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El juego en la educacion


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2015  •  Ensayos  •  3.126 Palabras (13 Páginas)  •  70 Visitas

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CAPITULO 2

SOBRE EL DESEO

El deseo, es saber cómo cumplir tu meta o promesa pero también debes querer lo que tienes a disposición de un buen estado de plenitud si te sientes competente para la vida, pero en este caso se trata en el deseo de enseñanza hacia los niños porque ellos son los únicos que saben jugar pero no logran a comprenderlo debido a que no tienen un desarrollo mental, la tienen pero con poco razonamiento y en cambio para un adulto pues ya sabemos jugar pero no sabes que es lo que estamos jugando y lo hacemos sin documentación pero sabiendo que la vivencia de una niñez no es lo mismo a de ya estando adultos, pero se hace imposible comprender la vida de un niño en su niñez pero no es nada sorprendente porque todos pasamos por la niñez. Pero para una enseñanza hacia los niños, un adulto debe tener muchos valores ya que el deseo proviene de la fuerza, de lo que te has propuesto en toda la vida entonces si entendemos por deseo el querer y poder logra lo uno mismo piensa y se puede decir que el mundo del niño se diferencia al mundo del adulto en que el mundo del deseo o las razones en esta vida. Y el deseo es en general el niño están en el deber del deseo piensa mucho en deseo las ilusiones, las emociones para el niño es la vivencia del deseo porque aun lo están imaginando y el adulto lo está viviendo y algunos no hay deseo que ellos quisieron vivir porque más que nada el deseo es vivir y cuando queremos algo hay luchar y seguir para tenerlo y cuando ya lo tenemos hay que comenzar para vivirlo. Pero el deseo te deja con plenitud de muchas experiencias y hay muchos diferente deseo pero el más importante es el que uno mismo piensa o el que cada uno transforma pero depende de uno mismo si se esfuerza para tenerlo. Pero en la vida de un adulto lo ve en forma decente de su querer y un niño pues a lo que se imagina sin las consecuencias. Para un niño existen dos tipos de deseo el de plenitud y el ya existente, en el de plenitud pues el niño tiene un mundo de deseo y piensa en deseo y el existente pues lo que tiene pero no lo deseado y una persona adulta lo mismo pero solo lo hace para llegar a su meta y satisfacción. Pero un deseo negativo pues se hace nada por la inseguridad de la persona o por poco esfuerzo y por lo tanto no es nada y pensando positivo un deseo pues se busca un placer porque el deseo es inspirarse y un sentimiento y para una persona que no piensa en deseo pues está muy vacio y eso se da en las dos vidas niño y adulto. Y entonces el deseo es el que te da valor cuando lo piensas y te lo propones y cuando se busca lo codiciado pues solo si se tiene el buen placer y si te hace pensar positivo y activo pues siempre te brinda bien la vida. Para tener un deseo debes pensar y tener madurez es lo más importante del pensamiento y claro la vida te brinda pero con muchas consecuencias y madurez es la que la juventud debe desarrollar y pensar que si tiene deseo y con ello se sustraen a la efectividad pasiva y tienden hacia la vida activa. Y claro al permanecer en el deseo, impedimos la madurez; y al asecho del deseo se te va la ilusión de tener un deseo y ni siquiera podría iniciarse un proceso de madurez y con eso tenemos una comprensión hacia la vida del niño y la evolución porque sus vidas son esenciales y eso se trata en el juego de la juventud que primero hay que iniciar con una obediencia hacia la enseñanza porque obedecer es aprender a ti mismo y aprendiendo se hace grande el deseo del niño a su evolución y lo fortalece y la vida lo rodea, lo enriquece y lo importante del tener un deseo es tener animo y muchas posibilidades y ser positivo siempre en la vida.

