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EVALUACIÓN ¿CÓMO PROPONEN EVALUAR?

NAY07557513 de Octubre de 2013

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EVALUACIÓN

¿CÓMO PROPONEN EVALUAR?

TYLER

Ralph W. Tyler es tradicionalmente considerado como el padre de la evaluación educativa por ser el primero en dar una visión metódica de la misma, superando desde el conductismo la mera evaluación psicológica. Tyler plantea la necesidad de una evaluación científica que sirva para perfeccionar.

Tyler fue el primero en describir y aplicar un método para la evaluación, algo que nadie antes había hecho. La evaluación tyleriana ha sido tan penetrante como influyente en el mundo educativo del siglo XX. En 1950 publica la obra de síntesis, exponiendo de manera clara su idea de “currículum” e integrando en él su método sistemático de evaluación educativa.

Para Tyler, la referencia central en la evaluación son los objetivos preestablecidos, que deben ser cuidadosamente definidos en términos de conducta, teniendo en cuenta que deben marcar el desarrollo individual del alumno/a, pero dentro de un proceso socializador.

Ralph W. Tyler define la evaluación como el “proceso destinado a determinar en qué medida el currículo y la enseñanza satisfacen realmente los objetivos de la educación”. También la definió, en otra oportunidad, como “la determinación de cómo se han alcanzado los objetivos propuestos por el programa”.

Las funciones del diseño evolutivo de Tyler han sido:

1. Establecer objetivos amplios.

2. Clarificar objetivos.

3. Definir objetivos en términos operativos.

4. Buscar situaciones y condiciones para mostrar el logro de objetivos.

5. Diseñar y seleccionar técnicas de medida.

6. Recoger datos del rendimiento.

7. Comparar los datos con los objetivos operativos.

Como vemos, el modelo que Tyler propone presentar como aportación fundamental el concepto de objetivos, los cuales se convierten en el núcleo de cualquier programa de estudios pues determinan de una manera u otra el funcionamiento de las otras partes del programa.

La idea de elaborar un programa o una planeación didáctica teniendo como base a los objetivos, cambia sustancialmente el esquema tradicional de las funciones del profesor/a, del método, del alumno/a y de la información, así como la evaluación, la sociedad, etc., por ejemplo:

El/la profesor/a: A pesar de que el profesor presenta notables cualidades de orador, gran capacidad de manejo de información y una amplia recopilación de conocimientos de un tema determinado, sus acciones están determinadas por el objetivo, porque muestra con claridad como se ha de enseñar ese contenido.

Este modelo también alude la forma en que el catedrático tendrá que impartir la enseñanza y le propone varias actividades según sea el tipo de objetivo. Además el profesorado debe rendir cuentas de su acción educativa ante los padres de los alumnos; para ello, es necesario interaccionar con ellos de manera más frecuente y más informal.

El método: Como los objetivos señalan diversas acciones que los alumnos/as han de desempeñar, la enseñanza no puede fundamentarse en un solo método o en una misma forma de impartir la clase. Por el contrario, se presentan varias actividades para los/as alumnos/as y para el profesorado, de tal manera que según sea el tipo de objetivo serán las acciones a realizar por el docente y los escolares.

Este modelo ofrece la posibilidad de utilizar una serie métodos y técnicas, los cuales serán propuestos en los programas y en algunos casos serán seleccionados por los/as profesores/as.

El/la alumno/a: Los objetivos indican acciones que el alumnado debe realizar, por lo cual éstos dejan de ser pasivos u objetos de enseñanza, convirtiéndose en sujetos de aprendizaje efectuando acciones heterogéneas que son registradas por el docente.

Al contrario del modelo tradicional donde el/la alumno/a desconocía la profundidad y extensión de tema, así como las acciones que se esperan de él, en el modelo de Tyler el alumnado conocen las actividades que deben realizar de forma individual, por equipos o junto con el profesor/a.

Esto es debido a que el propósito más importante de la evaluación del alumnado es guiar su aprendizaje, ayudarles a que aprendan.

La información: La información que se va a enseñar ya no se presenta a manera de temas como se hacía en el modelo tradicional, sino por medio de objetivos; es decir, se fragmentan los contenidos en pequeñas fracciones, las cuales están acotadas tanto en su extensión como en su profundidad.

