Colombia Es Pasión JCG
lcptt210610 de Febrero de 2013
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COLOMBIA ES PASIÓN: LA RESPUESTA ES PENSAR A COLOMBIA
Por: Juan Carlos Godoy
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Colombia ha sido a lo largo de su historia una rica fuente de imaginarios que han dejado huella alrededor del mundo. Esto le ha permitido crear múltiples estrategias comerciales con el fin de vender una cara al globo que diste de su pasado violento. Sin embargo, es imposible no asombrarse cuando advertimos que el recurso de venta ha sido desde siempre el mismo: su geografía colmada de llanos, valles, montañas y flores; así como una amplia diversidad de fauna y flora, el mito del mejor café del mundo, el país con un sinnúmero de lugares turísticos para visitar y, por último, sin ser esto lo menos importante: su gente, las mujeres más bellas, y el empuje y la pasión que definen a ese ser colombiano.
Aunque el eslogan de las campañas publicitarias dirigen sus objetivos hacia una “noble causa”, la de impulsar las exportaciones colombianas, el turismo y la inversión extranjera, no deja de extrañar que la marca indeleble de ser un país de materias primas sea lo único que se reconozca como un aspecto de identidad y que las opciones para considerarlo un país con posibilidades de autonomía de pensamiento que le permita resolver en algún grado aspectos que lo aquejan desde siempre, queden rezagados por la impermeable marca de folclor y pasión instalada desde que fuimos colonizados.
Así advertimos que dicha imagen ha persistido de manera intacta desde tiempos inmemoriales y prevalece como aquello que ha terminado por forjar los límites y fronteras de nuestra identidad, ocultando nuestro impulso por ponderar un país con una historia particular, así como nuestra posibilidad para ejercer con libertad, soberanía de nuestro territorio y plantear como una forma de reconocimiento el grato ejercicio de pensar. Este ha sido, entre otros, un elemento relegado al olvido, y dado que no son relevantes para el mundo en la configuración del pensamiento que ha moldeado por siglos nuestra historia no se mira como una probabilidad de construcción autónoma de identidad. Dicho olvido ha terminado por afectar de manera contundente la administración de los recursos, así como de la escritura misma de nuestra historia.
El doble propósito que anima este texto es revisar cuáles han sido las circunstancias históricas y culturales que han permeado el pensamiento de los colombianos, que nos ha llevado a la construcción de un imaginario que sin notarlo ha logrado una importante cabida en la población nacional y que ha superado, además las fronteras geográficas para convertirse en un referente de nuestro país ante el mundo: “Colombia es Pasión o la respuesta es Colombia” que más allá de las tácticas de los que cada nueva campaña emplee para hacerlo, se ofrece con una carga folclórica que la ha convertido en un destino inevitable para nuestro imaginario colectivo.
La construcción que hemos procurado de nosotros mismos se ha trazado desde un camino distante del pensamiento “civilizado”, que se prometía como la panacea construida desde la Grecia clásica y que alimentaba el espíritu de las civilizaciones contra los bárbaros que asolaban pueblos sin otro propósito más que el de saciar sus necesidades básicas, mas lo que cabe preguntar en este punto de la historia es si el objetivo inicial del esquema civilizador del que con tanto orgullo se vende, fue en el seno de nuestra madre Europa quien sirvió como paradigma de reformulación de su propia historia. García Márquez nos recuerda solo algunos pasajes de la historia de la civilización europea que se debatía entre barbaros en la intención por construir un modelo para la historia universal:
Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes. (García Márquez.47)
Los referentes productores de dichos imaginarios, han entrado a poblar las mentes de los pensadores europeos sobre la distancia entre la civilización y la barbarie, que habita en los lugares comunes de todo aquello que no goza de la tradición occidental y que, en consecuencia, se señala como el retrato de las formas exóticas, amorfas y extrañas, así como las primitivas y carentes de racionalidad que debían ingresar en el proyecto civilizador. En primer lugar hay que señalar que dicho imaginario marcó la distancia entre las dos orillas: La americana y la europea, separadas por los mares que los navegantes europeos circunnavegaron en busca de todo tipo de componentes para su supervivencia gastronómica, orfebre, minera y de diversión cultural y que marco además la distancia entre las dos historias.
