Entrevista Clinica
spokimba1 de Febrero de 2013
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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es uno de los factores más influyentes para el riesgo de padecer enfermedades crónicas. A lo largo de los años se han desarrollado, incluso se han inventado, diversos tipos de dietas para conseguir una pérdida de peso rápida que en muchos casos es fruto de una búsqueda de beneficios económicos, más que de la promoción de una dieta sana y equilibrada. El tratamiento de la obesidad es un proceso a largo plazo, en que no sólo está implicada la pérdida de peso, sino también la adquisición de hábitos de vida saludables, por lo que deberá ser llevado a cabo por un equipo multidisciplinar en el cual deberán tener un peso importante de implicación el psicólogo, el profesional en materia de actividad física y deporte y el dietista-nutricionista experto en nutrición equilibrada y alimentación saludable.
Los cambios en la composición corporal derivados del aumento de peso en la obesidad se caracterizan por un aumento de la energía almacenada en forma de grasa. Aproximadamente el 75% del peso ganado es grasa, mientras que, el 25% del aumento ponderal está representado por masa magra o libre de grasa, el tratamiento integral de la obesidad se caracteriza no sólo por la implantación de un régimen dietético moderado, sino también por la modificación de los hábitos alimentarios y del estilo de vida.
Para asegurar un cumplimiento a largo plazo de la dieta hipocalórica prescrita, además de cumplir los requisitos necesarios para la creación de un balance energético negativo, deberá ser equilibrada, variada, sabrosa y adaptada a las necesidades del enfermo, es decir, individualizada no sólo en cuanto a la restricción energética sino también en cuanto a su composición, gustos y necesidades, ya que esto forma parte muy importante de la dieta para que sea aceptada por el paciente. Las dietas hipocalóricas son aquellas que permiten alcanzar un balance energético negativo, pero que tienen que seguir suministrando igual cantidad de micronutrientes y cumplir los criterios de calidad nutricional exigibles a cualquier otra dieta.
El aporte de Hidratos de Carbono debe constituir del 50-60 % de calorías totales, los Lípidos de no deben sobrepasar más del 35% de las calorías totales, y las proteínas del 15-20% de las calorías totales, y la cantidad recomendada es de 1gr/kg/peso en adultos.
A lo largo de los años se han desarrollado, incluso se han inventado, diversos tipos de dietas para conseguir una pérdida de peso rápida que en muchos casos es fruto de una búsqueda de beneficios económicos, más que de la promoción de una dieta sana y equilibrada. Estas “dietas milagro” o “dietas populares” usan estrategias variadas y argumentos pseudo-científicos para convencer de sus bondades. La Asociación Americana de Dietética indica que la población debe ser consciente de que si alguna de las “dietas milagro” consigue que se pierda peso a corto plazo, no es por las supuestas “bondades” que se les atribuye, sino por ser bajas en calorías.
Según la SEEDO ( Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad), algunas de estas dietas contienen toques exóticos, otros cómicos, pero la mayoría poseen un denominador común, y es que a la larga son peligrosas y no sólo no consiguen cambiar los malos hábitos, sino que acentúan los errores. La gran diferencia de llevar a cabo una dieta milagrosa o una dieta hipocalórica equilibrada avalada por un experto en nutrición es muy clara: las dietas milagro no son efectivas en la pérdida de peso y su mantenimiento, y existe la posibilidad de poner en riesgo la salud de las personas que las siguen.
Las “Dietas milagro” son dietas que deben ser consideradas “sin fundamento científico”. Pese a que en algunos casos, se puedan “observar resultados”, es decir pérdidas de peso, cabe analizar si
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