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El Arte De La Guerra


Enviado por   •  27 de Mayo de 2015  •  7.043 Palabras (29 Páginas)  •  168 Visitas

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Introducción

Sun Tzu escribió El arte de la guerra como un libro de práctica militar, pues él era general y la guerra era su vida y su quehacer diario. Pero, más allá de la práctica militar, lo pensó como un tratado que enseñara la estrategia suprema de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación. Desde luego, las empresas no se enfrentan de forma directa en un campo de batalla como el que pisaba Sun Tzu, pero la dinámica competitiva empresarial lleva a que, en innumerables situaciones, las organizaciones se vean enfrascadas en un duelo a muerte del que solo puede salir vivo el vencedor.

Cuatro simples ideas confirman, desde diversos ángulos, la actualidad de Sun Tzu en el management actual. Por un lado, el general chino insiste en todo momento en la importancia de posicionarse en el terreno con garantías para la victoria en la guerra, un posicionamiento del que Michael Porter ha sido su gran heredero.

Por otra parte, el militar chino comienza su reflexión con un aviso previo. “La guerra es un engaño”, advierte; lo cual sitúa la contienda en el ámbito de las percepciones y la apariencia o imagen percibida. La influencia actual de la reputación y el marketing se basa, precisamente, en ese sutil juego de percepciones.

Asimismo, Sun Tzu destaca en todo momento en El arte de la guerra la importancia de la velocidad, agilidad y resiliencia como cualidades de los grandes generales y ejércitos para adaptarse lo antes posible a los cambios en el campo de batalla. Por último, entroniza, como fundamento del liderazgo la integridad y la prudencia, dos cualidades muy presentes en el momento actual como antídoto frente al riesgo y los desmanes financieros y de desgobierno de la última década.

La estrategia, el arte de competir, está en la cabeza en los grandes líderes empresariales de todo el mundo. Nadie escapa a ese arte que Sun Tzu definió desde el ámbito militar en forma de trece capítulos y que llegó a Europa de la mano de la traducción que realizó el jesuita Joseph-Marie Amiot, que había estado como misionero en China.

Han pasado ya más de dos mil años desde la publicación de El arte de la guerra, pero el alma guerrera y competitiva de sus máximas y sugerencias perviven de forma preclara en el ámbito empresarial, académico, deportivo, institucional, diplomático e incluso personal.

1- El posicionamiento

La preparación y el escenario. Las empresas, lejos de competir en un único escenario, lo hacen en múltiples terrenos y en condiciones de todo tipo. Los “ejércitos” empresariales deben estar preparados de antemano para luchar tanto en las montañas como en las llanuras, en el desierto o en el mar; de ahí que la preparación y el escenario sitúe a las empresas en situaciones de estrés antes incluso de desenfundar las armas.

El terreno implica las distancias, y hace referencia a dónde es fácil o difícil desplazarse, y si es campo abierto o lugares estrechos, y esto influye en las posibilidades de supervivencia (Cap. 1).

La información es poder, esto es, la mejor arma posible para entablar la lucha con plenas garantías de victoria, incluso antes de que la batalla comience. Así sucede en la empresa como en la guerra.

Empresas como Kroll han hecho de la investigación e información su negocio a nivel mundial, mientras que los departamentos de investigación y mercado proliferan en las grandes multinacionales.

Kroll, pionera en esas lides desde 1972, cuando fue fundada por Jules Kroll, un asistente de fiscal de distrito, lleva años mitigando el riesgo global a partir de los cálculos que realiza con los datos. Con la información en la mano, las probabilidades de triunfo aumentan de forma exponencial:

Con una evaluación cuidadosa, uno puede vencer; sin ella, no puede. Muchas menos oportunidades de victoria tendrá aquel que no realiza cálculos en absoluto (Cap. 1).

Información y estrategia van, por tanto, de la mano a la hora de hacer frente a la competencia, pues la información comienza por el análisis minucioso de las propias fortalezas y debilidades y, por ende, oportunidades y amenazas, como expone Michael Porter en la matriz del DAFO (SWOT). Solo con un análisis exhaustivo de todos los elementos, la información aportará valor estratégico a la propia estrategia en sí:

Una operación militar significa un gran esfuerzo para el pueblo. Así pues, fallar al conocer la situación de los adversarios por economizar en aprobar los gastos para investigar y estudiar a la oposición es extremadamente inhumano, y no es propio de un buen jefe militar (Cap. 13).

Es esencial bajar del caballo y escudriñar el terreno, por si existen tropas escondidas para tenderte una emboscada. También podría ser que hubiera espías al acecho observándote y escuchando tus instrucciones y movimientos (Cap. 9).

Vencer de antemano: los “océanos azules”

La mejor victoria es vencer sin combatir (Cap. 1).

La pregunta que asalta a partir de esta afirmación de Sun Tzu es obvia: ¿cómo se va a vencer en una guerra sin combatir? La auténtica victoria, responde el general, se consigue cuando la empresa no lucha —o no se ve obligada a hacerlo— porque ya ha vencido de antemano. El propio Sun Tzu analiza la radicalidad de esta no-batalla:

Un verdadero maestro de las artes marciales vence a otras fuerzas enemigas sin batalla, conquista otras ciudades sin asediarlas, les corta los suministros o bloquea su camino, sin emplear mucho tiempo. En la guerra, la mejor política es la de tomar el Estado intacto; aniquilarlo solo tiene sentido como mal menor (Cap. 3).

Así pues, los buenos guerreros toman posición en un terreno en el que no pueden perder, y no pasan por alto las condiciones que hacen a su adversario proclive a la derrota. En consecuencia, un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después. La guerra más excelente es aquella que permite derrotar al enemigo sin librar una sola batalla (Cap. 4).

Las empresas, influidas por las teorías competitivas de Porter, han tendido siempre a concebir la estrategia desde el punto de vista bélico. El propio lenguaje de la estrategia está ampliamente imbuido de referencias militares —chief executive officers, headquarters, tropas en primera línea (de fuego), etc.—. Bajo este prisma, toda la estrategia se basa en la confrontación frente a un oponente en un campo de batalla o terreno limitado, lo cual niega a la estrategia la auténtica capacidad que posee: crear un nuevo espacio de mercado que no tenga contestación

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