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La cruel pedagogía del virus


Enviado por   •  25 de Febrero de 2022  •  Ensayos  •  2.145 Palabras (9 Páginas)  •  181 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Mediante el presente ensayo daré a conocer la reflexión y análisis realizado sobre el libro “La cruel pedagogía del virus” de Boaventura De Sousa Santos, donde tome como fundamento una interrogante, la cual es: ¿Qué conocimiento potencial obtenemos de la pandemia de coronavirus?; con el objetivo de incentivar a las personas a que piensen más a fondo en la realidad a la que estamos sometidos diariamente y que desafortunadamente invisibilizamos, y a que sean críticos frente a este tema, que es de gran importancia pero desvalorizamos.

DESARROLLO

Si alguna vez creímos que la filosofía o el ejercicio colectivo e individual del pensar era secundario respecto de la política pública o de la vida en común, la pandemia –con total e ingenua sorpresa- nos ha enrostrado todo lo contrario.  La pandemia y su diversidad de expresiones y desigualdades nos han hecho caer en la cuenta de la necesidad de pensar en el mañana, el después o, como se ha denominado, esa nueva normalidad. ¿Cómo construir un habitar con sentido y con capacidad de respuesta ante las problemáticas sociales? ¿De qué forma administrar los bienes de todos para que nadie padezca lo que esta pandemia ha develado y, en no pocos casos agudizado? De alguna forma lo que era para muchos estaba oculto o era desconocido nos ha saltado a la vista. No todos padecemos la pandemia o las crisis de la misma manera, y no todos poseemos las alternativas, herramientas y posibilidades de reconstruir la vida en medio de la cuestionada y agónica vorágine capitalista.

Llego a mis manos el libro “La cruel pedagogía del virus” del sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, gracias a mi profesor de la asignatura de Ciudadanía e Interculturalidad que forma parte de la malla curricular en mi proceso de formación como docente. Varias de sus reflexiones que presenta en su libro me parecieron relevantes y pertinentes respecto del contexto en el cual vivimos, y me pareció sorprendente que al momento de terminar la lectura sentí que me quitaban una venda que por muchos años he llevado puesta en los ojos. Boaventura toma distancia de aquellas miradas ingenuas que piensan que una transformación socioeconómica o cultural es inminente y, al mismo tiempo, me recordó que cualquier alternativa no será tan fácil de imaginar, precisamente porque nuestras democracias neoliberales se han encargado de eliminarlas de todo debate político. Ante ello el escenario no es muy alentador si se espera “tener un tiempo para pensar” el futuro, ya que, seguramente, nos encontraremos sumergidos en una profundización de las desigualdades, en un nuevo estallido social incubado por la inoperancia del propio Gobierno regreso de las demandas sociales, seguiremos participando de todas las medidas y presiones ante la crisis ecológica y manifestaciones por una vida digna.

Todo ello, en un mediano plazo, acompañado de “otras crisis pandémicas o colapsos financieros”. Duro escenario. La alternativa, creo, será empujada por otros territorios, más pequeños, mejor organizados, acotados a barrios y movimientos sociopolíticos y ecológicos de base, donde una real democracia participativa y una cooperación solidaria comience a darse. Sé que eso ocurre y que lentamente se van consiguiendo grandes logros en cuanto a la justicia y a un buen vivir.

Por otro lado, de Sousa Santos, apuesta por los “intelectuales de retaguardia” y ya no más por aquellos que persisten en situarse en la vanguardia y hablar en nombre de. Esos tiempos ya pasaron y el pueblo, por culpa de ellos, ha quedado a merced de quienes, según el sociólogo, “hablan su lenguaje”: fanáticos religiosos, políticos populistas y aprovechadores, figuras ultraconservadoras que rayan en lo absurdo y apologistas de dominación capitalista, colonialista y patriarcal. Todo ello es sumamente peligroso y desafía a los académicos, políticos y cientistas sociales que aún siguen lejanos a las demandas y la vida concreta de la ciudadanía y del pueblo que sufre. Esta idea de la retaguardia parece sumamente interesante. Es una apuesta por cambiar la perspectiva y ahondar en la humildad. No me convencen soluciones facilistas frente a la complejidad de nuestra sociedad, ni tampoco un manejo empresarial “desde arriba” y “desde lo oculto”. No nos satisfacen segundos pisos ni demasiadas comisiones de expertos mientras la gente debe decidir entre una cuarentena en casa o pasar hambre por no poder trabajar. ¿Qué clase de dilema ético es ese? Uno ficticio, por cierto. ¿Qué clase de aislamiento le exigimos a aquellos que habitan la ciudad, pero “sin derecho a la ciudad”?

La retaguardia se transforma en una postura política. Y ella nos exige hacer las cosas de otro modo. De Sousa afirma que la pandemia ha terminado por evidenciar que el capitalismo no tiene futuro.  “El capitalismo podrá subsistir como uno de los modelos económicos de producción, distribución y consumo entre otros, pero no como el único y mucho menos como el que dicta una acción del Estado y la Sociedad”, afirma. Pero para que ello acontezca es necesario comprender que los procesos civilizatorios no son los mismos que los procesos políticos. Que la gobernanza y sus aparatos biopolíticos de poder no pueden ni deben imponerse por sobre la dignidad, la libertad y la posibilidad de imaginar un futuro. Sucede que hoy el futuro es incierto y la transformación ecosocial es urgente. Pensar en ella debe llevarnos a cambiar lo que haya que cambiar. Si no, la vida sobre el planeta corre riesgo de seguir dando vueltas y cada vez más violentas y peligrosas en el “ciclo infernal del capitalismo”.

Las alternativas hay que pensarlas colectivamente, es necesario apoyarnos y colaborar en la promoción de valores e ideas que vayan configurando la posibilidad de esos nuevos escenarios de esperanza y de justicia, hay que lograr comprender que el paso necesario no es de carácter local y que debemos de sumarnos a un movimiento de reflexión necesario para no volver a una realidad deshumanizadora e insostenible como la que teníamos (y que tenemos, no hay que olvidarlo) y para ser lúcidos frente a las escenarios qua hay que poner en discusión, para ello es importante evitar las abstracciones y las ingenuidades.

Pero, ¿qué conocimiento potencial proviene de la pandemia del coronavirus?’’

Este punto de inflexión mundial significa mucho más de lo que podemos reconocer a simple vista. La pandemia destruye la idea de que no hay otra alternativa que adecuarse a las reglas instauradas por el capitalismo global para mostrar la cara oculta de lo que aparecía como la sola posibilidad. La lucha por el poder, la destrucción constante de nuestro ecosistema, las desigualdades económicas. Y como pilar de la cuestión, un capitalismo infranqueable llevado adelante por el neoliberalismo que no encuentra límites ni fronteras.

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