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La Atención Temprana del Desarrollo Infantil (A.T.D.I.) * como primer eslabón de la Psicomotricidad Operativa


Enviado por   •  12 de Abril de 2017  •  Tesis  •  5.517 Palabras (23 Páginas)  •  686 Visitas

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x. La Atención Temprana del Desarrollo Infantil (A.T.D.I.) * como primer eslabón de la Psicomotricidad Operativa.

El niño y niña desde sus primeros días de vida es un ser que vive y conoce el mundo a través, principalmente de su cuerpo y sus movimientos, siendo entonces ésta la vía por la cual el sujeto descubre, siente y expresa sus emociones y psiquismo, vivenciando profundamente la construcción de su subjetividad y progresivamente su identidad, su yo distinto de los otros y realizándolo de forma autónoma. Dice H. Wallon “Nada hay en el niño más que su cuerpo como expresión de su psiquismo”. Esta construcción se desarrolla además en conjunto con un otro que apuntala y que otorga la oportunidad de constituirse como un ser social que se relaciona y comunica con su entorno de forma activa.

En la década de los 80’ la práctica psicomotriz es planteada en primera instancia por el maestro Bernard Aucouturier, a través de una convergencia epistemológica con una inmensidad de aportes de diferentes estudiosos, nutriendo así generaciones completas de psicomotricistas en formación en Argentina con sus ideas y experiencias.

Y es Myrtha Chokler quien, recorriendo un camino largo de variadas transformaciones y redefiniciones de conceptos, propone la psicomotricidad operativa como una “disciplina que estudia el proceso de constitución de la subjetividad desde sus bases materiales y simbólicas, la construcción del espacio, del movimiento, de la actitud, el gesto y su significación dentro de un contexto social, cultural e histórico. Aporta al conjunto de disciplinas, ciencias humanas, técnicas de la educación y de la salud una mirada original e integradora”. Ahora bien, ¿desde dónde o cuando comienza el proceso de constitución de un sujeto?

Un sujeto ya desde el momento de su nacimiento, incluso desde mucho antes, es esencialmente capaz, lleno de habilidades, pleno en iniciativas, que piensa, siente, crea y se relaciona, pero que a su vez la fragilidad que lo envuelve lo lleva a requerir de un otro, a requerir un sostén, un acompañamiento, aquella apoyatura que sea capaz de transformar o crear las condiciones de vida necesarias para el desarrollo de esas potencialidades, siendo sin duda alguna una instancia de gran impacto en la vida de todo ser humano. Por tanto, es ya en esta etapa del desarrollo donde el niño y niña forma su pensamiento, no solo cognitivo, sino también profundo e inconsciente a partir de su motricidad. Este periodo esencial para la constitución del sujeto abarca los primero 5 años de vida y más particularmente los primeros 24 meses.

La doctora Myrtha Chokler es quien da origen a la A.T.D.I. Corriente de intervención en la primera infancia “basada en una concepción de sujeto activo, con capacidad de transformación, que emerge de un contexto concreto de existencia social y material”, siendo esta corriente adversa a la Atención Temprana proveniente del libro blanco.

Ambos modelos son totalmente contrarios en lo que respecta al desarrollo infantil temprano, especialmente el desarrollo motriz, del pensamiento y el rol del adulto.

x.1 Fundamentos teórico prácticos

La A.T.D.I se fundamenta desde la Neuropsicosociología del Desarrollo, disciplina científica que señala que los componentes biológicos del desarrollo del individuo articulados con la realidad social, cultural, histórica, y psicológica de cada sujeto complementándose también con el pensamiento dialéctico, es que el sujeto es capaz de trasformar la realidad, y más aún, de crearla.

Trabajar desde los fundamentos de la ATDI nos permite mirar a las personas desde múltiples perspectivas, valorando significativamente el cuidado de los primeros años de vida, tal como plantea Mirtha Chokler “el avance de las ciencias biológicas y fundamentalmente psicológicas nos viene demostrando desde más de 50 años la importancia de las primeras experiencias del bebé y de sus potencialidades, sus competencias y capacidades sensoriales, adaptativas, motoras, y cognitivas desde el nacimiento y aún antes”. Por tanto la A.T.D.I reconoce a este ser como sujeto integral donde se consideran todas las áreas de desarrollo, esto posibilitará en la práctica, la valoración del niño y niña enfatizando siempre en sus iniciativas y competencias, respetando su singularidad y su forma de ser y estar en el mundo.

Organizadores del desarrollo

El hombre es un ser bio – psico – social entendiendo que dichas particularidades interactúan dialécticamente en el proceso de desarrollo del “Ser” sin ser determinantes unas sobre las otras, por lo tanto, se establecerá al desarrollo como una serie de sucesivas transformaciones que son mutuamente modificantes con el mundo permitiéndole al hombre satisfacer progresivamente sus múltiples y  renovadas necesidades sumergido en un proceso de adaptación activa al medio.

El niño nace en una etapa histórica determinada y, por lo tanto, en un mundo de objetos materiales y espirituales que han legado las generaciones precedentes; es decir, su medio más específico está condicionado por la cultura de su medio más cercano, por las condiciones de vida y educación en las cuales vive y se desarrolla. El medio social no es simplemente una condición externa en el desarrollo humano, sino una verdadera fuente para el desarrollo del niño ya que en él están contenidos todos los valores y capacidades materiales y espirituales de la sociedad donde está viviendo, que él mismo ha de hacer suyas en el proceso de su propio desarrollo, proceso que va a constituir la ruta de la resolución de sus necesidades que parten de la dependencia absoluta hacia una autonomía relativa (Chokler, M. 1988).

El proceso de apropiación de esta cultura como factor esencial en su desarrollo, hay que concebirlo no como un proceso en el que el niño es un simple receptor sino como un proceso activo en el cual esa participación activa del sujeto resulta indispensable; en este proceso el niño no solo interactúa con los objetos materiales y culturales sino que está inmerso en un proceso de interrelación permanente y activa con los sujetos que le rodean, adultos, sus pares en los distintos contextos. Por eso es que resultan tan importantes las actividades que el niño realiza como sus exploraciones, sus interrelaciones y la comunicación que establece con los otros, en este proceso de apropiación, de asimilación activa, como medio esencial para su formación.

Siendo ese niño un ser que está en permanente actividad, son los adultos a quienes les corresponde actuar de manera responsable sobre él, sabiendo que desde sus orígenes el hombre necesita y es dependiente de otro para subsistir, otro que lo genere, que lo albergue, los sostenga y nutra, propiciándole todas aquellas oportunidades para que pueda progresar en su desarrollo a través de su propio aprendizaje. Requiriendo más tarde a un conjunto de adultos, es decir, un entorno socializador, que con sus cuidados regulan, crea y recrean el medio en el cual el niño va a crecer, aprender, vivir y ser.

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