Evaluar Para Aprender
normadelia18 de Junio de 2014
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10 ideas clave
Evaluar para aprender
Neus SANMARTÍ, Col. Ideas clave, 1. Ed. Graó. Barcelona, 2007
Resumen
Un factor importante en el fracaso escolar reside en el hecho de que los profesores
estamos más preocupados por transmitir correctamente una información que por
entender por qué los estudiantes no la comprenden.
Diez ideas clave sobre la evaluación:
1. La evaluación es el motor del aprendizaje, ya que de ella depende tanto qué y cómo
se enseña, como el qué y el cómo se aprende.
2. La finalidad principal de la evaluación es la regulación tanto de la enseñanza como
del aprendizaje, tanto de las dificultades y errores del alumnado, como del proceso
de la enseñanza.
3. El error es útil para regular el aprendizaje, conviene estimular su expresión para que
se pueda detectar, comprender y favorecer su regulación.
4. Lo más importante es aprender a autoevaluarse. Para ello es necesario que los
alumnos se apropien: de los objetivos de aprendizaje, de las estrategias de
pensamiento y de acción aplicables para dar respuesta a las tareas planteadas; y de
los criterios de evaluación.
5. En el aula todos evalúan y regulan, el profesorado y los compañeros, pero la
evaluación más importante es la que realiza el propio alumno.
Causas de los
principales errores y
dificultades en el
aprendizaje
Ideas transmitidas
(ambiente, televisión)
No todas las
explicaciones coinciden
con las de la escuela
Tendencia a verlo
todo desde el propio
punto de vista
Muchas creencias y
sentimientos son
obstáculo para aprender
Las palabras no
siempre se utilizan en
el mismo sentido
Formas de comunicar
(lenguaje)
Tendencia a utilizar
formas de razonar
simples
Formas de razonar
Formas de percibir
nuestro entorno
Formas de sentir
(creencias, valores,
emociones) 2
6. La función calificadora y seleccionadora de la evaluación también es importante, y
sus resultados dependen en buena parte de la calidad de la evaluación-regulación
realizada a lo largo de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
7. La evaluación sólo calificadora no motiva. En general, ni la evaluación en sí misma
ni la repetición de curso si se suspende motivan al estudiante a esforzarse más en
aprender, a no ser que le proporcionen criterios e instrumentos tanto para
comprender sus errores y superarlos, como para reconocer sus éxitos.
8. Es necesario diversificar los instrumentos de evaluación. Dado que cualquier
aprendizaje contempla diversos tipos de objetivos, es preciso que los instrumentos
de recogida de información sean múltiples y variados. Y las estrategias para analizar
los datos y promover la regulación deben favorecer la autonomía del alumnado.
9. La evaluación externa de los aprendizajes de los alumnos puede ser útil para orientar
la enseñanza. Pero para ello es importante que los instrumentos y métodos de
evaluación aplicados promuevan prácticas de aula innovadoras.
10. Evaluar es una condición necesaria para mejorar la enseñanza. La evaluación debe
proporcionar información que permita juzgar la calidad del currículo aplicado, con
la finalidad de mejorar la práctica docente y la teoría que la sustenta.
1. La evaluación es el motor del aprendizaje, ya que de ella depende tanto qué y
cómo se enseña, como el qué y el cómo se aprende.
Dime qué y cómo evalúas y te diré qué y cómo enseñas (y qué y cómo tus alumnos
aprenden)
¿Qué se entiende por evaluar? Una actividad de evaluación se puede identificar como
un proceso caracterizado por:
• Recoger información, sea por medio de instrumentos escritos o no, ya que también
se evalúa, por ejemplo, a través de la interacción con los alumnos en gran grupo,
observando sus caras al empezar la clase, comentando aspectos de su trabajo
mientras lo realizan en clase, etc.
• Analizar esa información y emitir un juicio sobre ella. Por ejemplo, según la
expresión de las caras que hayamos observado, valoraremos si aquello que teníamos
como objetivo de trabajo de aquel día será difícil de conseguir.
