Gabriela

En 1950, Senzei era una fábrica de motores. Con la matriz en Japón, distribuía sus productos alrededor del mundo, después decidió ir más allá de la maquila, crear sus propios vehículos y distribuirlos, para empezar, en Europa. Comenzaron a vender los autos Senzei en América Latina y se estableció una planta en México de producción de vehículos.

La planta en México la conformaban aproximadamente 300 empleados. En la Dirección General estaba un líder japonés, y japoneses también ocupaban algunos de los más importantes puestos ejecutivos, como el de Gerencia de Producción.

El Sr. Francisco Aguirre ( padre del director de Autojal ) tenía dos hijos varones, donde un par de años después sus hijos habían concluido su carrera administrativa y pidió a Raúl, su hijo mayor, que se hiciera cargo de la marca europea y a Alejandro, de la americana.

Alejandro era un joven empresario que modernizó la empresa familiar con un organigrama formal, manuales de procedimientos, descripciones de puestos, delegación de tareas y sistematización de operaciones. Si bien no había códigos de ética o reglamentos que señalasen los valores y principios a seguir por el personal, para Gabriela era claro el fomento de la responsabilidad, la confianza, el respecto y la honestidad.

Ambos hermanos tuvieron noticia de que la marca Senzei entraría a México. A ambos les interesaba la marca, así decidieron colocar cada uno su propia distribuidora y en marzo de 1989 se inauguraron las dos empresas con apenas unos días de diferencia. La administración de este negocio de grupo empresarial Autojal, Alejandro Aguirre propuso el puesto de gerente General a su entonces Coordinadora Administrativa, Gabriela Hernández.

Luego se enteraría en una reunión de distribuidores que esto resultó ser sorpresivo para los directivos que conformaban la red de distribución de Senzei, ya que dentro de las 65 empresas de distribución que se abrieron inicialmente, ella era la única mujer en ese puesto. Casi 200 empleados de Autojal esto no resultó ser tan sorpresivo pues los departamentos de Personal, Contabilidad y Compras habían estado a cargo de mujeres desde que Alejandro tomó la dirección de la empresa. El género no parecía ser una razón de peso en la asignación de puestos, recodaba Gabriela. El resto de los departamentos como Ventas, Refacciones y Servicio, así como el negocio de maquinaria y las sucursales estaban a cargo de hombres.

El primer trabajo de Gabriela fue el de suplente de una profesora de Historia a la edad de 14 años, en una secundaria de Rioverde. Concluido el semestre de suplencia, mismo en que cursó el primero de su preparatoria, continuó trabajando como auxiliar contable en el despacho de su hermano mayor hasta recién cumplidos los 17 años.

Sin embargo su papá le comunicó que si deseaba seguir estudiando tendría que arreglárselas sola, ya que no podría costear sus estudios. Gabriela realizó esta mudanza pero no para continuar estudiando sino para incorporarse en julio de 1982 al Departamento de Personal de la casa matriz de un banco, a pesar de ser todavía menor de edad.

Gabriela pensaba que la experiencia anterior le había dejado dos aprendizajes: “Para no estancarme en mi vida profesional, debo renovarme y actualizarme, constantemente. Por lo que es importante, que la mujeres demostremos nuestra capacidad directiva”. Gabriela se había distinguido como alumna durante toda su trayectoria académica y le parecía un desperdicio interrumpirla. Así pues, la carrera de Administración de Empresas y la concluyó a los cuatro años y medio con el mejor resultado académico de toda la institución educativa. Se trasladó a Guadalajara a realizar sus prácticas profesionales en una agencia turística y ocupó el puesto de supervisor administrativo. Decidió quedarse en la ciudad y colocó una solicitud de empleo en una agencia de reclutamiento.

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