Un contenido puede dar lugar a varios objetivos con infinidad acciones por ejecutar; estos objetivos se relacionan y se estructuran lógicamente formando unidades, éstas, a su vez, presentan un orden lógico y una secuencia de lo simple a lo complejo, formando un programa de estudios.

Al estructurar así la información permite un manejo preciso y homogéneo por parte del profesorado y elimina, en parte, la subjetividad en la enseñanza de los contenidos, ya que las acciones del/a profesor/a y del/a alumno/a, la extensión, profundidad y tiempo dedicado a cada objetivo están acordados preliminarmente en el programa de estudios.

La planeación didáctica se facilita porque el programa de estudios resulta lo suficientemente claro y el docente sólo necesita hacer un análisis minucioso del programa o, en su defecto, consultar al coordinador de área o de estudios.

La evaluación: Se realiza de manera más sistemática, ya que los tiempos, las formas e instrumentos de evaluación que deben emplearse están predeterminados en el programa de estudios, y los docentes podrán elegir formas alternativas de evaluación con la condición de que se adecuen al objetivo.

La participación de especialistas: La elaboración de programas requiere de la participación de especialistas, puesto que se requiere de un conocimiento técnico-pedagógico que demanda rigor y precisión.

La sociedad.: El vínculo entre educación y sociedad se torna más estrecho en el modelo de Tyler, puesto que los objetivos propuestos por los especialistas tienen como marco de referencia las necesidades que solicita la sociedad, de tal modo que, conforme se modifican las necesidades sociales, es necesario cambiar los objetivos de los programas de estudios porque se corre el peligro de que se vuelvan arcaicos.

Medio siglo después de que Tyler revolucionara el mundo de la evaluación educativa, se puede observar la fortaleza, coherencia y vigencia de su pensamiento puesto que sus ideas básicas se vinculan fácilmente con las corrientes más actuales de la evaluación educativa.

SCRIVEN

Michael Scriven acuñó en la década de los años 60 el término de metaevaluación, considerada como aquella investigación sistemática cuyo objetivo es emitir un juicio acerca de la calidad o los méritos de una evaluación. La evaluación se convierte, de esta forma, en el objeto de estudio del metaevaluador

Sus enriquecidas distinciones terminológicas ampliaron enormemente el campo semántico de la evaluación, a la vez que clarificaron el quehacer evaluativo. A continuación se muestran algunas de sus aportaciones más significativas:

Se establece de forma tajante la diferencia entre la evaluación como actividad metodológica, lo que Scriven llama meta de la evaluación, y las funciones de la evaluación en un contexto particular. Así, la evaluación como actividad metodológica es esencialmente igual, sea lo que sea lo que evaluemos. El objetivo de la evaluación es invariante, mientras que las funciones de la evaluación pueden ser demasiado variadas.

Este autor numera dos funciones diferentes que puede adoptar la evaluación: formativa y sumativa. Evaluación formativa se propone para calificar aquel proceso de evaluación al servicio de un programa en desarrollo, con el fin de mejorarlo. Evaluación sumativa para aquel proceso encaminado a comprobar la eficacia del programa y tomar decisiones sobre su continuidad.

Existen tres principios que están claramente relacionados con la evaluación formativa o de proceso descrita por Scriven en 1967, estos son:

a. El aprendizaje es una responsabilidad compartida

b. El aprendizaje depende mucho de cómo se ve el alumno a si mismo,

c. El aprendizaje es mayor cuando el estudiante es reforzado inmediatamente cada paso o momento.

Scriven también realizó una crítica al énfasis evaluación da a la consecución de objetivos previamente establecidos, porque si los objetivos carecen de valor, no tiene ningún sentido saber hasta que manera se han logrado. Sobresale la necesidad de que la evaluación debe incluir la evaluación de los propios objetivos y el grado en que se han conseguido.

Este peculiar autor también realiza una distinción entre la evaluación intrínseca y la extrínseca. En la primera lo que se valora es el elemento por sí mismo, en cambio en la segunda el elemento es valorado por los efectos que produce en los alumnos/as. Esta diferenciación es muy importante cuando se considera el criterio a utilizar, pues en la evolución intrínseca el criterio no se plantea en términos de objetivos operativos pero en la evaluación extrínseca si se concibe.

Scriven considera que la evaluación implica emitir un juicio sobre la superioridad o inferioridad de lo que se evalúa

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