Ethos en Iquique Chile
Mcaceres16Documentos de Investigación2 de Julio de 2016
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Ethos En Iquique.
El Pampino Calichero.
Este informe tiene como objetivo analizar la formación de un ethos particular que ha marcado a varias generaciones de iquiqueños. Nos referimos a la cultura del Pampino Calichero, quien en palabras de Sergio González (2004) “…fue un
desarraigado que se vio arrojado al desierto” y de la mano de la explotación salitrera, fue también obligado a arraigase en las oficinas, a crear un lenguaje, costumbres y tradiciones, que hoy en día son las añoranzas de familias que deben su presente, al trabajo esforzado de quienes explotaron la riqueza del desierto atacameño. Como también, son el antecedente de las reivindicaciones sociales, en términos de las luchas que sostenidas por estos hombres y mujeres, derivaron en las primeras leyes laborales.
Ethos es una palabra griega que significa "costumbre" y, a partir de ahí, "conducta, carácter, personalidad". Es la raíz de términos como ética y etología1. En el Diccionario de la Real Academia encontramos la palabra "etos" (sin "h" intermedia), que aparece definida como "Conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad". Analizaremos pues la cultura del Pampino desde esta última definición.
Desde una perspectiva cultural, la identidad pampina es heterogénea y compleja. Su unidad está dada por el espacio compartido: la pampa calichera en medio del desierto más árido del mundo, y por el trabajo, vinculado en todos sus aspectos a las faenas extractoras del nitrato. Comienza a adquirir su propia fisonomía con los albores del siglo XX. La escritura de la pampa salitrera registra, testimonia y transforma la realidad del desierto y de los campamentos hasta tratarla y en cierta forma, de recuperarla amorosamente más allá de la muerte real.
Podemos hablar de una identidad pampina en relación con la gente que vivió en los campamentos y oficinas en el llamado ciclo del salitre. El término identidad, al menos en un primer momento del análisis, nos remite al sujeto capaz de conocer, de darse cuenta de su existencia y, por lo tanto, de dar cuenta de sí mismo: la identidad es la igualdad consigo mismo, el reconocimiento de sí como distinto de los otros y del mundo. Pero como individuos sociales se supone también una relación con sus pares, con su entorno social, familiar y laboral.
1. https://es.wikipedia.org/wiki/Ethos
La identidad es, pues, necesariamente, una condición a la vez individual y colectiva: se es uno mismo en la medida en que se pertenece a un grupo social. Por fin, “la identidad también presupone la existencia de otros que tienen modos de vida, valores, costumbres, diferentes”; de modo que “en la construcción de cualquier versión de identidad, la comparación con el ‘otro’ y la utilización de mecanismos de diferenciación con el ‘otro’ juegan un papel fundamental.
Desde este primer análisis, ya damos cuenta del origen de la Identidad del Pampino desde una vista más bien sociológica y de interrelación con su ambiente y la sociedad que lo rodea.
El término pampino/a, también, implica una atribución de carácter espacial: la pampa es una región. La palabra región tiene como referente una porción de mundo, un espacio o entorno en el que el ser humano se sitúa, vive y del que, a menudo, se siente parte. La región es un ámbito, primariamente geográfico, pero también y, fundamentalmente, social y cultural: el ser humano no pertenece simplemente a un territorio, sino a un territorio habitado por otros seres humanos, con los que comparte y construye mundo. Debe distinguirse, pues, entre ‘desierto’ y ‘pampa’. Mientras el primer término hace referencia a una extensión vacía, incapaz de generar identidad, el segundo connota al espacio habitado, marcado, por los hombres y mujeres que sin importar su origen, tanto geográfico como social, se introdujeron en él, lo nombraron, lo construyeron, lo habitaron y hablaron de él en su día a día. Al proyectarse sobre la región, la identidad se transforma en casi el concepto de nacionalidad y en este informe, del acuñamiento del término PAMPINO.
