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Cuentos Para Preescolar


Enviado por   •  5 de Agosto de 2013  •  17.472 Palabras (70 Páginas)  •  268 Visitas

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1

2.-

“La carrera del oso y la tortuga”

Un día, mientras paseaba a orillas de un estanque helado, un oso vio a una tortuga asomar la cabeza entre el hielo.

“¡Buenos días, lenta!”, la saludó el oso.

“¿Por qué me llamas lenta?”, preguntó la tortuga.

“Todo mundo sabe que eres el animal más lento –repuso el oso-. Cualquiera podría ganarte”.

“Veamos si es cierto –lo desafió la tortuga-. Hagamos una carrera”.

El oso se echó a reír ante la posibilidad de que una tortuga pudiera ganarle y aceptó participar en una carrera al día siguiente. En cuanto salió el sol, los dos corredores se encontraron junto al estanque. Muchos animales habían ido a verlos.

“Yo cruzaré el estanque a nado, y tú puedes correr por la orilla. A ver quién llega antes al otro lado”, propuso la tortuga.

“¿Cómo lo harás? –Inquirió el oso-. El estanque está helado”.

“Haré agujeros en el hielo y, cada vez que llegue a uno, asomaré la cabeza”, contestó la tortuga.

El oso y la tortuga tomaron posiciones. Una liebre dio la señal de salida y la carrera empezó. El oso corría tanto que bajo sus pies salía disparada la nieve. Mientras tanto, la tortuga se metió bajo la capa de hielo y, en breves instantes, asomó la cabeza por el siguiente agujero.

“¡Vamos, oso! –gritó-, ¡que ya te eh adelantado!”.

El oso corrió aún más rápido, pero a los pocos segundos vio aparecer la cabeza de la tortuga por el siguiente agujero. Por más que se esforzara, no lograba alcanzarla. Cuando llegó a la meta, casi sin aliento, la tortuga estaba allí esperándolo fresca como una rosa.

El oso estaba tan agotado y se sentía tan avergonzado por haber perdido, que regresó a su guarida tambaleándose y no volvió a salir hasta que llegó la primavera.

En cuanto el oso y todos los demás animales se marcharon, la tortuga dio un golpecito en el hielo y en cada uno de los agujeros asomó la cabeza una tortuga idéntica a ella.

“Le hemos dado una lección a ese oso –afirmó la tortuga-. ¡No volverá a llamarnos lentas nunca más!”.

Y por eso el oso duerme durante todo el invierno y no se despierta hasta la primavera.

“Berta la cabritilla”

A la hora del desayuno, Berta la cabritilla se moría de hambre. EL granjero entró en el corral con un cubo lleno de comida, pero pasó de largo de ella y lo vacío en el comedero del cerdo.

“¿Me das un poco?”, le preguntó Berta. Y empezó a engullir antes de que el cerdo pudiera responder. Después vio al granjero verter leche en el cuenco del gato.

“¿Me das un poco?”, le preguntó Berta. Y se puso a lamer la leche antes de que el gato tuviera ocasión de contestar.

La cabritilla empezaba a sentirse un poco llena, pero cuando vio al granjero darle pasto al caballo, corrió a la cuadra y empezó a comer antes de que el animal pudiera decir palabra.

De repente, Berta oyó un sonido familiar. ¡El grajero le estaba echando frutos secos en el comedero! La cabritilla suspiró: había comido tanto que estaba a punto de reventar y ya ni le entraba nada más.

“¿Nos das un poco?” –Preguntaron a coro los demás animales-. Una cabra glotona nos ha dejado sin desayuno”.

Berta se puso colorada. “¡No volveré a ser tan glotona nunca más!”, prometió.

“Carlos el koala”

“¡A dormir!”. La madre de Carlos el koala llamó a su hijo.

“¡No tengo sueño!” –Repuso este-. ¡Quiero salir a pasear!”.

“Los koalas siempre tenemos sueño –dijo su madre, riéndose-. Ya pasearemos luego”. E introdujo a Carlos en la bolsa que tenía en la barriga y se echó a dormir en un eucalipto.

Pero Carlos no quería dormir. ¡Él prefería pasear! Cuando su madre se durmió, el pequeño koala salió de la bolsa, bajó del árbol y echó a andar por el bosque.

En la copa de un árbol vio un periquito de vivos colores.

“¡Eo!”, lo saludó. Luego oyó un sonido curioso, ¡Croac! Se dio la vuelta y vio un enorme sapo con verrugas hinchando el pecho. Le hizo tanta gracia que se echó a reír.

De repente, oyó un ruido terrorífico.

¡Ssssssssssss!

“¡Una serpiente!”, chilló Carlos.

El pequeño koala, muy asustado, regresó a toda prisa al eucalipto y se acurrucó en la bolsa de su madre. Esta se despertó y, sonriente, se dirigió a Carlos: “¡Despierta, dormilón! ¡Nos vamos de paseo!”.

Pero el pequeño koala no respondió. ¡Estaba durmiendo a pierna suelta!

3.- ¡HAY UN OSO PERDIDO!

Diez osos soñolientos se despiertan tras la hibernación, uno sale de la cueva a tomar un rato el sol.

Nueve osos desaliñados se bañan en el arroyo, uno se seca en la orilla bien limpito y hermoso.

Ocho osos hambrientos salen a buscar comida, uno se va por su lado al oler una delicia.

Siete osos silenciosos por el bosque se pasean, uno huele la miel y va a buscar la colmena.

Seis osos juguetones se divierten en la nieve, uno patina, resbala… y al final desaparece.

Cinco osos robustos escalan por la ladera, uno se despista y se le escapa la cuerda.

¡HAY UN OSO PERDIDO!

Cuatro osos agotados descansan en la cima, uno tropieza y se cae desde arriba.

Tres osos alegres patinan sobre hielo, uno se detiene a descansar un momento.

Dos osos valientes chapotean en el agua, uno se queda en callado: ¿se puede saber qué pasa?

Nueve osos exhaustos regresan a la guarida, ¡Pero si falta uno! ¡Hay que

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