LA CLASE Y SUS MOMENTOS
Marcela Angeles FerreyraApuntes20 de Octubre de 2021
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Unidad de análisis: la clase.
ISFD Nº112. “Domingo F. Sarmiento”
Profesora: Marta Arena.
Año: 2005
LA CLASE Y SUS MOMENTOS
Las actividades que caracterizan el perfil de un docente son el resultado de la adaptación creadora o simplemente pasiva de las estrategias metodológicas presentadas en la bibliografía de didáctica. Es necesario, para el análisis crítico, confrontar lo que el docente persigue con una actividad y lo que de hecho se logra con ella. “Una jornada escolar o cualquier tramo de horario diario es una concatenación singular de tareas de los alumnos y del profesor”. [1]
Gimeno Sacristán establece algunas características:
- La secuencia de actividades definen el microambiente, es decir, el ambiente de la clase.
- Cuando la secuencia se reitera configura una metodología.
- Las actividades elegidas por el docente expresan su estilo profesional.
- Estas actividades son posibles en un espacio y tiempo determinado, dentro de un modelo de organización escolar.
- Toda actividad implica valores y pautas de comportamiento.
Actualmente hablamos de estrategias metodológicas que se han de aplicar en la intervención educativa por medio de una gran variedad de actividades; entendiendo por estrategias metodológicas, la secuencia ordenada de todas aquellas actividades y recursos que utiliza el docente en la práctica educativa.
Las estrategias metodológicas se caracterizan por su ordenación y flexibilidad, la necesidad de adaptación a cada circunstancia específica. Nunca es inmutable una estrategia, cada docente la utiliza de una manera distinta según la realidad que le rodea y la percepción que tiene de la situación de enseñanza.
Con mucha frecuencia los docentes sólo trabajan en el aula y como único recurso, utilizan el libro de texto. Las diferencias se aprecian en la densidad y el ritmo de las actividades: mayor cantidad de tareas más complejas. Esto no es ni bueno ni malo, sólo será posible establecer si es acertado o no según el grupo de alumnos y el contenido que se trate. Algunos docentes presentan estilos didácticos diferentes ya que proponen actividades con opciones, organizan distintos grupos según la tarea, utilizan medios audiovisuales, etc.
Así podemos observar actividades similares pero con enfoques muy distintos. Daremos como ejemplo la lectura comprensiva de un texto. En algún caso el docente propone un texto para ser leído, comprendido, y contestar unas preguntas a partir de él. En otro, el docente plantea un problema o una hipótesis, presenta distintos textos y los alumnos, a elección y según sus necesidades, leen comprensivamente para dar respuestas a lo planteado.
Pareciera ser en los dos casos la misma actividad pero al confrontarla con los procesos que se ponen en juego se perciben las diferencias. En el primer caso todos los alumnos realizan la misma actividad y generalmente buscan en el texto la respuesta a las preguntas más que tratar de entender lo que expresa. En el segundo, se respeta la libertad de los alumnos para elegir dónde encontrar la respuesta a la cuestión presentada que generalmente parte de la realidad.
También podremos observar actividades similares en los distintos momentos de la clase. Siguiendo con el mismo ejemplo, se podrá iniciar la clase con la lectura comprensiva de un párrafo o texto breve. A través de ella se presenta con claridad el tema a estudiar y la tarea a realizar. Se analizan sus aspectos esenciales y se los relaciona con los conocimientos y experiencias previos de los alumnos. Es necesario en esta instancia que ellos se predispongan a aprender, el docente deberá despertar su interés y promover interrogantes significativos.
Durante el desarrollo se puede proponer la lectura comprensiva de un texto a partir de una guía de preguntas y/o cuestiones, con un organizador u otro elemento que facilite el análisis y la compresión. Es indistinto que sean individuales o en pequeños grupos; lo importante es que el docente oriente a los alumnos en las diversas fases del proceso de aprendizaje. La guía del docente es muy necesaria en un comienzo pero en el transcurso del aprendizaje la orientación se atenúa para que el alumno asuma paulatinamente las competencias y responsabilidades deseadas.
“El alumno no es abandonado a su propia capacidad de descubrimiento sino que se pretende poner en marcha un proceso de diálogo entre el aprendiz y la realidad, apoyado en la búsqueda compartida con los compañeros y con los mayores, siempre y cuando dichos apoyos sean provisionales y desaparezcan progresivamente, permitiendo que el niño asuma el control de su actividad”. [2]
En el cierre también se puede proponer leer comprensivamente un texto, con el fin de reestructurar los conceptos aprendidos, de establecer una red de interconexiones que relacione experiencias y conocimientos previos con la nueva información. También puede ser útil para comprobar el grado de avance de los alumnos; así el docente analiza la tarea realizada retroalimentando el circuito de comunicación entre los elementos del sistema didáctico.
