El Tema De Las Competencias En La Educación.

El tema de las Competencias en la educación.

Marisela Sánchez M:

El tema de las competencias en México, ha tomado mucha fuerza, sobre todo en los programas presentados en las Reformas Integrales de Educación, en los diferentes niveles educativos. Sobre este tema se ha generado una gran incertidumbre, sobre todo en los docentes que son los responsables directos del desarrollo de la propuesta educativa.

Nos gustaría plantear a manera de cierre, los retos que a nuestro entender, aún deberá enfrentar el nuevo paradigma educativo para convertirse en una realidad tangible. Esto es porque frente al tema de las competencias pueden surgir infinidad de conclusiones:

Por una parte, el concepto de competencias ha tenido cierta dificultad para desarrollarse en el campo de la educación y las aportaciones en el terreno de la investigación educativa, han llegado a conclusiones tan dispares, que se han convertido en el centro del actual debate educativo. Al definir competencia es importante destacar que cada definición de cada autor aporta un poco a una construcción más amplia, como escribe Boterf: “la dificultad de definirlo crece con la dificultad de utilizarlo”, de manera que la competencia es un concepto en construcción”

Por otra, el empleo del término competencias ha dado origen a un lenguaje muy complejo y vasto en el terreno de la educación. Esta multiplicidad de definiciones, enfoques y posturas, origina clasificaciones distintas de las competencias y genera una enorme confusión. Por ello es necesario reconocer que no existe en este momento, una clasificación completa, racional y funcional que oriente los procesos de diseño curricular y los sistemas de enseñanza. De ahí parte la justificación o el sentido inicial de este trabajo, como punto de referencia para acompañar a los lectores en su evolución teórica y en su aplicación práctica.

Otra cuestión a tomar en consideración, más allá de la discusión pedagógica que resurge con la incorporación del término, es que aparecen nuevas dificultades relacionadas con la metodología para la elaboración de planes de estudio; otras con las estrategias para aplicar esas propuestas a situaciones prácticas en el aula y sobre todo con el nuevo papel que el enfoque por competencias le asigna al docente.

Una complejidad más se añade pues el término competencia procede del mundo del trabajo y del campo de la lingüística. Su aplicación en la formación técnica ha sido exitosa, sin embargo, su incorporación a la educación básica, media y superior ha traído diversas dificultades, tanto de interpretación como de aplicación.

Es necesario también reconocer, la dificultad de construir una metodología de diseño curricular apoyada únicamente en la perspectiva de las competencias, es por ello que en este trabajo hemos presentado un enfoque que toma esta propuesta como marco de referencia, pero plantea en la práctica una construcción mixta, complementaria o compensatoria, pues pensamos que quizá la clave se encuentre en que el enfoque por competencias puede tener una incidencia significativa en la modificación de los modelos de enseñanza. Entonces las diversas estrategias: aprendizaje situado, aprendizaje basado en problemas, aprendizaje colaborativo, adquieren un sentido de posibilidad que podría ser interesante examinar.

En todo caso el reto del enfoque de las competencias en la educación es enorme, ya que requiere clarificar su propia propuesta, lo cual significa construir un lenguaje que contenga tanto su propuesta como sus límites. Esto es, se requiere evitar la diversidad tan amplia de interpretaciones que desde la perspectiva de las competencias se están elaborando en el campo de la educación.

En relación a sus avances y definiciones, no se puede desconocer que bajo la discusión de las competencias se ha efectuado un debate de carácter más estructural en el campo de la educación, y en esto reside la riqueza del concepto. Primero que nada, el concepto de competencias deberá ubicarse en su justa dimensión, ya que no es la panacea universal que resolverá toda la compleja problemática educativa, ni es un modelo pedagógico, ni tampoco una teoría del aprendizaje.

La educación por competencias es una propuesta que revisa los modos de aprender y de enseñar y constituye un nuevo paradigma cuya prioridad es aprender a hacer, aprender a aprender, aprender a ser y aprender a convivir, que constituyen el principal reto para la educación del siglo XXI.

Entre sus principales aportaciones se encuentra el volver a plantear el sentido del aprendizaje en el contexto escolar, dicho de otra manera, la comunidad educativa mundial ha vuelto preguntar: ¿Cuál es la finalidad de lo que se enseña?

• Llenar la cabeza de información que se retenga y sea reproducida en los esquemas y textos mostrados en la escuela, o

• Formar un individuo con capacidad propia de razonamiento y con un conjunto de habilidades que le permitan resolver situaciones cotidianas.

Sin embargo, el sistema educativo aún no está organizado para dar respuesta integral a la segunda opción, y su proceso de adecuación deberá ser coherente con las definiciones del nuevo paradigma:

“…un sistema educativo se organiza en torno a tres grandes definiciones: qué se entiende por conocimiento, qué se entiende por aprendizaje, y qué se entiende por contenido de la educación. Un cambio de paradigma educativo consiste básicamente en que, a partir de nuevas opciones político-ideológicas, una sociedad sea capaz de redefinir qué entiende por cada uno de estos ejes subyacentes o principios básicos que estructuran el sistema educativo. Pero no alcanza solo con discutirlos, con que sean un tema en la agenda social. Tienen que ser redefinidos de tal modo que esto se exprese en la práctica, o sea en la organización y la gestión de todas las instancias educativas. (Aguerrondo, 1993)

La definición de conocimiento, de aprendizaje y de contenido que adopta un sistema educativo concreto, justifica sus modelos de organización y sus prácticas rutinarias así como la cultura institucional, tanto a nivel de aula, de la institución escolar, de la supervisión, o de la conducción nacional. Es decir que la forma externa concreta de un sistema educativo - el funcionamiento del aula, la organización de la escuela, los modelos de supervisión - deberán ser diferentes

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