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El comunicador en la cultura de gestión de procesos

camiloanguTrabajo20 de Septiembre de 2012

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componente

identitario en la labor comunitaria, cuando incluso se trata de identidades con lógicas distintas?

entonces lo cultural no es un punto de partida sino una posibilidad de enriquecerse en la diversidad y

proyectarse en común. Lo comunitario no está en alguna parte como un referente, sino que se hace,

el referente de compromiso se construye, y en esto lo que subyace no es sino la prevalencia de una

unidad en la diferencia, de la emergencia de una identidad nacional llamada ciudadanía. Con el

advenimiento de la globalización, se ha dado un fenómeno de explosión de identidades regionales y

locales que se oponen a una idea trabajada en la modernidad sobre la homogenización cultural a

nivel nacional, pero que en esta nueva etapa busca una homogenización cultural global, y la cultura

hegemónica es la de los países del centro y en lo local es la hegemonía de los grupos que han

ostentado el poder por mucho tiempo. Pero qué significa que exista esta anhelada cultura global?,

bueno que los procesos de interpretación de la realidad son aquellos que utiliza la cultural

hegemónica, ignorado e invisibilizando otras formas de ver el mundo y otras formas de apropiarse

del mismo[3]. Es por eso que hablar de lo comunicativo comunitario es abordarlo como una

interlocución que se mueve dentro de unas tensiones cuya intensidad es difícil de establecer.

Lo comunitario no es una referencia fija y anclada en algún lugar, es la posibilidad y viabilidad de

proyecto con la comunidad, cuya identidad como ya hemos dicho no responde a una única matriz

cultural, sino cuya composición mezcla la diversidad con la desigualdad. Queda extraño, entonces,

afirmar que es poco lo que se puede hacer desde una localidad pequeña, o desde un municipio

rural: los u’wa son un ejemplo de actuación local y pensamiento global; movilizan a organismos

no-gubernamentales y a la opinión pública inglesa para que presione a las empresas petroleras

británicas y, dificulten los trabajos de éstas en lo que ellos consideran territorio sagrado.

De otro lado, podemos afirmar que toda intervención social o acción cultural debería insertar la idea

de que los grupos humanos deben aportar algo a los demás. Para que una comunidad sea

incorporada o geste su proyecto cultural, un comunicador social deberá intentar "reinsertarse" (volver

a pensar-se y sentir-se) en la comunidad comprendiendo sus procesos sociales y culturales con el

fin de ayudarla a planificar y organizar desde el saber-hacer que lo define como persona y

profesional.

La nueva estructura curricular la luz de los Estudios Culturales

Dentro de la propuesta de nueva estructura curricular del programa de Comunicación Social

Comunitaria, los contenidos cobran su valor sólo a través de una visión cultural de dicho currículo

que descentra la sola mirada mediática de la comunicación social y aborda la complejidad de los

procesos comunicativos en el contexto de las sociedades contemporáneas.

En esta perspectiva, el Plan de Estudios del Programa de Comunicación Social, toma como

referente conceptual el campo de estudios denominado “Estudios y Crítica Culturales”, puesto que

desde allí puede consolidarse una propuesta cultural de la comunicación que no deslegitime los

saberes locales, los contextos particulares y los procesos de interacción humana hasta ahora

desconocidos y/o ignorados por la academia formal. Los estudios culturales tal como han sido

definidos también se mueven en una dirección transdisciplinaria, al querer diseñar un modelo de

reorganización académica del conocimiento que incorpore saberes hasta ahora marginados por el

canon de las disciplinas tradicionales. La crítica cultural y los estudios culturales compartirían un

mismo interés por ciertas combinaciones teóricas que les sirven a ambos para analizar (y defender)

representaciones sociales y formaciones de identidad habitualmente segregadas por las jerarquías

de la cultura oficial.[4]

