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Doctrina Social De La Iglesia Aspecto Economico

analuzalbarracin4 de Septiembre de 2014

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INTRODUCCION:

La Doctrina Social de la Iglesia tiene como finalidad proponer los principios y valores que pueden afianzar una sociedad digna: como el de la solidaridad, caridad, fe y esperanza; formando los pilares fundamentales en la vida de todo cristiano quienes luchan por la justicia y caridad, contribuyendo al bienestar de la humanidad y a la paz del mundo

Con el objetivo de mostrar una visión Económica inspirada por valores morales de manera que se logre un mundo justo y solidario. En la cual debe promoverse la dignidad de la persona humana y el bien de toda la sociedad ya que el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida.

Quien con obediencia a Cristo busca ante todo el reino de Dios, encuentra en éste un amor más fuerte y más puro para ayudar a todos sus hermanos y para realizar la obra de la justicia bajo la inspiración de la caridad.

En síntesis la Doctrina Social de la Iglesia manifiesta que tanto las empresas como el estado no solo deben enfocarse en los criterios económicos sino también en los valores de la persona y de la sociedad.

1- ASPECTOS BÍBLICOS

a) El hombre, pobreza y riqueza

El Antiguo Testamento encuentra una doble postura frente a los bienes económicos y la riqueza:

• Aprecio a la disponibilidad de bienes materiales considerados necesarios para la vida: la abundancia (pero no la riqueza o el lujo) es vista como una bendición de Dios. La pobreza se describe como una consecuencia negativa del ocio y de la falta de laboriosidad pero también como un hecho natural

• Los bienes económicos y la riqueza son condenados por su mal uso: de Dios proviene todo bien como un don que hay que administrar y compartir.

La pobreza se eleva al valor moral cuando se manifiesta como humilde disposición y apertura a Dios, confiando en Él. Estas actitudes hacen al hombre capaz de reconocer lo relativo de los bienes económicos y de tratarlos como dones divinos que hay que administrar y compartir, porque la propiedad originaria de todos los bienes pertenece a Dios.

Jesús asume también sobre los bienes económicos, sobre la riqueza y la pobreza, confiriéndole una definitiva claridad y plenitud infundiendo su Espíritu y cambiando los corazones, instaura el “Reino de Dios”, que hace posible una nueva convivencia en la justicia, en la fraternidad, en la solidaridad y en el compartir.

A la luz de la Revelación, la actividad económica ha de considerarse y ejercerse como una respuesta agradecida a la vocación que Dios reserva a cada hombre. Al hacerse testigo de la grandeza y de la bondad del Creador, el hombre camina hacia la plenitud de la libertad a la que Dios lo llama. Una buena administración de los dones recibidos es una obra de justicia hacia sí mismo y hacia los demás hombres: - “Lo que se recibe ha de ser bien usado, conservado, multiplicado, como enseña la parábola de los talentos”.

La actividad económica y el progreso material deben ponerse al servicio del hombre y de la sociedad: dedicándose a ellos con la fe, la esperanza y la caridad de los discípulos de Cristo, la economía y el progreso pueden transformarse en lugares de salvación y de santificación. También en estos ámbitos es posible expresar un amor y una solidaridad más que humanos y contribuir al crecimiento de una humanidad nueva, que prefigure el mundo de los últimos tiempos. La economía es útil cuando no traiciona su función de instrumento para el crecimiento integral.

b) La riqueza existe para ser compartida

Los bienes, aun cuando son poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulación indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradicción con el destino universal que Dios creador asignó a todos los bienes.

Las riquezas realizan su función de servicio al hombre cuando son destinadas a producir beneficios para los demás y para la sociedad: las riquezas pertenecen a algunos para que estos puedan ganar méritos compartiéndolas con los demás. Estas son un bien que viene de Dios: quien lo posee lo debe usar y hacer circular. Quien tiene las riquezas sólo para sí no es inocente; darlas a quien tiene necesidad significa pagar una deuda.

