ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LA EDUCACION DE LOS HIJOS DEL CACIQUE

miZheLitaMonografía25 de Septiembre de 2018

3.263 Palabras (14 Páginas)263 Visitas

Página 1 de 14

UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

ESPECIALIDAD: PRIMARIA

[pic 1]

TEMA:

LA EDUCACION DE LOS HIJOS DEL CACIQUE

ALUMNA:

CARPIO ACHINQUIPA MISHEL CLAUDIA

2015

LA EDUCACION DE LOS HIJOS DEL CACIQUE


INDICE

Contenido

INDICE        2

OBJETIVOS        3

DESARROLLO DEL TEMA        4

Los  caciques y sus pueblos        4

La educación de los hijos del cacique        6

CONCLUSIONES        9

BIBLIOGRAFIA        10


OBJETIVOS

  • Conocer sobre la educación de los hijos del cacique y su importancia.
  • Resaltar la forma de estudio con las instituciones educativas de la época y los

 

  • estudiantes de los hijos de los caciques

  • Conocer quiénes fueron los caciques de esa época.


DESARROLLO DEL TEMA

Los  caciques y sus pueblos

Aun cuando los padrones que aquí analizamos refieren a encomiendas de indios distribuidos en una vasta región, es digno de mencionar la manera en que se evoca la palabra “pueblo”, a veces designando a los sujetos de una encomienda y otras veces a un sitio o paraje donde residían indios de distintas encomiendas y parcialidades. Repasando el concepto de pueblo de indios que Judith Farberman apunta para el espacio santiagueño en el siglo XVIII, creemos que hay analogías y diferencias…37 En este contexto y época, hallamos por ejemplo, “En el pueblo de tinogasta...en prosecución de los padrones que voy haciendo mande juntar la gente del pueblo de pituil y habiendo estado los más de los indios...38” Así, se empadronan en este “pueblo de tinogasta” a los indios de amoyamba; pituil; tinogasta y sus anexos asabgasta y ascala; amangasta, olcogasta y pagsipa, todos de distintos encomenderos. Lo mismo ocurre con el pueblo de pisapanaco donde se hace el padrón de éste y del pueblo de sabuil, siendo dos encomiendas distintas. Se plantea una diferencia con Andalgalá, donde se empadrona a los pueblos de guachaxche - tucumangasta; ingamana; guasan y pipanaco, todos de distintos encomenderos. En este caso la fuente dice “En Andalgalá” o En el paraje de Andalgalá”, parece explícito que se refiere al predio de la ciudad, si pensamos por ejemplo que los ingamanas fueron relocalizados allí luego de su destierro de Yocavil (en Calchaquí).

Sin dudas, es ambiguo lo que se denominaba pueblo, siendo seguro que guarde relación con las tierras comunitarias, pudiendo ser originarias “su pueblo natural” –como se expresa a veces- o asignadas para su reducción posterior al destierro; en todo caso, los traslados forzosos que generaron las guerras en esta región sumaron un conflicto a este vocablo polisémico, por cuanto no es reducible a una sola encomienda, o un solo grupo étnico.

Respecto al seguimiento de las familias en recuentos sucesivos se presentan algunos obstáculos dignos de aclararse, ya que constituyen aportes a la lectura de las fuentes. Si bien algunos pueblos figuran en la Visita General de Luján de Vargas, las deficiencias de esta fuente son más agudas de lo que parecen. Más allá de todas las advertencias que los analistas específicos han proporcionado, es claro que, cruzando los datos con los padrones que analizamos, sale a flote que la gente censada en La Rioja eran los trasladados a las estancias de sus amos, es decir, los ausentes de Londres, mientras que el resto de la población presente en Londres nunca fue censada en esta Visita siendo parte de la jurisdicción de San Fernando de Catamarca. De modo que de dichos pueblos solo se censo menos de la mitad de la gente.

Por otro lado, comparando los miembros de las familias censadas en Londres con las mismas familias de La Rioja -salvo pocas excepciones en los desagravios- solo hemos encontrado a las mujeres en calidad de esposas, faltando las hijas, huérfanas, solteras y viudas. Así, en algunas familias donde la mayoría de la prole eran mujeres, quedan distorsionadas en cuanto al número de miembros. Las edades no siempre coinciden con los años que han transcurrido, observándose que en el segundo padrón (1689-90) varios figuran con más edad que en la Visita de 1693. Esto indica que solo se actualizaron los datos de los que estaban presentes en La Rioja, mientras que del resto se tomó directamente lo que figuraba en registros anteriores.