La tradición mitológica de Occidente enseña que su consolidación como centro del mundo predicada por conquistadores y colonizadores, tiene como casi todas sus costumbres, un origen mítico. Para desarrollar este aspecto he de referirme a los datos que tenemos de uno de los primeros navegantes registrados en la historia de la imaginación: Ulises u Odiseo, héroe de las hazañas contadas por el viejo Homero en La Odisea. Esta epopeya es sin lugar a dudas uno de los documentos que fundan el espíritu aventurero del que se hará heredero el mundo europeo a lo largo de su historia. El relato de Homero se vuelve relevante en tanto sugiere aspectos que serán propios de la historia del mundo occidental, ya que envuelve, con un carácter sagrado, los eventos de los que tendremos noticias a lo largo de su historia. Cuando Odiseo intenta volver a Ítaca, su hogar, tras haber peleado en la guerra de Troya el destino que le aguardan los dioses del Olimpo tiene otro rumbo:
Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos, que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar; vió muchas ciudades de hombres y conoció su talante, y dolores sufrió sin cuento en el mar tratando de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros. Más no consiguió salvarlos, con mucho quererlo, pues de su propia insensatez sucumbieron víctimas, ¡locas! de Hiperión Helioslas vacas comieron, y en tal punto acabó para ellos el día del retorno. Diosa, hija de Zeus, también a nosotros, cuéntanos algún pasaje de estos sucesos. (Homero. 109)
En el transcurso de las aventuras de Odiseo notamos una clara relación entre el accidente que tendrá el héroe griego y el posterior encuentro de Cristóbal Colón con la fortuna de América , ya que como lo narra Villar Serrano, doctor en Ciencias Náuticas y capitán de la Comandancia Marítima de Torrevieja, en la provincia española de Alicante, afirma que Colón mantuvo siempre un cierto anonimato sobre su personalidad "porque era judío, hecho que le permitió recibir el apoyo de los judíos en su primer viaje a América con la promesa de "ofrecer a éstos la tierra prometida" (Turnes. 193). Cristóbal Colón buscaba una tierra para los cripto- judaicos dentro de los cuales él encabezaba la lista, su viaje hacia una posible tierra de promisión, que sería para él la Ítaca perdida en la escritura bíblica, se verá interrumpido por un accidente del destino que lo llevara a descubrir tierras extrañas.
En sus inesperados hallazgos narrados en cartas dirigidas al rey de España, Colón afirmaba haber encontrado un paraíso que asombró los límites de su imaginación, y daba cuenta del encuentro que colmaría las ansias del imperio español y generaría una fuente inagotable de recursos tanto de especies naturales como de recursos seudohumanos que serian la fuente de explotación de materias:
Yo entendía harto de otros Indios, que ya tenía tomados, como continuamente esta tierra era Isla: é así seguí la costa della al oriente ciento siete leguas fasta donde facia fin; del cual cabo vi otra Isla al oriente distante desta diez é ocho leguas, á la cual luego puse nombre la española…las tierras della son altas y en ella muy buenas sierras y montañas altísimas, sin comparación de la isla de Teneryfe, todas fermosísimas, de mil fechuras, y todas andables y llenas de árboles de mil maneras y altas, y parecen que llegan al cielo. Hay palmas de seis o de ocho maneras, que es admiración verlas, por la diformidad fermosa dellas, mas así como los otros árboles y frutos é yerbas: en ella hay pinares á maravilla, é hay campiñas grandísimas, é hay miel, y de muchas maneras de aves y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales é hay gente in estimable número. (Morales. 150)
Este inesperado hallazgo nos remite irremediablemente a la imagen del héroe que aparentemente y sin buscarlo, encuentra un mundo lleno de seres que jamás podría haber imaginado más allá de las aventuras narradas por la imaginación de los escritores que habitaban esas épocas. Tanto Colón como Odiseo se embarcaron con su tripulación y a su paso por los inciertos caminos del mar encuentra diversos seres fantásticos que no pueden más que producir un inmenso asombro ante todo aquello que ni siquiera la imaginación había alcanzado a perfilar. El contraste con Ulises permite verificar
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