Desde la sombrilla de los estudios culturales se han reconfigurado las preguntas de la comunicación,

refiriéndonos a América Latina, los estudios de comunicación pasan de una visión instrumental que

puede verse plasmada en los albores de la comunicación para el desarrollo o en la función

ideológica, a comprenderla como una mediación fundamental en las sociedades contemporáneas,

esta mirada nos permitirá ir resignificando el concepto de lo comunitario. Esta afirmación descentra

el pretendido objeto de estudio de la comunicación: los medios masivos de comunicación. Lo anterior

no significa olvidarse de éstos, todo lo contrario, significa redimensionar su existencia en la

sociedad, más allá de difusores ideológicos de la clase propietaria de las empresas de comunicación

o de instrumentos educativos para el cambio social, los medios cobran un valor y un sentido para

las sociedades, forman parte de un sistema social con características particulares, de tal manera que

el espacio cultural se vuelve un eje fundamental en el estudio y producción de comunicación.

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Según Fabio López de la Roche y Jesús Martín Barbero[5] en América Latina la investigación cultural

es anterior a que apareciera la etiqueta de “Estudios Culturales”, pero esta investigación de lo

cultural se fundamenta tanto en la experiencia que aportan los movimientos sociales como en el

trabajo de los ingleses Raymond Williams, R. Hoggart y Stuart Hall, quienes inicialmente

investigaron la inserción de los medios de comunicación en las dinámicas de la cultura

contemporánea y la relación de las culturas juveniles con las industrias culturales y las

transformaciones de la ciudad. Fue en búsqueda de la comprensión de los procesos sociales –dicen

López de la Roche y Martín Barbero- que la investigación cultural en Latinoamérica se ha convertido

en un área estratégica de reconocimiento de las rupturas y continuidades de que está hecha nuestra

modernidad.

El comunicador en la gestión de procesos de cultura

Pensar en formar a un comunicador social-comunitario entonces, se presenta como una manera de

hacer posible la inserción necesaria en procesos sociales más amplios que aquellos inscritos en la

denominada marginalidad, es decir, una visión, una comprensión y unas competencias que permitan

formular unas preguntas a la realidad, en un espacio en el que converjan –antes que discurrir

paralelamente- los aspectos denominados alternativos y aquellas dinámicas hegemónicas de la

sociedad, en especial las socio-culturales y mass-mediáticas. Esto involucra desde la perspectiva de

los Estudios Culturales el rompimiento de unas maneras de acercarse a la realidad marcadas por un

análisis basado en dicotomías –como masivo vs. alternativo, culto vs. popular, medios masivos de

comunicación vs. medios comunitarios de comunicación-, que rompe con unas delimitaciones que no

aportaban a una comprensión más compleja de lo que significa la existencia de la comunicación

masiva en las sociedades contemporáneas y su presencia en contextos tan particulares, como los

locales.

Hablamos de Gestor porque el profesional de Comunicación Social de la UNAD tiene en sus manos

la capacidad de generar, desde el re-conocimiento de su entorno local, las relaciones con otros

entornos –como el regional y el nacional-, el perfil socio-cultural del contexto específico, el valor y el

sentido de los medios de comunicación para su comunidad y la comprensión de los fenómenos

propios del quehacer mediático y de coyunturas y realidades nacionales y globales. Así visto, todo lo

anterior lo faculta para encaminarse hacia la elaboración de propuestas de diseño comunicativo que

dinamicen procesos de cultura, es decir, haciendo de la comunicación mucho más que un

instrumento, hacer de ésta una comprensión y una(s) estrategia(s) que interviene en procesos

buscando modificarlos en su transcurrir siendo capaz de mirar su propia “gestión”.

De procesos de cultura, porque en el enfoque de la intervención está presente el carácter

dinamizador de los procesos de comunicación en los procesos de cultura, entendiendo ésta última

como la producción de fenómenos que contribuyen, mediante la representación o reelaboración

simbólica de las estructuras materiales, a comprender, reproducir o transformar el sistema social, es

decir todas las prácticas e instituciones dedicadas a la administración, renovación y reestructuración

del sentido[6].

Puede decirse que la comunicación comunitaria más que un énfasis, es una perspectiva de trabajo,

es mirada que, obviamente, se traduce en la manera como las asignaturas comprometen unas

comprensiones comunicativas imbricadas a los procesos de cultura. Se trata de un profesional cuya

opción por la producción

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