Comportamiento Del Consumidor
EBAM24 de Febrero de 2013
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EL IMPACTO FAMILIAR DE LOS HOGARES EN RED
Temática nº 5: Sociedad del Conocimiento, cultura y nuevas tecnologías
MODALIDAD PRESENCIAL
Isabel Mª Solano Fernández
Universidad de Murcia
imsolano@um.es
Mª Angeles Hernández Prados
Universidad de Murcia
giv@um.es
RESUMEN
En este trabajo nos acercamos al debate y entendimiento de lo
cibersocial desde una perspectiva multipolar, centrándonos específicamente en
el contexto familiar. Partimos del análisis de la Sociedad de la Información y de
los cambios que ésta promueve en distintos sectores, para acabar abordando
el impacto que dichos cambios están teniendo en los miembros familiares
(padres e hijos). Consideramos que las tecnologías de la información y la
Comunicación (TIC), especialmente Internet, están contribuyendo a formar una
nueva identidad personal, nuevos estilos de vida familiar, y está influyendo en
grado significativo a delimitar la propia dinámica intrafamiliar.
1. ALGUNOS CAMBIOS DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Los acontecimientos surgidos a partir del desarrollo tecnológico
experimentados en los últimos cincuenta años, ha llevado a algunos autores a
decir que la sociedad se encontraba en un período de revolución tecnológica
(Duderstadt, 1997; Simone, 2000), se ha dado a conocer como Sociedad de la
Información. Sin embargo, debemos tener claro que no es aceduado asociar
exclusivamente el surgimiento y ensalce de la Sociedad de la Información con
la presencia de las tecnologías. “Hay quien cree firmemente que la sociedad de
la información es tener un teléfono celular y cargarlo de tiempos en el cajero
automático, descargarse ficheros MP3, “chatear” por Internet o disponer de 200
canales de televisión por satélite.” (Saez Vacas, 2000).
El término Sociedad de la Información empezó a ser conocido y utilizado
a partir de 1978, con la publicación del libro de John Naisbitt Megatrends,
aunque sus orígenes se remontan a 1969 con el Informe Towards the
Information Society del Ministerio de Industria y Comercio de Japón. Otros
trabajos que contribuyeron a hacer conocido el término Sociedad de la
Información, sus características e implicaciones fue el Informe L´informatisation
de la société (1978) de Simon Nora y Alain Minc, y el trabajo de Masuda
(1984), pionero en el análisis de las características de la Sociedad de la
Información.
Actualmente son muchos los postulados que matizan, apoyan o
redefinen el término Sociedad de la Información. No obstante, también surgen
otras terminologías para referirse a los últimos cambios favorecidos por las TIC,
como por ejemplo el gatesismo ha sido propuesto recientemente por Tremblay
(2003) y debe su nombre al fundador de Microsoft (Bill Gates). Otro término con
más empuje y aceptación es el de Sociedad del Conocimiento y/o del
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Aprendizaje, relacionando la ingente cantidad de información con la necesidad
de planificar, de desarrollar estrategias de aprendizaje que reconduzcan la
misma hacia un conocimiento estructurado y constructivo. Algunos autores
(Duderstadt,1997; Wolton 2000) ponen el acepto no tanto en la información
sino en el conocimiento como aspecto crucial del cambio social experimentado
con las nuevas tecnologías.
Hacer aquí un análisis pormenorizado de los cambios que ha
experimentado la sociedad con la llegada de los avances tecnológicos sería,
cuanto menos, un objetivo pretencioso e inadecuado por nuestra parte. Por
ello, se ha optado por analizar aquellos que consideramos de mayor relevancia
e inquietud social: la velocidad extrema con la que acontecen los cambios, la
brecha digital entre los distintos países, y las destrezas y capacidades que
están desarrollando las nuevas generaciones. Más adelante reflexionaremos
sobre cómo están afectando estos y otros fenómenos propios de la Sociedad
de la Información al núcleo familiar.
2.1. La rapidez de los cambios
En esta sociedad cambiante es complicado precisar hacia donde
caminamos, lo que sí estamos en condiciones de afirmar es que avanzamos
hacia una sociedad estructuralmente compleja y distinta de la de hace, tan
sólo, una década (Pérez Serrano, 2001). Cada vez resulta más difícil
establecer los límites entre lo público y lo privado, entre el trabajo y el ocio, o
entre lo personal y lo colectivo; distinciones que, hasta hace muy poco, nos
servían para orientar nuestras acciones y que hoy en día han quedado
obsoletas (Domeneche, Lopez y Tirado, 2004). Si algo caracteriza a esta
sociedad de la información en la velocidad, el movimiento “vivir en la sociedad
de la información es vivir, ante todo, en una sociedad ultrarápida” (López
Gómez, 2003).