2-MORAL Y ECONOMIA

La Doctrina Social de la Iglesia insiste en la connotación moral de la Economía. La relación entre Economía y moral es necesaria e intrínseca: actividad económica y comportamiento moral se compenetran mutuamente. La necesaria distinción entre moral y economía no comparta una separación entre los dos ámbitos, sino, al contrario, una reciprocidad importante.

Como en el ámbito moral se deben tener en cuenta las razones y las exigencias de la economía, la actuación en el campo económico debe estar abierta a las instancias morales: «También en la vida económico-social deben respetarse y promoverse la dignidad de la persona humana Porque el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico- social». El fin de la economía no consiste en la economía misma, sino en su destino humano y social. A la economía se le confía una tarea parcial: la producción, la distribución y el consumo de los bienes de materiales y de servicio.

La dimensión moral de la economía hace entender que la eficiencia económica y la promoción de un desarrollo solidario de la humanidad son finalidades estrechamente vinculadas. Cuando la moral se inspira en la justicia y solidaridad, constituye un factor de eficiencia social para la economía. La expansión de la riqueza, visible en la disponibilidad de bienes y servicios, y la exigencia moral de una justa difusión de estos últimos deben estimular al hombre y a la sociedad en su conjunto a practicar la virtud esencial de la solidaridad.

Para asumir un perfil moral, la actividad económica debe tener como sujetos a todos los hombres y a todos los pueblos. Todos tienen el derecho de participar en la vida económica y el deber de contribuir, según sus capacidades, al progreso del propio país y de la entera familia humana. Si, en alguna medida, todos son responsables de todos, cada uno tiene el deber de comprometerse en el desarrollo económico de todos. Cuando se vive con sentido moral, la economía se realiza como prestación de un servicio recíproco.

Objeto de la Economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos no sólo cuantitativos, sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la que vive y trabaja, no en la acumulación de bienes y servicios, aun cuando fuese en pro del bien común, no es una condición suficiente para la realización de la auténtica felicidad humana, ya que hace a los hombres esclavos de la ‘posesión’, formando una civilización “consumista”.

Si por ‘capitalismo’ se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado y de la propiedad privada, la respuesta es positiva; y se puede hablar de una “Economia Libre”. Pero si por ‘capitalismo’ se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa”.

3- INICIATIVA PRIVADA Y EMPRESA

La Doctrina Social de la Iglesia considera la libertad de la persona en campo económico un valor fundamental y un derecho inalienable. “Cada uno tiene el derecho de iniciativa económica, y podrá usar legítimamente de sus talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger los justos frutos de sus esfuerzos”.

La dimensión creativa es un elemento esencial de la acción humana, también en el campo empresarial, y se manifiesta especialmente en la aptitud para elaborar proyectos e innovar. “El principal recurso del hombre es, junto con la tierra, el hombre mismo. Es su inteligencia la que descubre las potencialidades productivas de la tierra y las múltiples modalidades con que se pueden satisfacer las necesidades humanas”.

La empresa y sus fines

La empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al bien común de la sociedad mediante la producción de bienes y servicios útiles. La empresa crea riqueza para toda la sociedad: no sólo para los propietarios, sino también para los demás sujetos interesados en su actividad. Ésta desempeña también una función social, creando oportunidades de encuentro, de colaboración, de valoración de las capacidades de las personas implicadas.

El objetivo de la empresa se debe llevar a cabo en términos y con criterios económicos, pero sin descuidar los valores de la persona y de la sociedad. La empresa no puede considerarse únicamente como una ‘sociedad de capitales’; es, al mismo tiempo, una ‘sociedad de personas’, en la que forman parte aquellos que aportan el capital necesario para su actividad y los que colaboran con su trabajo.

La Doctrina Social ha subrayado la contribución de las empresas cooperativas, de la pequeña y mediana empresa, entre otras; al crecimiento del sentido de responsabilidad personal y social, a la vida democrática, a los valores humanos útiles para el progreso del mercado y de la sociedad.

La Doctrina Social reconoce la justa función del beneficio, como primer indicador del buen funcionamiento de la empresa.

Es indispensable que, dentro de la empresa, la legítima búsqueda del beneficio se armonice

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