Si definimos o buscamos una definición para el término Pampino, podemos indicar que se trata del poblador organizado socialmente en clubes, cofradías, etc. o de los hombres y las mujeres que habitaron los cantones, pueblos y campamentos salitreros, y a las comunidades urbanas, que así se definieron, además del espacio que les proporcionó el concepto de la identidad.
‘Pampa’ en quechua significa una “llanura extensa desértica”.
Desde una perspectiva cultural, la identidad pampina es heterogénea y compleja dada por el hecho de las personas que llegaron a trabajar y habitar a esta región. En ese medio geográfico y laboral se concentraron personas oriundas de muy diferentes lugares, etnias y culturas. Allí se mezclaron, se entrecruzaron perfiles económicos, sociales y culturales muy disímiles, y que produjo una historia compleja, contradictoria y agónica. Fueron ingleses, americanos, peruanos, bolivianos, chilenos, argentinos, italianos, yugoslavos, árabes y chinos que trajeron sus formas de vida, sus costumbres, sus lenguas, sus esperanzas de retorno y que las fueron adaptando y lentamente transformando y compartiendo socialmente todos en busca de un destino que terminó configurando una identidad cultural perfectamente diferenciada.
Por otro lado su unidad está dada por el espacio compartido: la pampa calichera en medio del desierto más árido del mundo, y por el trabajo, vinculado en todos sus aspectos a las faenas extractoras del nitrato.
La cultura pampina fue una cultura particularmente urbana: las oficinas salitreras y campamentos (conjunto de viviendas) fueron pueblos habitados por los trabajadores y sus familias. Los pobladores se organizaron y al mismo tiempo, se estructuró una muy estricta sociedad clasista que se manifestó en la demarcación de los espacios, en las relaciones laborales, en la calidad de vida, en las formas de tratamiento, etc., con repercusiones más allá de la pampa, hasta llegar a los puertos aledaños por donde se exportaba el llamado oro blanco. Los espacios que ocupaban las casas de jefes, administrativos y obreros estaban rígidamente demarcados y vedados sus accesos a quienes no pertenecieran por oficio o condición a cada sector. También se segregaba en los lugares públicos (plazas, teatros, escuelas, pulperías) y en las actividades sociales (fiestas, espectáculos).
La cultura pampina fue, desde un comienzo, heterogénea y mestiza: mineros, cateadores y peones del Norte Chico, campesinos del sur, campesinos indígenas del Perú y Bolivia, pobladores de los puertos aledaños, pequeños comerciantes, funcionarios públicos, maestros, policías, administradores, aventureros, jefes, casi siempre europeos. Aunque era una sociedad mayoritariamente masculina, las mujeres cumplieron importantes roles no sólo como amas de casa: realizaron trabajos en las calicheras, en las ‘cantinas’ o pensiones, en los grupos artísticos, en las escuelas y también, como prostitutas.
Hoy en día, observamos pues, la construcción de una identidad propia, cerrada e idealizada, de lo que es ser Pampino. Esta subcultura, es en esencia el relato de los que en esos años fueron los niños de la pampa, aquellos que crecieron en este entorno duro, agresivo, carente de derechos y medidas de protección, pero que lo normalizaron y validaron al punto de oír en nuestros días, letanías románticas de lo que vivenciaron ellos y sus padres. Esta idealización es también la esencia de este ethos.
Una muestra de lo que ser pampino significa o significó para aquellos que vivieron la Era dorada del Salitre, queda latente en este relato que se extrae de la página www.pampinos.cl
“¡Avísale!
La expresión ¡Avísale! en la pampa salitrera era todo un saludo. Unía el típico ¡Hola! y el ¿Cómo estás? de la gran ciudad. Muchos podrían pensar que se usaba sólo en las oficinas María Elena, José Francisco Vergara, Coya Sur o Pedro de Valdivia. Pero no. Es más antiguo. Mi padre conocía el saludo en Luissis (Cantón Central o Bolivia, detrás de Chacabuco) y, otros amigos, en las oficinas del Cantón Nebraska y en Victoria, en la Primera Región.
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