Diálogo en el Infierno
Yulsran14 de Junio de 2013
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Diálogo en el Infierno
entre
Maquiavelo
(1469
-
1527)
y
Montesquieu
(1689
-
1755)
Maurice Joly
Prefacio de
Jean
-
Francois Revel
Traducido del francés por
Matilde Horne
Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu
Maurice Joly
Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu
Maurice Joly
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El autor de Diálogo en el Infierno, Maurice Joly,
(Los elementos de este
prefacio fueron tomados del extraordinario libro de Henri Rollin, El Apocalipsis de
nuestro Tiempo. Valdría la pena reeditar esta obra, destruida por los alemanes en
1940),
abogado ante los Tribunales de París, vivió una existencia
difícil y
oscura. Típico rebelde (se fugó de cinco colegios en su juventud), puso
sus dotes brillantes al servicio de la libertad y de sus antipatías. Opositor
bajo todos los regímenes, tuvo un sinnúmero de enemigos y algunos
admiradores. Revelan sus escri
tos que conocía tan bien el arte de
encumbrarse (consagró a tema un curioso líbelo) como el de gobernar (los
Diálogos lo atestiguan). Sin Embargo, empleó su saber con el solo objeto
de atacar a quienes aplicaban para su beneficio personal las técnicas del
éxito. Su palabra mordaz eligió sucesivamente como blanco a Napoleón
III, Víctor Hugo, Gambetta , Jules Grévy, en quienes apenas hizo mella.
Pobre, enfermo y acabado, el 17 de julio de 1887 se descerrajó una bala
de revolver en la cabeza. Abierto sobre su
escritorio hallaron un ejemplar
de los Hambrientos, libro que publicara dos años antes.
Nacido en Lons
-
le
-
Saunier en 1829, de padre que fuera consejero general
del Jura y de madre italiana, debió, para poder terminar sus estudios,
trabajar durante siete a
ños como empleado subalterno en un ministerio,
luego de pasante en la Escuela Superior de Comercio. Inscrito en 1859 en
el Colegio de Abogados, fue secretario de Jules Grévi, con quien no tardó
en reñir.
Su primer libro,
Le Barreau de París, études politi
ques et litteraires
,
consiste en una galería de retratos de abogados cáusticos e inclementes
;
el segundo,
Cesar
, es un vigoroso ataque a Napoleón III. En 1864 publica
en Bruselas, sin nombre de autor, el
Diálogo en el Infierno
. El libro fue
introducido en
Francia de contrabando, en varias partidas; pero como
algunos de los contrabandistas pertenecían a la policía, esta sin gran
esfuerzo
–
unas cincuenta pesquisas simultaneas
–
logró incautarse de
toda la edición y desenmascarar al autor. Maurice Joly fue a
rrestado. La
instrucción del proceso le costó seis meses de prisión preventiva,
Condenado, la instancia de apelación y el recurso de casación demoraron
otros dieciocho meses, durante los cuales permaneció recluido en Sainte
-
Pélagie. Quedó en libertad en ma
yo de 1867, pero sus conflictos con la
justicia crearon el vació a su alrededor. Los defensores del Imperio lo
atacaban; para los republicanos, lejos de ser un mártir glorioso, constituía
un estorbo. Como si deseara agravar su situación y sumirse en una
so
ledad huraña y taciturna, en sus
Recherches sur l’art de parvenir
ataca
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Maurice Joly
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con inusitada violencia a sus contemporáneos más ilustres. La respuesta
de ese mundo que detestaba fue el silencio.
También culmina en fracaso una nueva tentativa que hace bajo el Imp
erio.
Funda un periódico jurídico,
Le Palais
, que desaparece después del duelo
que Joly sostiene con su principal colaborador, Edouard Lajarriere.
Juzga con severidad a los hombres del 4 de septiembre: en vano solicita
de Jules Grévy un empleo en la Jura.
El 31 de octubre de 1870 se unía a
los miembros de la resistencia a ultranza
–
Flourens, Delescluze, Blanqui
–
los que invadieron el Ayuntamiento. Al parlamentar con Jules Favre,
reprocha a este sus proyectos de armisticio, conducentes a la capitulación.