CAPITULO 3

SOBRE LA SERIEDAD EN EL JUEGO DEL NIÑO

Se ha considerado de manera común el juego como un fenómeno marginal de la vida humana, como algo poco importante y situado en el extremo opuesto a lo importante y serio de la vida. Su importancia, se piensa, se reduce a ciertos momentos se podría decir como secundarios y no necesario de la vida; el juego es como un  escape vital para después poder seguir trabajando. Y hablar de juego ha supuesto  siempre hablar de lo ocioso e inútil de la vida, como si lo inútil no fuera necesario a la vez. Lejos de comprender el juego como una forma de evasión, para nosotros el juego es un acontecimiento en el que la inteligencia humana se interpreta a sí misma en la realidad. Porque, si lo serio es lo importante, nada es más importante que el juego mismo porque nada es más serio que el juego. Si bien la seriedad del juego es excluida por la urgencia social, el jugar supone siempre introducirse en una seriedad del juego en una seriedad tan grande como la de la misma vida. Hablamos de juego para referirnos a comportamientos que van desde las acciones más simples e instintivas hasta a los más complicados y elevados. Todas las formas de existencia humana, las ciencias, el lenguaje, la historia, etc. Se comprenden como juego y en el juego adquieren su sentido. Por medio de este proceso de interpretación que constituye el juego, el adulto recrea la realidad como universo simbólico, osea, que encuentra origen de muchas fases humanas. La noción de juego se encuentra presente de diversas formas. Entonces, el niño que juega esta en su imaginación, claro que en el juego él es el creador y es allí cuando lleva el arte y sabiendo que jugar no significa despreocuparse de la vida. Al jugar, y esto se observa especialmente en el juego del arte.

El juego no es una cuestión  de realidad psíquica interna ni de realidad exterior, y por consiguiente, el juego no está adentro ni afuera, sino que es un espacio límite, que no está interno ni externo. Es una zona de distensión, en cuanto que las otras dos están sometidas a las necesidades propias del mundo instintivo, osea, interna o a las presiones del mundo social, osea, externo. Esta característica de zona neutral la hace incierta, lo que allí ocurre depende de la creación de las leyes que imponen las mismas acciones en que se desenvuelven el juego. En este caso la seriedad del juego del niño, llega el caso que resulta muy difícil determinar cuando el niño comienza a jugar o cuando podemos llamar juego al comportamiento del niño. Las constataciones de estas dificultades están relacionadas a lo ya mencionado. Es decir, el juego se sitúa en el medio de la consciente y de lo no consciente del niño, entre la libertad y la necesidad, entre lo externo y lo interno al sujeto, entre lo objetivo y lo subjetivo. El niño sabe  que juega pero no sabe que lo sabe pues, si así fuera, el juego se desvanecería. A pesar de las dificultades, se podría decir que las fases más importante por las que pasa el niño en su desarrollo evolutivo en relación al juego, es que el juego siempre está asociado a un cierto movimiento. De tal manera, que ya en el recién nacido, en su sacudir los objetivos de un lado para otro, decimos que aparece el juego y pues en meses después el niño se va desarrollando la capacidad de distinguirse del mundo, distinguir lo que es él de lo que es el mundo. El niño no reconoce la interacción con el mundo y años después aparecen las primeras acciones que podría decirse el juego y que se encuentra relacionado con muchas emociones y su desarrollo y a medida que en el niño aparece la capacidad de simbolizar, aparece el juego verdadero, pues en el jugar del niño se hace real al representar simbólico. Y pues el niño hecha su imaginación y empieza actuar y eso se le llama transmutación es porque el niño comienza a interpretar el mundo, empieza a poner en juego el mundo y, al tiempo, a comprenderlo. Comienza a experimentar el destino y la libertad que suponen todo acto creativo de juego. Podríamos decir que en sus primeros juegos imaginativos el niño se presenta a sí mismo. Frente a una naturaleza de muchos significados, el niño construye mediante su propia elección este mundo de sentido que a la vez le obliga. Podría decir que el niño se hace pertenecer al juego y de este modo se auto compromete. En este juego de libertad y dependencia el niño adquiere su ser más propio y adquiere conciencia de sí mismo. Los logros en su juego suponen un momento de exaltación de sí mismo. Auto comprenderse  está relacionado íntimamente y es especialmente significativo cuando el niño comienza a jugar con otros niños. En ellos el compromiso del jugador implica la adhesión a reglas concretas y necesarias para que exista el juego. Cuando el niño juega, se imagina y se construye a sí mismo como el realizarlo de esas tareas y eso supone seguir unas determinadas reglas.

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