Desempleo

El desempleo: una injusticia social que tiene solución

Para empezar deseo recordar que el trabajo, de índole honesto, por su puesto, dignifica al hombre y, por lo tanto, enaltece a la sociedad. Es uno de los más honrosos derechos que poseemos los seres humanos; derecho del cual no solo se derivan los diferentes modos de subsistencia sino también el desarrollo intelectual, técnico y científico, que ha llevado al hombre al estado de ser la criatura mas evolucionada dentro del reino animal.

El desempleo, mal social por excelencia, es el culpable directo de muchos otros males; así como de una enfermedad mal tratada se derivan siempre otras, o en todo caso genera efectos secundarios que agravan el problema. Y como es un mal de la sociedad en general, de todos los pueblos, nos atañe al conjunto universal de los seres humanos. Llegados a esta conclusión podemos también afirmar que a todos nos corresponde buscar la cura, indagar acerca de posibles soluciones, aportar nuestro grano de arena para la construcción de un muro de contención que nos proteja y redima de esta arrasadora enfermedad pero, para ello, es innegable que necesitamos de la ayuda de nuestros gobernantes que implanten leyes; que generen la creación de empresa; que impulse la industria.

En manos del gobierno se encuentra gran parte de la solución, es cierto, pues como administrador de las riquezas de un país tiene el deber de procurar que sus ciudadanos obtengan lo necesario para poder subsistir y el mecanismo adecuado es mediante la creación de empleos dignos.

Supongamos que no existiese la posibilidad del empleo informal, que en otras palabras es la capacidad de trabajo independiente, es decir que obedece a la necesidad directa de la falta de oportunidades laborales formales: sujetas a un contrato. El mundo sería un caos. Recordemos que en Colombia, nuestro querido país, son miles, quizá millones, las familias que dependen de esta forma de subsistencia.

Se afirma que en la actualidad en Colombia la cifra de desempleados se acerca a los tres millones de personas. No es exagerado decir que hace rato cruzamos el límite. Por lo tanto debemos tomar consciencia de que esta situación debe parar, que se deben buscar soluciones prioritarias para frenar este proceso de avanzada. Para ello debemos volver atrás, buscar las causas, así como un medico patólogo busca los motivos de una enfermedad para aprender a tratarla.

Casi siempre se relaciona el tema del desempleo a la formación académica del individuo que padece de este mal. Se afirma que si una persona esta bien o mal preparada por consiguiente es aceptada o rechazada por un empleador. Esto en la práctica no es del todo cierto; a cuántas personas profesionales no conocemos que se encuentran desempleadas y a cuántas otras, que sin tener la formación académica de los anteriores, ocupan puestos más o menos dignos y medianamente bien remunerados. Por otra parte: cuántos empleados ocupan vacantes inferiores a su nivel de estudios y conocimientos; o jóvenes profesionales que por falta de experiencia no emplean (el eterno dilema: ¿cómo van a adquirir experiencia si no les dan la oportunidad de obtenerla?) o aquellos que por haber cumplido determinada edad, así sustenten toda la experiencia del mundo, no son aceptados porque se les considera muertos laboralmente. Recuerdo ahora una muy acertada

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