Las secuencias de actividades tienden a estabilizarse en el tiempo. Los profesores utilizan una reducida variedad de actividades ordenadas de la manera más eficaz. Muchas veces pueden variar los contenidos pero se mantiene la estructura de la práctica en la que se transmiten y se aprenden los contenidos: “Las tareas y sus particulares ordenaciones temporales son elementos reguladores de la actuación profesional de los profesores, y en la medida en que se estabilizan proporcionan el elenco de esquemas prácticos o de destrezas profesionales al docente”.[3]
Las tareas escolares se presentan en secuencias determinadas dentro de un tramo del horario escolar, de una materia o de un profesor. Esto permite hablar de estilos en los profesores que, generalmente, tienen estabilidad en el tiempo.
Inicio, desarrollo y cierre, tres términos que han sido utilizados desde otras concepciones; es menester investigar y reflexionar sobre ellos para definirlos desde un nuevo marco teórico. El aprendizaje es una construcción personal que realiza el alumno ayudado por otras personas. Esa construcción, a través de la cual puede atribuir significado a un determinado objeto de enseñanza, implica la aportación de la persona que aprende, de su interés y disponibilidad, de sus conocimientos previos y de su experiencia. En todo ello juega un papel importante la figura del docente que ayuda a detectar o provocar un conflicto inicial entre lo que sabe y lo que requiere saber, que contribuye a que el alumno se vea capaz y con ganas de resolverlo, que plantea el nuevo contenido de modo que aparezca como un reto interesante cuya resolución va a tener alguna utilidad, que interviene de forma ajustada en los progresos y dificultades que el alumno manifiesta, apoyándole y con la vista puesta en su realización autónoma.
Para que un alumno comprenda lo que hace es necesario que el docente lo guíe para ver el sentido de lo que se le enseña, es decir, depende de cómo se presenta el contenido, de cómo intenta incentivarlo para realizar una actividad, de la medida en que le hace sentir que su aportación es necesaria para aprender. Que pueda establecer relaciones depende también del grado en que el profesor ayuda a recuperar lo que ya se posee, señala los aspectos fundamentales de los contenidos que se trabajan y con mayores posibilidades de reestructurarlo con lo que los alumnos conocen; también de la organización de que dota a los contenidos. Que el alumno pueda seguir el proceso y ubicarse en él depende también del grado en que el profesor, con sus síntesis y recapitulaciones, con sus referencias a lo que ya se hizo y a lo que resta por hacer, contribuye a eso. Los criterios que transmite en las clases sucesivas acerca de lo que constituye una realización adecuada contribuye a que los alumnos puedan ir evaluando su competencia, aprovechar las ayudas que se ofrecen y, si fuese necesario, requerirlas.
Es el docente quien decide cómo secuenciar las actividades dentro de una clase y ésta no se realiza al azar sino a partir de un marco teórico que la sustenta. Es necesario, entonces, establecer este marco para luego realizar las observaciones y las críticas pedagógicas.
Existen múltiples formas de explicar la enseñanza y el docente actuará según la conceptualización que sustente. Cada filosofía de la enseñanza supone un perfil de docente, un modelo de intervención, una forma de pensar el contenido y la actividad de enseñar. Por esto, en primera instancia, definiremos enseñanza. Lawrence Stenhouse explica que “es la promoción sistemática del aprendizaje mediante diversos medios”. [4]
Sostenemos que aprendizaje y enseñanza son dos procesos independientes pero no hay duda que la función de la enseñanza es el logro del aprendizaje.
Podemos establecer ahora cuál es la función del docente como persona que interjuega con el alumno, que guía y orienta, que cuestiona, pregunta y esclarece, que es observador e interlocutor:
- Facilita la participación activa y ordenada en el aula.
- Presenta problemas adecuados al potencial de desarrollo actual de sus alumnos.
- Ofrece contenidos que enriquecen el intercambio y provocan la reflexión. (...)
- Analiza la marcha del proceso para proponer y efectuar reajustes.[5]
La tarea docente se desarrolla en un ambiente complejo y cambiante. Es por ello imposible hablar de un único método de enseñanza, tendremos que acordar que el docente implementa diversas estrategias metodológicas a partir de la decisión del cómo, por qué y para qué enseñar. El concepto de estrategia de enseñanza nos permite referirnos a una secuencia ordenada de todas las actividades y recursos que utiliza el docente en la tarea áulica para el logro de los objetivos previamente determinados. Deben ser congruentes con la estructura científica de sus contenidos y adaptadas a las condiciones psicológicas de quienes aprenden. Tienen por objeto llevarlos a redescubrir por sí mismos los conocimientos de la sociedad en que viven.
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