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LA EDUCACIÓN MÁS ALLÁ DE LA ACADEMIA


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2019  •  Ensayos  •  2.306 Palabras (10 Páginas)  •  80 Visitas

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Mayra Alejandra Lenis Villalba

LA EDUCACIÓN MÁS ALLÁ DE LA ACADEMIA

Opino que la crítica que se ha venido haciendo al sistema educativo no es del todo acertada. Se ha juzgado mal porque se ha puesto toda la responsabilidad sobre las instituciones académicas. William Ospina entiende la educación como una manera de transmitir a las siguientes generaciones el modelo de vida que se asume en el momento y como la transmisión de conocimientos, la búsqueda y la transformación del mundo en el que se habita. Por otra parte, según el buscador google, la educación es esa formación destinada a desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenecen. La educación no sólo se da en una academia, también se puede aprender en la casa, en una biblioteca, en un parque, entre otros. Justo como lo menciona William Ospina en su libro La lámpara maravillosa: “el mundo entero es la escuela” (2010, p. 38).

Uno nutre los saberes con experiencias. El aprendizaje no debe recaer solamente sobre las escuelas. Esa responsabilidad también debe asumirse en los hogares, en la sociedad. De una experiencia también se puede sacar una enseñanza, por ejemplo, un niño comprende que no debe correr con los cordones de los zapatos desamarrados porque los puede pisar y caerse, que no hay que meter objetos en los enchufes eléctricos porque “le coge” la corriente, que si el agua está muy caliente se puede quemar la piel, entre otras; pero no lo entiende porque su mamá se lo diga, sino porque lo experimenta él mismo y le queda una lección. Se empieza a dar cuenta de qué le hace daño y qué no, qué le gusta y qué no, qué no es bueno hacer y qué no es bueno hacer. Es ahí cuando el individuo, a partir de las experiencias, empieza a pensar por sí mismo y aprende a tomar sus propias decisiones. Y esas son cosas que no enseña una institución, las enseña la vida y el entorno.

Cabe mencionar que también se puede aprender de la experiencia de otros. Los errores del prójimo se convierten en una especie de espejo para evitar cometerlas. Si uno ve que una persona sufre por algún motivo, uno procura hacerlo para evitar un mal sentimiento o sensación. Por ejemplo, si la persona ve que alguien se corta un dedo con un cuchillo y le duele mucho, ésta no va a ir a herirse para corroborar si en verdad causa sufrimiento. Puede que no se haya tenido la experiencia de antemano, pero uno es consciente de lo que generan esas vivencias en el otro, y de eso uno extrae un conocimiento para saber qué le hace bien o qué le hace mal. Además, una persona también puede educarse a partir de los buenos y malos actos que observa en otras personas, por ejemplo, en el transcurso de la vida, el niño va observando lo que sucede a su alrededor y ve que alguien esta haciéndole daño a otra persona. El niño aprende que hacer ese tipo de cosas esta mal, no sólo porque sus padres se lo dicen, sino porque hay algo que se lo dice, algo como el subconsciente, la intuición o la voz interna. Valores negativos como el egoísmo, la envidia, la vanidad, la lujuria, la deshonestidad, entre otros, se pueden reconocer en los individuos de la sociedad en la que vivimos, y así mismo evitar practicarlos. Sin embargo, el individuo puede aprender de los buenos actos para formar su personalidad.

Nuestros padres y familiares nos enseñan los valores que ellos consideran más importantes en una persona: el respeto, la honestidad, la humildad, la gratitud, la amabilidad, entre otros; y es a partir de esas bases que uno empieza a fortalecerse a uno mismo. Incluso ponerlas en práctica cuando uno inicia la etapa escolar, fuera del núcleo familiar. Luego el niño las ejercita en su entorno. Por medio de la comunicación y la convivencia, va sembrando una semilla en el otro, así como la que plantaron en nuestro interior. La persona decide qué frutos desea sacar de lo enseñado y de lo aprendido a partir de las experiencias y, es así como se va educando y forjando su personalidad en una sociedad tan falta de valores y buenas prácticas como en la que vivimos. Una vez asimilados todos esos conocimientos, es la voluntad la que empieza a cobrar vida en nosotros.