Con la enseñanza se han seguido derroteros similares. Los niveles de
enseñanza superior han acogido con agrado la incorporación de las
tecnologías a las aulas universitarias. Las ventajas que las mismas aportaron
hace una década a los investigadores, se imprimen en el aprendizaje de los
alumnos y en el apoyo que otorgan a la labor docente. Las TICs han permitido
ofertar titulaciones universitarias completamente virtuales, o asignaturas,
generalmente de libre configuración u optativas, tanto en centros de tradición
presencial como en instituciones de enseñanza a distancia. Asimismo, los
centros educativos de primaria y secundaria utilizan las TICs como recursos de
apoyo a la enseñanza presencial, y siempre concebidas como actividades
complementarias; ya que éstos no pueden eludir la enorme difusión que existe
de estas tecnologías entre los jóvenes y niños de las nuevas generaciones.
La administración electrónica es también una realidad actualmente:
podemos cumplimentar la declaración de la renta por Internet, solicitar la
expedición de certificados oficiales, etc. La banca también ha flexibilizado sus
funciones de tal forma que podemos transferir, consultar nuestras
transacciones bancarias, solicitar la anulación o creación de cuentas de ahorro
o crédito.
Es evidente que estamos inmersos en un uso desmesurado de todas las
tecnologías y no concebimos la idea de dejar de emplearlas para determinadas
actividades diarias. Este desarrollo ha propiciado el surgimiento de fenómenos
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psicopatológicos como la narcosis de narciso y la invisibilidad de la tecnología
(Kerckhove, 1999a). El primero pone de manifiesto que desarrollamos una
percepción ególatra de nosotros mismos en función de la adquisición de las
más novedosas tecnologías, hasta tal punto que asociamos el poder con la
posesión de las mismas. El segundo fenómeno hace hincapié en el olvido de
tecnologías tradicionales a favor de las más novedosas.
Una de las más importantes revoluciones tecnológicas ha venido de la
mano de Internet, extendiéndose prácticamente en todas las empresas,
instituciones y, como no, en los hogares. El ordenador se ha convertido en un
“medio multifuncional” a través del cual podemos comprar, vender,
comunicarnos, informarnos, desempeñar tareas laborales, educativas, etc... No
olvidemos que se trata de una tecnología de propósito general (Solano, 2004).
Su rápida difusión, ya que 8 de cada 10 usuarios de ordenador accedieron a
Internet el año pasado y el 45% de las personas que utiliza Internet, lo hace a
diario (INE, 2005), ha propiciado cambios en nuestros hábitos y costumbres.
Otro de los aspectos fundamentales que atañen a Internet es el contexto en el
que accedemos a la red, ya que mayoritariamente lo hacemos desde ámbitos
privados y de un modo individual.
2.2. Las desigualdades tecnológicas.
Estamos en un tipo de sociedad en la que los flujos de información se
convierten en determinantes del progreso económico y social, en la que el
conocimiento y la capacidad competitiva contribuyen más al progreso que los
poderosos recursos naturales de la sociedad industrial (Giddens, 1999), pero
sin duda la diferencia radica en que la información debe dejar paso al
conocimiento, porque como dice el Informe de la UNESCO (Maherzi, 1999), el
conocimiento se está convirtiendo en un recurso estratégico para el desarrollo
de la sociedad.
En este sentido, las TICs pueden contribuir a favorecer una
discriminación electrónica, al no poder acceder todos a los servicios que
ofrecen. Las eternas desigualdades Norte-Sur siguen estando latentes en la
actualidad, y con la incorporación de las nuevas tecnologías al devenir sociocultural,
político y económico de los países, se ha acuñado el término brecha
digital para definir este fenómeno. Asimismo, Volkow (2003) señala que aunque
la brecha digital se asocia comúnmente con tener acceso a Internet, no
debemos perder de vista las tres dimensiones que la caracterizan. En primer
lugar, la autora considera que la primera dimensión se corresponde con el
comercio electrónico en tanto que la red
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