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Dinámicas Para Aprender A Escuchar


Enviado por   •  5 de Junio de 2013  •  20.050 Palabras (81 Páginas)  •  898 Visitas

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Dinámicas para aprender a escuchar

La escucha activa es algo más que oír

Una de las habilidades esenciales para comunicarnos eficazmente es la escucha. Como se suele decir, y aunque algunos lo confundan, no es lo mismo escuchar que oír. Lo primero implica una comprensión del otro, un interés por lo que cuenta tanto a nivel emocional como práctico, lo segundo es una mera audición pasiva de palabras concatenadas. Pero ¿cómo saber exactamente si estamos escuchando de manera positiva y adecuada, cómo asegurarnos de que nos escuchan respetuosamente los demás?; ¿en qué características podemos notarlo?. Tomemos nota:

• Se produce una escucha profunda cuando el receptor se adecua al tono anímico del que habla (ironía, humor, seriedad, preocupación). Cuando el otro utilice el humor no se sentirá escuchado si estamos con una expresión facial de seriedad.

• Escuchar activamente conlleva resumir el contenido de lo que nos quieren transmitir, de tal forma que no parezcamos artificiales o una grabadora que copia exactamente las mismas palabras y las repite monótonamente.

• Para que la escucha refleje una comprensión sincera, es necesario saber en qué momento interrumpir, dar ánimos para continuar (ya/ ajá/ entiendo/ claro), reforzar, describir y no evaluar (no decir “hacer eso es una tontería”).

Ahora bien, el hecho de que la escucha activa contribuya a que el otro se sienta atendido, no significa que yo esté obligado a utilizarla siempre. Es bueno hacer uso de ella si: observo en el otro algún problema o asunto que desea expresar, o que le inquieta y el tiempo del que dispongo es el adecuado. Si no es así, es mejor posponer el encuentro e invitar al interlocutor a hablar después con más tranquilidad. Del mismo modo, puedo desechar la escucha activa si el otro no advierte que quiero hablar, ha dominado por completo la conversación o no sintonizo con él.

Lo cierto es que como toda competencia que se precie ha de ser entrenada para llegar a desarrollarse con éxito, pese a que haya gente que nace con más predisposición a escuchar. Por eso, desde eliceo como blog educativo, estamos convencidos de que podemos encontrar fórmulas para que tanto adultos como pequeños practiquemos en esto que se llama escucha activa.

A continuación pasamos a detallaros algunas dinámicas que pueden contribuir en este sentido:

“¿Estás escuchando?”.

En este juego se suministra a los integrantes dos listas, una con respuestas que favorecen la comunicación y otra con contestaciones que la entorpecen. Cada pareja representará un diálogo en el que uno de los dos participará con la lista de escucha activa o de escucha ineficaz.

La hoja con las instrucciones para la escucha activa contiene las siguientes pautas:

• Presta toda tu atención a la persona que habla, y dale claras muestras de ello: mírale frecuentemente a los ojos, asiente mediante gestos y expresiones verbales.

• Repite los puntos clave de aquello que te cuente y que parezca tener importancia para él, para darle a entender que le vas comprendiendo.

• No lo interrumpas salvo para mostrar que atiendes y para pedir aclaración si no entiendes algo.

La hoja con las directrices para boicotear la conversación mostrará los ejemplos que pueden interferir en nuestra capacidad de escucha:

• Hábitos no verbales: desviar la mirada, movernos demasiado o muy poco, apoyar la cabeza en las manos, descuidar nuestra postura, perder el equilibrio y la simetría del cuerpo, cubrirte demasiado tiempo el pecho o el vientre con los brazos, ocultar las manos, no respetar el espacio territorial del otro, etc.

• Actitudes impulsivas: hacer evaluaciones o emitir juicios críticos, dar consejos sin que te los pidan, tratar de contar nuestro caso o una historia mejor que la que nos cuentan, preguntar selectivamente curioseando, disparar porqués, interpretar retorcidamente las intenciones del otro, etc.

Posteriormente se abre el debate en grupo para valorar cómo se han sentido los que hablaban en cada situación, cómo nos gustaría que los demás nos escucharan, cómo solemos escuchar nosotros, etc.

Hay que recalcar que el truco de un buen conversador no es ser interesante (saber hablar), sino estar interesado (saber escuchar). Se da una buena escucha activa cuando se es capaz de prestar atención de una forma intencionada, dando claras muestras de comprensión y generando empatía (es decir, sabiendo ponerse en el lugar del otro).

“La escucha en cadena”.

El objetivo de esta actividad es experimentar cómo se transmite la información: se pierde, se distorsiona y se inventa cuando no se escucha con atención.

Cuatro voluntarios salen de la habitación mientras se explica lo que se va a hacer al resto del grupo. Entra el primero y se le lee una noticia del periódico. Este debe reproducírsela sin leer al segundo cuando entre. Y así sucesivamente, el segundo al tercero, y el tercero al cuarto, quien deberá escribir en la pizarra la noticia resultante.

Después se compara entre todos la noticia original con lo que ha quedado de ella tras la intervención del cuarto integrante. Se puede observar cómo el receptor recuerda mejor lo que le llama la atención y no recuerda lo irrelevante para él, y cómo, a medida que va recibiendo el mensaje, el receptor va traduciendo lo percibido para posteriormente reconstruirlo en el recuerdo según un proceso lógico en el que la información que le falta se la imagina. Esto explicaría porque se van añadiendo “cosas nuevas”.

“Ni me escuchas ni me entiendes”.

Por parejas, una persona cuenta algo a la otra (lo que hizo ayer por la tarde, por ejemplo). La persona que se supone tiene que estar escuchando va a hacer todo lo contrario: pondrá pegas a todo lo que dice, dará consejos sin que se los pida el que habla, dirá “ya hablaremos de eso más tarde”, tratará de contar una historia mejor, conversará con alguien más mientras le está hablando la otra persona, no responderá, se pasará de gracioso diciendo una tontería tras otra, interrumpirá y cambiará de tema, etc.

Después de dos minutos deben comentar entre ellos cómo se han sentido cada uno de los dos y finalmente cambiar de papeles, ¿cómo se han sentido en el nuevo rol?

Cuando hayamos terminado comentamos si hemos vivido, con frecuencia o no, situaciones similares y cómo nos hacen sentir. Preguntas para reflexionar: ¿las hemos provocado?, ¿sentimos que se nos escucha

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