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El Jardin De Las Delicias


Enviado por   •  11 de Mayo de 2014  •  2.258 Palabras (10 Páginas)  •  470 Visitas

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ÍNDICE

CONSIGNAS 2

APÉNDICE 3

FICHA TÉCNICA DE LA OBRA 3

ANÁLISIS CONTEXTUAL 3

DESARROLLO DENOTATIVO Y CONNOTATIVO DE LA OBRA 3

IZQUIERDA 3

CENTRAL 3

DERECHA 3

BIBLIOGRAFÍA 3

Consignas

A) Partiendo de una imagen seleccionada del modo del arte obtenga una excelente reproducción.

*Desarrolle ficha técnica de la obra (autor, titulo, año de realización, técnica, materiales y soporte, contexto de circulación y dimensiones).

B) Análisis contextual: primera aproximación para situar la imagen en su contexto histórico y vincular con las esferas políticas y artísticas en su momento de creación y circulación.

C) Analice los aspectos denotativos y connotativos de la imagen.

Apéndice

Foto del tríptico cerrad

Ficha Técnica de la Obra

Autor: El Bosco - Hieronymus van Aeken

Titulo: El jardín de las delicias

Año: 1503 – 1504

Técnica: Óleo, Grisalla (La grisalla es una técnica pictórica basada en una pintura monocroma que produce la sensación de ser un relieve escultórico)

Soporte y Materiales: Tríptico pintado al óleo sobre una tabla central y dos laterales (pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar sobre la misma.

Dimensiones: 220 x 389 (cm)

Contexto de Circulación: El origen de este tríptico (la obra más afamada y singular de cuantas realizó El Bosco) se vincula definitivamente a la Casa de Nassau, propietaria de un castillo en Breda. A la muerte de Enrique de Nassau, pasó a manos de su hijo Enrique de Châlons y, al fallecer éste en 1544, a las de su sobrino Guillermo de Orange. Confiscado al príncipe de Orange por los españoles en 1568, fue propiedad del prior de la orden de San Juan, Fernando de Toledo, hasta su muerte en 1591. Feli¬pe II lo adquirió en su almoneda y en 1593 lo destinó al monasterio de El Escorial, registrándose en su libro de entregas como “una pintura de la variedad del Mundo, que llaman del Madroño”. Permaneció en El Escorial hasta la Guerra Civil y en 1939 ingresó en el Museo del Prado como depósito de Patrimonio Nacional.

Análisis Contextual

Para hablar de la enigmática obra y personalidad de El Bosco hay que conocer un contexto político y cultural que parece justificar, al menos en parte su carácter excepcional. Se trata de un amplio espacio de tiempo que en el plano geográfico presenció el fin del ducado de Borgoña y el nacimiento, en el ámbito europeo, del más extenso imperio del moderno.

En el último cuarto del siglo XV, cuando El Bosco empezaba a producir sus primeras obras verdaderamente significativas, el ducado de Borgoña entró en una crisis de identidad que culminará en el enlace

matrimonial de María de Borgoña con Maximiliano I, vástago de la casa de Austria, enlace que ya prefiguraba la anexión del pequeño estado al poder consolidado de la dinastía de los Habsburgo. A la muerte de María de Borgoña, su heredero, Felipe el Hermoso, es representado por Maximiliano I, pero éste es mal tolerado por las autoridades locales que, en 1488, en Brujas, se unen y consiguen encarcelarlo. Aunque estas revueltas, a menudo sofocadas mediante la intervención del ejército imperial, terminan en 1491, habrá que esperar al inicio del nuevo siglo y a la fundación de una corte refinada, de inspiración meridional, para que el territorio se convirtiera en uno de los polos del Renacimiento europeo.

A estos acontecimientos debe sumarse la turbulencia de las primeras manifestaciones de sensibilidad pre reformista. La profunda ambivalencia del mundo espiritual ubicado en ese largo período histórico, que en términos simplistas llamamos “Medievo”, se articula entorno a contrastes fuertemente diferenciados: mundano y ascetismo, amor a la vida y oscura atracción a la muerte, miedo y ensoñación. En ese terreno, acrecentado por la ardiente religiosidad de la devoto moderna, hunden sus raíces y prosperan, con pretensiones de un rigor propio del Antiguo Testamento, las peligrosas sectas heréticas, como la de los anabaptistas y la de los adamitas. El mismo misticismo que impulsa estos movimientos conduce a la élite intelectual en general a una dura crítica de la mundanización del clero y de la prevalencia de las prácticas externas que en breve cristalizará en la condena de la Iglesia por su política de alianza con las grandes bancas europeas. Esta sensibilidad se pronuncia, además, con la inutilidad social de los monjes ambulantes y vagabundos sin arraigo alguno, en tanto que el clima de severa reprobación de la corrupta sociedad en su conjunto conduce a la espera de una drástica convulsión, a la expectativa del castigo y a la venida del Anticristo.

Era la época de los grandes descubrimientos de los países lejanos, la gente esperaba permanentemente el anuncio de cosas singulares y extrañas. La gente de la época había desarrollado un gran amor por las atmósferas y las parábolas, un gran deseo generalizado de burlarse e ironizar, una inclinación por la superstición y la brujería. También atraía a los artistas de la época la alegoría, cuyo origen se

remonta a una gran antigüedad, y que se resucitó a finales de la Edad Media. Es una representación por la imagen de contenidos abstractos de conceptos relaciones sumamente ligados a símbolos. Fue también la época de la Inquisición a la que el Papa Inocente VIII acababa de otorgar sus poderes de derecho y que el clero utilizaba a conciencia para anunciar el fin del mundo. La conciencia popular se hallaba en alerta a fin de grabar bien en las memorias los pecados capitales. La actitud ante la vida era de excesos en ambos extremos: sin límites para el vicio, desvergüenzas, crueldades; pero también desbordamiento de la misericordia. Gran confusión en la religión. El clero sacaba provecho de la angustia de los fieles, haciéndoles pagar muy caro las

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