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La Artificialidad De La Práctica Educativa Problematizadora Inmersa En El Contexto-problema De La Realidad Aplastante Del Neoliberalismo Y Sus Muchos Verdugos


Enviado por   •  10 de Agosto de 2013  •  1.933 Palabras (8 Páginas)  •  606 Visitas

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Considero que lo que hacemos en la maestría ha ayudado a reflexionar la práctica, sin duda. Pero me van quedando serias inconsistencias respecto a lo que pasa después de…

Por ejemplo para poder cambiar las condiciones de nuestros alumnos no basta con artilugiar, se necesita ir más allá, participar en, aglutinarse como, pero la verdad no sé si sea la incapacidad del ser humano inherente a su naturaleza o qué es lo que acontece pero veo que la inercia y la apatía nos van jalando hacia la inmovilidad, hacia el miedo, quizá la inseguridad, la guerra entre narcos, la violencia simbólica, el negarnos entre masas, la desconfianza entre pares nos ha hecho caer es esta situación; pero considero que cuando vamos a nuestra aula, artilugiando, compartiendo, en ese momento se irradia magia, se crea el cambio, pero salimos de ahí y ya no podemos aunque queramos, no se puede, el mundo no lo permite, por que podemos caer en violentarles, la experiencia así me lo ha enseñado en estos meses que tengo intentando cambiar las cosas con las otras personas. He construido un “bunker” del aula y creo que lejos de abrir el aula la voy cerrando, controlando lo que ahí pasa de manera artificial aunque el propósito sea noble, no puedo permitirme una autonomía cerrada.

Lo mismo sucede en las movilizaciones, por ejemplo, vamos a una marcha en contra de Monsanto, etc, cosas por el estilo, y saliendo de ahí caes en cuenta que no has comido, ¿qué haces?, primero compras agua durante la marcha, ¿qué agua?, ¿de dónde viene?, de la coca-cola, o de alguna transnacional, Nestlé, y ¿entonces?, por un lado estamos en contra de un monstro y por otro lo alimentas, .

Igual pasa, en cualquier marcha, vas, te manifiestas, en contra de ¿qué te gusta?, nosotros que somos maestros, la reforma educativa, va, y llegamos a la escuela y ¡trabajamos por competencias!, reproducimos lo que dicen los libros, ¡Carajo, aplicamos la reforma! Y ¿entonces?, ¿dónde quedó el sujeto de la Digna Rabia?, si ese con mayúsculas, que grita y que se inconforma, el actor social que cambiará el mundo.

Ese sujeto, llega a su casa, prende la tele, consume un par de comerciales que le dicen qué coma, qué vista, con qué se bañe y que su grito lo asocie a un partido de futbol y que luego se ponga una camiseta en el magisterio, que le vaya a la CNTE o a otra corriente, que se sienta “El Elegido” porque pertenece a tal o cual fracción y que no sabe por qué pero tiene que odiar al otro maestro por que “alguien” que no conoce bien cómo están las cosas igual que él (o sea un ciego) le ha dicho que el otro está mal, que hay que aniquilarlo, asesinarlo porque es el enemigo. Eso, eso es lo más fácil. Pensar que el enemigo está afuera.

Y ahí estamos luchando contra fantasmas. Ah!, la magia del neoliberalismo, hacernos creer que el otro es el enemigo y que por sentirme en mi parte corpórea yo estoy siempre bien. Esos los muchos verdugos y creo que nos hemos convertido en verdugos algunos más que otros, sí, es cierto, porque algunos no se dejan Recibir esta información, simplemente se enervan y dicen “yo no, serás tú, pero yo no”, uts!, entonces, la hospitalidad tiene un límite, no puedes ser hospitalari@ con tod@s, ¿o qué pasa?

¿Cómo hacer ese paso del exhombre al hombre nuevo?, sacando el aula a las calles.

Entonces, me enfrento a un nuevo dilema ¿cómo sacar el aula a las calles?, convocar a los otros, lejanos para que se sumen, quizá el cambio debiera ser mucho más radical, tanto que estoy pensando en renunciar a la plaza, quizá sin ataduras pero ahí viene otro dilema, ¿quién va a querer ser mi estudiante si no voy a poder certificar los conocimientos que enseño?, es una situación angustiante.

No me queda duda de la pedagogía de la alteridad, la ética, la dimensión social, trabajar las categorías sensibles desde la víctima, modificar la educación bancaria, eso ya lo he superado; pero quizá como dice Ortega se tiene que cambiar todo el esquema, todo el sistema educativo, y ello implica salirse un mucho de lo que conocemos como escuela, así, convertirla en otra cosa, en otro espacio quizá, eso me causa interrogantes más que certezas, incertidumbre, más que seguridad de hacer bien las cosas.

Y con la crítica al no hacer las cosas de la misma manera a como las había venido haciendo, hago la crítica al momento artificial que genero, que generamos incluso en Tepexoxuca, cuando estamos acá, bajo un mismo objetivo, y me doy cuenta que estamos viviendo una especie de enamoramiento, sin duda el amor incondicional nos ha movido a estar hasta acá viniendo mes a mes para pasar unas horas compartiendo, encontrándonos y buscando la salida a este mundo que no entendemos, que nos ha sido impuesto con sus muchas contradicciones, adicciones a las que nos hemos vuelto consumidores sin saberlo, sin haberlo decidido, sin ser conscientes de ello.

Por ejemplo, que tanto, la digna rabia nos trastoca a nosotros, ¿en qué medida? Si algunos no somos indígenas, no somos campesinos, vivíamos inmersos en una realidad/fantasía, donde todo era “perfecto” porque teníamos lo que pensábamos necesitábamos. Esos muchos verdugos que coaccionan la posibilidad del cambio, porque al fin y al cabo, tenemos trabajo, recibimos un cheque a fin de quincena, tenemos una casa, un auto, una “vida”, eso que nos deja tranquilos, aparentando que no falta nada, justificando la sumisión, entreteniéndonos en las nimiedades y dejándonos al fin y al cabo pasivos.

No hay capacidad de entender la jaula, de ver los barrotes, de entender que la contradicción está adentro, que ya ni sabemos cómo somos, ni por qué estamos.

En eso, me he quedado pensando, entiendo sin duda, los autores sus posibilidades de acción dentro del aula, sí, pero… los cambios ¿cómo se verán?, ¿cuándo?, si seguimos comprando

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