Un mes más tarde, este “republicano del Imperio” era arrestado. Puesto en
libertad provisional, fue luego absuelto por el Consejo de Guerra, el 9 de
marzo de 1871.
Joly no tuvo ninguna participación en la Comuna. Actuó siempre por puro
patriotismo; y en s
u autobiografía, que redactó durante su detención en la
prefectura, se declaraba “social” y “revolucionario”, pero rechazaba
“indómita y netamente, sin rodeos” el comunismo.
La República pudo proporcionar a este heterodoxo inveterado una
oportunidad de de
squite. En 1872 los hermanos Péreire le ofrecieron un
puesto de jerarquía en su periódico
La Liberté
. Empero, algunos años más
tarde, las circunstancias volvieron a convertir a Joly en el combatiente
solitario de una batalla sin esperanzas. En medio de la
crisis provocada
por la disolución del Parlamento, en el momento en que los adversarios de
MacMahon sostenían la candidatura de Jules Grévy a la presidencia, Joly
hizo fijar en los muros de la ciudad proclamas donde atacaban con
violencia a su antiguo empl
eador quien, afirmaba, le «había hecho todo el
mal que un hombre puede hacer a otro sin matarlo». La prensa oportunista
lanzó rayos y centellas.
Le Temps
, Gambetta, Edmond About, Sarcey
fulminaron «
la abominable maniobra
» de esos «
insolentes falsarios
»
.
Maurice Joly envió a sus padrinos a About y Sarcey y al mismo tiempo
empezó ante el Tribunal Correccional a diez periódicos por difamación,
injurias públicas y por rehusarse a publicar comunicados. Él mismo
presentó su defensa y desplegó su facundia cont
ra Gambetta y sus
amigos. Salvo dos, todos los periódicos que emplazara fueron
condenados. Fue su postrer victoria.
Pocos meses después. Maurice Joly se declaraba vencido.
Tal vez sus obras hubieran sido definitivamente olvidadas, pese a sus
descollantes
méritos, si un ejemplar del
Diálogo en el Infierno
, que
escapara a la policía de Napoleón III, no hubiese caído en manos del
falsario redactor de los
Protocolos de los Sabios de Sión
, donde se
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Maurice Joly
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exponen los presuntos planes secretos de dominación mundial,
c
onsebidos por los dirigentes de la Alianza Israelita Internacional.
Publicados incidentalmente en ruso, los
Protocolos
fueron traducidos y
difundidos en todos los países del mundo en 1920. Al año siguiente, una
sucesión de extraordinarias casualidades pus
o la superchería al
descubierto. Fue Graves, corresponsal del
Times
en Constantinopla, quien
se percató de la similitud que existía entre el documento ruso, publicado
por Nilus y Boutmi, y el
Diálogo
de Joly, entre los supuestos
Protocolos de
los Sabios de
Sión
y el líbelo del abogado parisiense contra el sobrino del
gran emperador.
Graves contaba entre sus amistades a un emigrado ruso. Este había
comprado a un antiguo funcionario de la Ocrana, también refugiado en
Constantinopla, un lote de libros viejos.
Entre ellos descubrió, con
sorpresa, un pequeño volumen en francés, encuadernado, sin la página
correspondiente al título, pero en cuyo lomo figuraba el nombre de Joly. Al
comprobar que su texto traicionaba una asombros semejanza con el de los
Protocolos,
participó su descubrimiento a su amigo Graves. Este hizo que
se practicaran algunas averiguaciones en el
British Museum
, donde sin
esfuerzo pudo encontrarse un ejemplar de la misma edición de los
Diálogos. El origen de la falsificación era patente; alguna
s comparaciones
lo demuestran:
Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu
Maurice Joly
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DIALOGO PRIMERO
... El instinto malo es en el
hombre más podero
so que
el bueno... el temor y la
fuerza tienen mayor imperio
sobre él que la razón...
Todos los hombres aspiran
al dominio y ninguno
renunciará a la opresión si
pudiera ejercerla. Todos o
casi todos están dispuestos
a sacrificar los derechos de
los demás p
or sus intereses.
¿Qué es lo sujeta a estas
bestias devoradotas que
llamamos hombres? En el
origen de las sociedades
está la fuerza brutal y
desenfrenada..., etc.
DIALOGO SEGUNDO
Montesquieu
.
-
No hay
...