Al buen escuchador le interesa solamente entender y llegar a ese momento en que diga: te escucho, comparto tu sentimiento, lo estoy sintiendo contigo. No sugiere soluciones fáciles, no tiene píldoras de compasión. No piensa su respuesta cuando el otro está hablando.
Hace falta aprender a conocer y controlar lo que sentimos y lo que nos sucede dentro de nosotros. En la escuela no lo enseñan. Tampoco en nuestra familia. Y por no conocer y por no aprender a manejar las emociones y los sentimientos tenemos muchos problemas con las personas que convivimos.
Los sentimientos hay que conocerlos y aprender a manejarlos. ¿ Qué pasaría si alguno de nosotros se pone a manejar un carro sin haber aprendido antes a conducir?... Las consecuencias de no saber manejar los sentimientos pueden ser aún peores que las de manejar un coche sin saber hacerlo.... si la persona atropella a alguien no es por ser mala sino por no saber manejar. Igual pasa con nuestro corazón y las emociones. Atropellamos a los demás no porque seamos malos sino porque no hemos aprendido a manejar las emociones y los sentimientos.
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