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EL VENDEDOR MÁS GRANDE DEL MUNDO OG MANDINO


Enviado por   •  17 de Febrero de 2014  •  8.066 Palabras (33 Páginas)  •  324 Visitas

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EL VENDEDOR MÁS GRANDE DEL MUNDO

OG MANDINO

CAPÍTULO UNO

Hafid se posó frente a un espejo de bronce y analizando su figura se percató que solo sus ojos conservaban su juventud, el siguió su camino entre las columnas de ónix que lo llevaban a las mesas de ciprés y marfil.

Incrustaciones de carey brillaban en los sofás y divanes, y las paredes, adornadas con piedras preciosas, relucían con brocados del más esmerado diseño., las enormes palmeras crecían en vasijas de bronce; eran señales para todo aquel que visitaba el palacio de que era un lugar donde la riqueza proliferaba.

Después de caminar por un jardín entro a una extensa bodega donde Erasmo esperaba temeroso la llegada de Hafid, a quien saludo a su llegada.

Nervioso por la inesperado de la reunión llego junto a su amo a las plataformas donde se hacia la carga y descarga de las mercancías, su amo, Hafid, se detuvo a contemplar todas las mercancías que estaban siendo descargadas de los vagones entre las mercancías se podía apreciar lana, lino, pergaminos, miel, alfombras, cristales, higos, nueces, entre otras muchas cosas; para Hafid el aroma más sobre saliente en ese lugar era el de dulces ciruelas, manzanas, queso y jengibre.

Después de contemplar todas las mercancías que descargaban en su bodega, Hafid miro a Erasmo y le pregunto - ¿cuánta riqueza hay ahora acumulada en nuestro tesoro? -, a lo que el respondió -No he estudiado los números, pero calcularía que hay más de siete millones de talentos de oro.

Hafid realizo una nueva pregunta a Erasmo -Y si todas las mercancías en todos mis almacenes y emporios se convirtieran en oro, ¿cuánto reportarían? – Y Erasmo respondió - Nuestro inventario no está aún completo para esta temporada, señor, pero calcularía un mínimo de otros tres millones de talentos. -

Hafid con esta respuesta le pidió a Erasmo que ya no realizaran más compras de mercancía y que solo se dieran a la tarea de vender y con ello convertir la mercancía en oro.

Erasmo se quedó sin palabras tras escuchar la petición de su amo y sin aun poder entender del todo la solicitud cuestiono a Hafid pues ese había sido el mejor de año en los negocios; Hafid en un tono suave y con la amabilidad característica, explico a su tenedor y siguió su conversación con Erasmo que seguía sin entender del todo a —Mi camarada ¿es tu memoria lo suficientemente vivida como para recordar la primera orden que recibiste de mí cuando comenzaste a trabajar para mí hace muchos años? – Dijo Hafid, Erasmo contesto - Me encargó que sacara todos los años la mitad de las ganancias de nuestro tesoro y las distribuyera entre los pobres. – en ese entonces tampoco confiaste del todo en mis decisiones y mira todo lo que hoy tenemos, dijo Hafid; y le pidió a Erasmo que confiara nuevamente en la decisión que estaba tomando en ese momento.

El amo siguió hablando - Permíteme animarte a que tengas confianza en mí. Soy anciano y mis necesidades cambiaron ahora son más sencillas. Mi amada Lisha ha muerto y arrebatada de mí, después de tantos años de felicidad, es por eso que mi deseo es distribuir mis riquezas entre los pobres de esta ciudad. Quedándome solamente con lo suficiente para que los días que me restan pueda yo estar tranquilo y no pasar apuros. Te pido que además de disponer de nuestro inventario, prepares los documentos que sean necesarios para transferir el título de propiedad de cada emporio al que actualmente lo administra por mí, además te pido les distribuyas 5.000 talentos de oro a estos gerentes como una recompensa por sus años de lealtad, y que con ello puedan surtir de nuevo sus estantes y anaqueles. ¿Te parece desagradable esta tarea? –

El tenedor movió la cabeza, sonrió y dijo - No, señor, es solo que aún no puedo entender del todo su razonamiento. Pareciera que sus días están contados.

- Es algo de esperarse en ti, pero ¿No piensas en tu futuro cuando nuestro imperio comercial se dé por concluido? – dijo Hafid

Erasmo ante tal cuestionamiento le respondió - ¿Cómo puedo pensar solo en mí en estos momentos? –

Hafid sin dudarlo abrazó a Erasmo y le dijo: - No es necesario que te preocupes. Te pido que transfieras mediatamente 50,000 talentos de oro a tu nombre y una cosa más, quédate a mi lado hasta yo pueda cumplir una promesa que hice hace muchos años. Al cumplir esta promesa este palacio será tuyo al igual que el almacén.-

Erasmo que seguía atónito ante lo que su amo le decía respondió - El palacio, el almacén, 50,000 talentos de oro; yo no merezco todo esto.-

El amo, Hafid dijo – Siempre he considerado que el mayor tesoro que tengo es tu amistad y es por eso que considero de poca importancia lo que hoy te dejo pues no se compara en nada con la lealtad que me has demostrado atreves de los años. Es hora de comenzar el camino para dar cumplimiento a mis encargos Erasmo y sobre la promesa a tu regreso platicaremos sobre ella.

CAPÍTULO DOS

En una caravana protegida Erasmo partió para cumplir con el encargo que su amigo le había pedido, visito cada uno de los emporios y entrego a cada uno de ellos los certificados de propiedad y el oro; después de días llego a su último punto Antipatris y con esto se daba por cumplida la tarea.

A su regreso Hafid le pidió lo encontrara junto a la fuente, donde allegar le pregunto a Erasmo - ¿Has cumplido la misión? - Si todos los encargos fueron realizados, respondió.

Hafid camino y pidió a su tenedor que lo siguiera, en la inmensa cámara solo se escuchaba el caminar de los dos amigos, después de subir los escalones interiores y llegar a la cúpula del palacio donde después de abrir una pesada puerta de madera Hafid por primera vez en 30 años le permitía el acceso a alguien más, en el lugar solo estaba un baúl de cedro que era alumbrad por un pequeño rayo de luz.

Una luz grisácea, plomiza, se filtraba por las torrecillas del techo y Erasmo se aferró del brazo de Hafid hasta que sus ojos se acostumbraron a la penumbra. Con débil sonrisa, Hafid observaba cómo Erasmo miraba la sala vacía con la excepción de un pequeño cofre de cedro alumbrado por un haz de luz.

- ¿No estás desilusionado, Erasmo? Pregunto Hafid a lo que el tenedor respondió - No sé qué decir, señor.

Hafid siguió cuestionando a su viejo amigo - ¿No has quedado desilusionado?

Erasmo asintió con la cabeza.

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