• Tomar decisiones de acuerdo con el juicio emitido. Estas decisiones se relacionan
fundamentalmente con dos tipos de finalidades:
o De carácter social, orientadas a constatar y certificar, ante los alumnos,
los padres y la sociedad en general, el nivel de unos determinados
conocimientos al finalizar una unidad o una etapa de aprendizaje. Es la
evaluación sumativa y tiene una función de selección y orientación del
alumnado.
o De carácter pedagógico o reguladoras, orientadas a identificar los
cambios que hay que introducir en el proceso de enseñanza para ayudar a
los alumnos en su propio proceso de construcción del conocimiento. Esta
evaluación tiene la finalidad de “regular” tanto el proceso de enseñanza
como el de aprendizaje y se acostumbra a llamar evaluación formativa.
En la evaluación formativa tradicional, la regulación del aprendizaje se considera que la
lleva a cabo fundamentalmente el profesorado, ya que es a él a quien se le otorgan las
funciones de detectar las dificultades y los aciertos del alumnado, analizarlos y tomar 3
decisiones. Sin embargo, está comprobado que sólo el propio alumno puede corregir sus
errores, dándose cuenta de por qué se equivoca y tomando decisiones de cambio
adecuadas.
La función del profesorado se debería centrar, pues, en compartir con el alumnado este
proceso evaluativo. No es suficiente que el que enseña “corrija” los errores y “explique”
la visión correcta, debe ser el propio alumno quien se evalúe, proponiéndole actividades
con este objetivo específico. Esta evaluación es la que se llama evaluación formadora.
Se les puede decir a los estudiantes que establezcan relaciones, deduzcan, jerarquicen,
sean creativos…, pero si las preguntas de los exámenes son memorísticas y
reproductivas de lo dicho en clase o del libro de texto, los alumnos perciben que eso es
realmente lo que se les pide, y se limitan a memorizar, el día anterior al examen, los
conocimientos que se les va a preguntar.
La evaluación, entendida como autoevaluación y coevaluación, constituye
forzosamente el motor de todo el proceso de construcción de conocimiento. Sin
evaluación de las necesidades del alumnado, no habrá tarea efectiva del profesorado. Y
sin autoevaluación del significado que tienen los nuevos datos, las nuevas
informaciones, las distintas maneras de entender o de hacer, no habrá progreso. Por ello,
se puede afirmar que enseñar, aprender y evaluar son en realidad tres procesos
inseparables.
Estableciendo un contrato de evaluación
Cada alumno explicita individualmente los aspectos que cree que debe conocer con
relación al tema, e indica cuáles considera que aún no ha aprendido y por qué. Este
trabajo lo hace en casa tras haber realizado en clase distintas tareas de aprendizaje.
Posteriormente, en clase, redacta un nuevo contrato a partir de las redacciones
individuales de cada miembro del heterogéneo grupo, que amplían los aspectos
aportados y mejoran la redacción. El profesor ayuda a la revisión de las primeras
redacciones, ya que mientras están reelaborándolas en el aula, da orientaciones para su
realización. Finalmente, cada alumno escribe su compromiso de estudio para preparar el
examen, indicando los aspectos que, a su parecer, debe mejorar. Entre las reglas de
juego pactadas anteriormente como condiciones que debe reunir este trabajo están: que
ningún alumno puede valorar que ya tiene un conocimiento perfecto de todo aquello que
ha estudiado y, viceversa, que ningún alumno puede decir que no ha aprendido nada. El
profesor revisa este contrato y facilita la realización de las propuestas, proporcionando
ejercicios de repaso o convocando a alguno de los alumnos a una sesión de trabajo más
individualizada (en una hora de consulta).
Detrás de la elaboración de un contrato didáctico hay un trabajo de enseñanza previo
que, entre otros muchos aspectos, tiene que posibilitar que los alumnos identifiquen los
contenidos fundamentales; cooperar y ayudarse mutuamente; percibir el error como algo
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