La voluntad propia de estudiar o de obtener información nueva, también es un aspecto importante en el ámbito educativo, puesto que las instituciones no nos van a dar todo lo que necesitamos de una materia. Los profesores nos dan unas bases académicas y nosotros somos responsables de investigar más en el asunto para profundizar y tener un mejor dominio del tema. Ellos son esas personas que, más allá de ilustrarnos en un tema, nos van a explicar el por qué de algunas cosas para poderlas entender mejor. Por ejemplo, un docente de sociología nos va a mostrar la historia y conflictos del país, pero así mismo nos va a aclarar las razones por las cuales se dieron esos sucesos que marcaron las memorias de un pueblo; uno de anatomía nos da las bases para conocer el cuerpo humano. Es a partir de lecturas y prácticas como uno va sumando información a la explicación brindada por el maestro y va dominando el asunto con más facilidad. La función de la práctica y la investigación autónoma es hacernos escrutar, indagar, analizar contenidos que a un adiestrado se le pasaron por alto y ampliar esas bases informativas que nos brinda el profesor.

Creo que no hay nada más motivante que enseñarle a un niño un tema que uno, como maestro, domina, y ver su progreso. No obstante, cuando uno enseña también está aprendiendo.

Como lo manifiesta Ospina: “Hay quien piensa que la educación consiste principalmente en proveernos de información” (Ospina, 2010, p. 46). Sin embargo, considero que la palabra educación implica algo más que abastecer de información y conocimientos a un sujeto. El proceso educativo no sólo tiene el propósito de incrementar el intelecto del estudiante, sino también de desarrollar sus habilidades, conocer sus actitudes y tener autoconfianza. Así mismo, es una forma de desarrollar y formar el carácter de futuros adultos, fomentar buenas relaciones sociales y fortalecer la autonomía del estudiante. Un niño aprende a hacer amigos, a entablar una conversación, a compartir, a relacionarse y tener una buena convivencia con el prójimo; aprende a expresar sus ideales y puntos de vista sobre cualquier asunto, sin embargo, esas cosas no sólo las aprende en una escuela, también lo puede hacer en su entorno, en el medio en el que crece.

Como hay casos en los que la familia no tiene cómo darle una educación académica a sus hijos, deciden transmitirle sus conocimientos desde casa. Esa es una opción factible de educación. El niño, si en verdad quiere aprender, puede hacerlo entablando conversaciones con sus amigos respecto a lo visto con sus padres, puede ir a una biblioteca pública o pedir a otro adulto que le enseñe lo que sabe. Un bebé no aprende a hablar estando ya en el colegio, desarrolla el habla a partir de la imitación, observando a sus padres o alguien cercano hacerlo, lo va practicando hasta dominarlo y, cuando va creciendo, va perfeccionándolo para poder comunicarse mejor. El deseo de un niño de hablar y caminar, puede entenderse como un instinto de supervivencia, son habilidades que no las enseña una academia. Tampoco se le dice cómo debe coger un lápiz para poder rayar una hoja o cómo debe empezar a escribir. En casa, le muestran los elementos que le sirven para poder mejorar su motricidad y su creatividad (pintura, crayones, colores, papel, etc.). Más adelante, el niño empieza a controlar y pulir esas capacidades; se le enseña a escribir de manera legible por medio de planas, y mediante el ejercicio de pintado y coloreado, a no salirse de la línea del dibujo. Luego se le enseña a leer, puesto que esa habilidad es más complicada adquirirla empíricamente. Puede que la persona tenga la iniciativa de entender las letras que componen un texto, pero necesita de un guía para saber si lo está haciendo bien o mal. Es aquí donde radica la diferencia entre un profesor y un maestro.

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