De los 19 pueblos de indios analizados, sólo 1 no tiene cacique –Pituil-, contándose un total de 21 caciques, con 7 alcaldes y 8 fiscales. Aquí se aprecia a las claras la pérdida de poder político, producto de una temprana subordinación de las etnias del Oeste Valliserrano, al comparar con el número de 120 caciques de los Valles Calchaquíes que se presentaron ante el Gobernador Mercado y Villacorta en la reunión llevada a cabo veinticinco años antes (1657) en la estancia de San Sebastián de Pomán, sitio de la ciudad de Londres.39

En la primera fuente, de 1681, la característica sobresaliente de estos 21 caciques es que todavía lograban mantener la cohesión de sus menguados pueblos, donde se hallaban presentes al momento del censo 957 individuos de los 1075 (89,0%), mientras del 10,9% de ausentes, el 6,6% estaban trasladados con sus familias cumpliendo la mita.

Es difícil determinar a ciencia cierta cuáles fueron las causas que llevaron en pocos años a una diáspora tan grande, por cuanto en el segundo empadronamiento (1689-90) se señalan diecinueve lugares de destino para la población ausente, algunos muy lejanos como Los Lipes, otros a las estancias de sus amos. En todo caso, la cantidad de caciques merma a 17.

Aún cuando el período analizado es breve, se evidencia una política de los encomenderos de mayor relajamiento de las leyes y creemos que este punto guarda relación con la desaparición de algunos viejos caciques y la posesión de los cargos en sucesores muy jóvenes o bien sin sucesión, como intentaremos demostrar. La fundación de San Fernando del Valle de Catamarca (1683) si bien constituye un factor  importante, no explica por sí solo el hecho de que algunos pueblos lograran resistir mejor que otros el embate de los terratenientes y conservar sus tierras.

Haciendo un paralelo con el caso peruano del siglo XVI, Ramírez indica una diferencia entre los caciques de estilo antiguo –con una función específica en la economía política- y los de estilo nuevo, y su función como agente del sistema español. De hecho, todos los caciques analizados en este contexto encuadran dentro de la segunda categoría ya que, compulsivamente, fueron un engranaje de la economía colonial; sin embargo hay matices que acentúan en menor o mayor medida la situación de precariedad dentro del sistema. En este punto, creemos encontrar algún rasgo del estilo antiguo en caciques que siguen una línea de sucesión directa, a diferencia de otros impuestos por el encomendero. En el análisis de la Visita a las encomiendas de La Rioja, Boixadós distingue tres situaciones, las familias sueltas y desnaturalizadas del Valle Calchaquí, para quienes:

“Las prácticas agrícolas, regidas por la reciprocidad y parte esencial de la vida comunitaria, carecían de sentido en este nuevo contexto caracterizado por el desarraigo, la separación por familias y su instalación en tierras ajenas”.  En segundo término, los pueblos originarios que disponían aún de tierras comunitarias, lo cual les posibilitaba la continuidad de algunas prácticas productivas y culturales autóctonas, y cierta autonomía a través del mantenimiento de sus propias autoridades; y por último, las porciones de encomiendas que residían en estancias de sus encomenderos, lo cual acarreaba un proceso paulatino de desestructuración y pérdida de identidad étnica.43 Este es el caso de los pueblos de indios registrados en Londres, para quienes la Visita no consigna en su totalidad a las autoridades –caciques, alcaldes, fiscales- y buena parte de la población. Valga decir que el destierro colocaba a este subgrupo en una situación tan precaria como la del primero, desarticulando la fuerza laboral y la complementación de energía. Visto desde la perspectiva de los caciques ¿qué podía quedar en pie de sus antiguas funciones como jefes étnicos o “dueños de indios”? Farberman sugiere para el caso santiagueño del siglo XVIII, que tanto los caciques principales como los de parcialidades anexas, mantendrían una función de control de las alianzas matrimoniales con sentido endogámico, en virtud de lo poco que se podía heredar o transmitir como bienes de familia: el derecho al usufructo y posesión de las tierras comunitarias. La red de parentesco que propiciaban –o coaccionaban?- hacía posible la complementariedad de actividades agrarias, recolectoras y textiles del campesinado indígena.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (20 Kb) pdf (183 Kb) docx (127 Kb)
Leer 13 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com