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LA VOCACION DEL MAESTRO


Enviado por   •  21 de Mayo de 2014  •  3.748 Palabras (15 Páginas)  •  521 Visitas

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INTRODUCCION

En el siguiente ensayo abordare un tema de mucho interés tanto para mi como para toda la docencia y los alumnos normalistas.

Se hablara del concepto como tal y esto nos conlleva brevemente a abordar el tema de este ensayo y asimismo nos damos cuenta en si de lo que quiere decir el termino vocación.

Se trataran diversos temas todos y cada uno de ellos referentes a la vocación del maestro, si en verdad todos los “maestros” en servicio o no tienen vocación de enseñar o simplemente lo hicieron como mero requisito.

Por ultimo debo mencionar que a lo largo del ensayo se encuentra diversas frases de distintos autores que nos dejan mucho que pensar sobre el ser maestro, sobre nuestra vocación y nuestro sentir como tal, y ver que no simplemente es pararse frente a un grupo y hablar si no que implica también el sentir gusto por enseñar por saber que el futuro de mucha gente esta en lo que decimos, en la forma que nos expresamos, en lo que transmitimos y sobre todo en el animo y esfuerzo que le ponemos a nuestro trabajo

El verdadero maestro -el maestro vocacional, hoy en día escaso- tiene una actitud basada en su integridad como trabajador, posee lo que se podría denominar una humildad sana, respeta el trabajo que está haciendo y cultiva su destreza para que éste mejore, y con la actitud abierta y positiva hacia sus colegas de apreciación por el trabajo que realizan como miembros de claustro de profesores. Reconociendo que cada maestro tiene una propia contribución que aportar al grupo y es la disposición de aprender de cada uno de sus compañeros.

Para comenzar con mi ensayo quiero dar una breve explicación de lo que significa la palabra vocación, para asimismo abordar el ensayo como lo dice el tema principal de este.

La vocación es la inclinación a cualquier estado, carrera o profesión. El término proviene del latín vocatĭo y, para los religiosos, es la inspiración con que Dios llama a algún estado. Por eso el concepto también se utiliza como sinónimo de llamamiento o convocación.

En otras palabras, siguiendo con esta línea, la vocación es el destino que Dios elige para cada persona. En los laicos, la vocación está vinculada a cumplir con la voluntad de Dios en la vida cotidiana, mientras que, para los religiosos, la vocación es servir a la Iglesia.

A nivel general, la vocación aparece relacionada con los anhelos y con aquello que resulta inspirador para cada sujeto. Se supone que la vocación concuerda con los gustos, los intereses y las aptitudes de la persona.

La vocación también es considerada como un proceso que se desarrolla durante toda la vida, ya que se construye de forma permanente. Implica descubrir quién soy, cómo soy y hacia dónde quiero ir. Las respuestas a esos interrogantes marcarán la vocación y el camino a seguir por el individuo.

Al finalizar la escuela secundaria, cada ser humano comienza actuar en consecuencia con su vocación. La elección de una carrera profesional o de un trabajo, por ejemplo, suele responder a la vocación.

En los casos en que dicha elección no resulta satisfactoria para la persona, suele ponerse como justificativo que lo elegido “no era mi vocación”.

MAESTROS, ¿POR VOCACIÓN O POR PROFESIÓN?

Durante décadas se ha hablado de la “vocación” del maestro. Se pensaba que una tarea tan importante implicaba algo especial, un don por el cual un hombre o una mujer entregaba lo mejor de su vida y de su tiempo al servicio de los niños y jóvenes de nuestras escuelas.

Pero algunos han criticado la idea de “vocación” y prefieren hablar del maestro como si se tratase de una profesión entre las muchas que existen entre la vida social. En esta perspectiva, lo que vale en cuanto a derechos y deberes para cualquier trabajador se aplicaría también al mundo laboral de los maestros. En otras palabras, el maestro sería visto como un profesionista, como un trabajador que merece un contrato justo y garantías mínimas, idénticas a las demás profesiones que conviven en la vida social.

Pero existen otras dimensiones del trabajo del maestro que lo diferencian radicalmente de los demás ámbitos laborales.

En la mayoría de los trabajos, el empleado convive con personas adultas y colabora con ellas. Es valorado según el “producto” o el rendimiento que ofrece a la empresa. Puede ser expulsado si falla a normas éticas elementales de respeto hacia compañeros y jefes, o si se permite ausencias injustificadas que dañan el funcionamiento de la compañía.

El maestro, en cambio, no sólo trabaja con otros adultos, sino que su acción está orientada principalmente hacia niños y adolescentes. Sobre ellos ejerce un influjo de gran importancia para la adquisición de conocimientos y para el crecimiento hacia una personalidad madura y equilibrada.

Las palabras y las actitudes de cada maestro sirven de pauta para que un alumno llegue a apreciar virtudes como la justicia y la tolerancia, o caiga en actitudes de violencia y de desprecio hacia compañeros o hacia otros miembros de la sociedad.

Un maestro que no prepare bien sus clases, que no se capacite pedagógicamente, que no respete la idiosincrasia de sus muchos y diferentes alumnos, que incluso llegue a insultar o golpear a algunos niños, merece no sólo la reprobación social, sino medidas serias por parte de cualquier estado de derecho para apartarlo de un trabajo hacia el cual no está realmente preparado.

Algo parecido podemos decir respecto del absentismo laboral. Si las empresas defienden sus intereses al controlar que sus trabajadores no falten a sus deberes sin motivos justificados, también los directores de escuelas están llamados a pedir a sus maestros que no eludan la hermosa tarea de ayudar, día a día, a educar a los ciudadanos del mañana a través de las clases bien impartidas en el hoy.

Cada maestro asume una misión enorme, pues de sus labios y de su corazón dependen decenas y decenas de muchachos que avanzan hacia la madurez y que serán muy pronto el futuro de la sociedad. Por eso su tarea se coloca en un nivel distinto del de las demás profesiones. La “productividad” del maestro no se mide en miles de pesos, sino en corazones y en mentes bien formadas. Es por ello que merece salarios suficientes que le permitan una buena realización de la tarea a la que es llamado, y un aprecio social muy elevado, por la responsabilidad tan grande que ha asumido para el bien de todo un pueblo.

Recordar la especificidad de la vocación del maestro será un camino para que todos respetemos y promovamos a quienes a ella se dedican de modo ejemplar y responsable. Así

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