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La Psicomotricidad


Enviado por   •  30 de Mayo de 2014  •  1.877 Palabras (8 Páginas)  •  265 Visitas

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TEMA 1. EDUCACIÓN POR EL MOVIMIENTO

LECTURA: LA PRÁCTICA PSICOMOTRIZ Y LA COHERENCIA PEDAGÓGICA

La práctica psicomotriz puede aportar una ayuda para el desarrollo armónico del niño, en un ámbito de coherencia pedagógica, porque las finalidades educativas son también finalidades de la práctica psicomotriz. El desarrollo armónico del niño, el placer de comunicar, el placer de crear y de actuar y, finalmente, el placer de pensar.

El desarrollo armónico del niño en la escuela

Preveer las condiciones mas favorables en la escuela para que el niño este alegre, a gusto, acogido en la escuela, que se muestre abierto para hacer demandas alas personas de su entorno; que sientan dichosos de estar vivos, que afirmen sus deseos sin miedos, sin dudas y sin culpabilidad; que sean reconocidos en su originalidad de ser niño, en su expresividad que se manifiesta especialmente en la vía motriz; que sea reconocido a su manera de descubrir el mundo, por medio de la motricidad, de la acción; que escape de los deseos invasores de sus padres y de los adultos que los rodean; que no este traumatizado por el fracaso, especialmente el escolar, también seria deseable facilitarle las condiciones optimas para su desarrollo intelectual.

El educador seria el catalizador de la maduración motriz, afectiva, cognitiva del niño, y respetando su ritmo personal, le permitiría descubrir el placer del movimiento, el placer de crear, el placer de saber, el placer de pensar.

El educador puede ajustarse a la acción del niño, haciendo evolucionar, con respeto y prudencia, esta impulsividad, esta energía, hacia los objetivos socializados.

El educador ha de tener una capacidad de reflexión pedagógica y sobre si mismo, para no manipular al niño de manera excesiva, a nivel más o menos consciente.

La familia: se dan dos tipos de reacciones, de actitudes psicológicas, en función de la historia profunda de los padres y el deseo de los padres respecto a su hijo que determinan el equilibrio afectivo del niño.

Los padres insanos viven en una carencia afectiva profunda, de la que no son necesariamente consientes, ligada a penosas frustraciones en la propia infancia por razones que no han sido todavía superadas, por razones muy diversas. Son padres que solo aceptan a través de la imagen de lo que deberían ser (yo ideal), intentan ser sin poder serlo. Estos padres están invadidos por la culpabilidad, la ambivalencia, lo que les hace comportarse de manera incoherente frente al deseo de su hijo. Un día son muy represivos y al día siguiente lo permiten todo, desestabilizando la seguridad afectiva de su hijo, seguridad que le es necesaria para evolucionar.

La incoherencia puede manifestarse por exceso de amor, por amor posesivo, o por abandono afectivo, y no tiene relación directa con las condiciones socioculturales.

Los padres sanos comprenden la evolución de los deseos del niño, pueden aceptar su originalidad y su autenticidad afectiva, emocional. Son capaces de aceptar los deseos de su hijo, pero también saben modularlos, incluso con firmeza, pero no le encierran en su propio deseo, aunque siempre es difícil.

Se puede decir que padres e hijos se ajustan mutuamente en un clima de comunicación permanente, favoreciendo un porvenir de equilibrio afectivo para su hijo.

El placer de comunicar

El educador debería ser un dinamitador de la educación:

Un niño que comunica debe prestar atención a otro, escuchar y responder ajustadamente siente placer en el intercambio y este placer le pone en relación con su historia afectiva profunda: siente placer al comunicar porque se siente aceptado, reconocido y comprendido en su discurso profundo.

Se inicia en el nacimiento, incluso antes, y ofrece al niño la posibilidad de desarrollar la función simbólica en condiciones optimas, de sentir placer en la relación, con base para el desarrollo de la sociabilidad.

La comunicación es una necesidad vital como comer y descansar. la necesidad de comunicación se produce desde el nacimiento como una llamada al “otro”, capaz de responder. La comunicación nace cuando el “otro” responde a la llamada intensa del niño de ser acogido y escuchado.

Hay unas condiciones pedagógicas para permitir que el niño acceda al placer de comunicar:

La primera el niño puede manifestar sus demandas afectivas y que el educador sepa estimularlas, para lo que necesita una formación personal, ya estimular la demanda significa saber escuchar las demandas afectivas profundas.

Dirigirse demasiado rápido a los aprendizajes cognitivos o a un lenguaje en que no tenga cabida la emoción ni los afectos de es hacer desaparecer en el niño su capacidad comunicar.

La segunda un niño capaz de comunicar no plantea problemas afectivos graves, se puede decir simplemente que se encuentra bien en su piel, no se plantea problemas en cuanto a su identidad, ni en casa, ni en la escuela, existe y tiene su sitio.

El placer de actuar y de crear

La impulsividad motriz o exceso de movimiento permite al niño conquistar el mundo, expresar su omnipotencia sobre el mundo.

El educador debe contribuir a la transformación de la impulsividad motriz, ayudando al niño a controlar, hasta llegar al placer de matizar su acción.

Con demasiada frecuencia se precipita la lenta evolución de la impulsividad motriz, que dura de 6 a 7 años, porque muchos educadores la ignoran o no la reconocen como motor de la acción y de la creación.

En los primeros ¾ años, el placer de pensar esta en el placer del movimiento, es decir que el pensamiento y la acción se desarrolla simultáneamente, porque el niño no tiene todavía la suficiente capacidad para pensar o crear un proyecto y despues desarrollar por placer. Es decir, hasta los 3 o 4 años, el niño encuentra placer de todas la acciones que viven en relación con el mundo exterior y simultáneamente desarrolla su pensamiento.

A partir de los 3, 5/4 años, el niño es capaz de construir un proyecto y despues sienta placer al desarrollarlo.

La práctica psicomotriz es un medio privilegiado para que el niño pueda vivir su impulsividad motriz, en un espacio adaptado especialmente para vivir

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