La pedagogía de hacer preguntas
Dianaal06Ensayo15 de Octubre de 2022
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ensayo La pedagogía de hacer preguntas.
El conocimiento comienza en la curiosidad, la duda o la pregunta y el saber es respuesta, no pregunta. Si se establecieron las respuestas, el saber se limitaría a eso ya que está dado en absoluto y no da lugar a la curiosidad ni propone elementos nuevos para descubrir porque ya está hecho: esta es la enseñanza actual, pero la única manera de enseñar es aprendiendo, porque para poder enseñar se tiene que aprender.
Como docente se debe de vivir en la pregunta, vivir en la indagación, en la curiosidad y de esta manera demostrárselo a los estudiantes.
Insistiría en que el origen del conocimiento se encuentra en la pregunta o en las preguntas, en el mismo acto del preguntar y también, el primer lenguaje fue una pregunta, la primera palabra fue una pregunta con respuesta en un acto simultáneo.
Sabemos que el lenguaje es de naturaleza gestual, corporal, es un lenguaje de movimiento de ojos, el primer lenguaje es del cuerpo y en la medida en que es lenguaje de preguntas y en que limitamos esas preguntas y no valoramos si no es que fuera oral o escrito, estamos eliminando una gran parte del lenguaje humano, el cual es fundamental, que el profesor de valor en toda su dimensión aquello que constituye el o los lenguajes que: son preguntas antes que respuestas.
Es necesario que, habiendo preguntas mediadoras, oficien siempre como puente entre la primera pregunta y la realidad concreta. El valor no está tanto en las respuestas, porque las respuestas son, sin duda, tan provisorias como las preguntas.
Lo preocupante no es la burocratización de las preguntas, sino reconocer la existencia como un acto de preguntar. La existencia humana está, porque se comenzó preguntando cuál es la raíz de la transformación del mundo. Existe una radicalidad de la existencia, qué es la radicalidad del acto de preguntar.
La burocratización implica adaptación con un mínimo de riesgo, cero asombro y sin preguntas. La pedagogía de la respuesta es una pedagogía de la adaptación y no de la creatividad. No estimula el riesgo de la invención de la reinvención. Negar el riesgo es la mejor manera de negar la existencia humana.
Hegel, decía que la fuerza de lo negativo es fundamental. Es parte esencial de conocimiento de hay con riesgo, curiosidad, pregunta, etcétera. Si negamos la negación, que es el error, esa nueva negación dará positividad al error: ese paso del error al no-error es el conocimiento.
La racionalidad abstracta exige que el operario no responda creativamente a los problemas que la realidad le impone. Así, en nombre de la eficiencia y de la productividad se implementa la burocratización de la mente, de la conciencia o de la capacidad creadora del operario.
Cuánto ganarían el conocimiento humano, las ciencias humanas y la sociedad misma, si la creatividad del operario se encontrara en un espacio de libertad para manifestarse. En cuanto más se entorpece la capacidad inventiva y creadora del educando, más se lo disciplina para recibir respuestas a preguntas que no fueron hechas.
Los educadores progresistas, al analizar y combatir la reproducción de la ideología dominante, reproducen en la escuela la ideología autoritaria del modo capitalista de producción.
La eficiencia política puede evaluarse mejor según el grado de respuesta de las masas a las exigencias de los líderes políticos. La eficiencia del educando también radica en que responda cada vez más con respuestas que le han sido previamente dadas por el profesor.
Hay ideologías que las masas viven también en su cotidianidad, pero que no están solas en su afán de dirigir la vida cotidiana, pues, en esta existen acciones, gestos, manifestaciones culturales y políticas, que implican una resistencia a estas políticas dominantes.
Resumen: Levinas
1. Deseo de lo invisible
Se dice que “La verdadera vida está ausente”. Pero estamos en el mundo. La metafísica surge y se mantiene en esta excusa. En la forma más general que ha revestido en la historia del pensamiento, en efecto, aparece, como un movimiento que parte de un mundo que nos es familiar de un «en lo de si» que habitamos.
Lo Otro metafísicamente deseado no es “otro” como el pan que como, o como el país en que habito, como el paisaje que contemplo, como a veces, yo mismo a mí mismo, este, y este otro. De estas realidades, se puede “aprender” y, en gran medida, satisfacerme, como si hubiesen simplemente faltado.
Es necesario mencionar que, el deseo metafísico tiende hacia lo totalmente otro, hacia lo absolutamente otro. En el fondo del deseo comúnmente interpretado, se encontraría la necesidad; el deseo señalada un ser indigente e incompleto o despojado de su grandeza pasada.
Como el amor mismo es, la satisfacción de un hambre sublime. Si este lenguaje es posible, es porque la mayoría de nuestros deseos no son puros y el amor tampoco. Donde el deseo metafísico tiene otra intención, el cual desea el más allá de todo lo que puede simplemente colmado. El Deseo es deseo de lo absolutamente Otro.
A su vez, la visión es una adecuación entre la idea y la cosa. La inadecuación no designa una simple negación o una oscuridad de la idea, sino, fuera de la luz y de la noche, fuera del conocimiento que mide los seres, la desmesura del Deseo.
En suma, la libertad consiste en saber que la libertad está en peligro. Pero saber o ser consciente, es tener tiempo para evitar y prevenir el momento de inhumanidad.
2. Ruptura de la totalidad
La trascendencia por la cual el metafísico la designa, tiene esto de notable: que la distancia que expresa entra en la manera de existir del ser exterior. Su característica formal es su contenido. De suerte que el metafísico y lo “Otro” no se totalizan. Lo metafísico está totalmente separado.
Un término sólo puede permanecer absolutamente en el punto de partida de la relación en tanto que Yo.
El yo no es un ser que permanece siempre el mismo, sino el ser cuyo existir consiste en identificarse, en obtener su identidad a través de todo lo que le acontece. La identidad es por excelencia, la obra original de la identificación.
El Yo es idéntico hasta en sus variaciones. Las cuales representa y piensa. La identidad universal en la que lo heterogéneo puede ser abarcado, tiene el esqueleto de un sujeto, de la primera persona. Donde da cabida a un pensamiento universal, es un “yo pienso”.
El yo que piensa, se escucha pensar y se espanta de sus profundidades y a su vez, es otro. El se escucha pensar y se sorprende dogmático, extraño para sí.
La diferencia no es como tal diferencia, el yo, como otro, no es “Otro”. Hegel afirma lo siguiente, “Me distingo yo mismo de mi mismo y, en este proceso, es inmediatamente para mí que lo que es distinto no es distinto. Yo, el Homónimo, me opongo a mí mismo, pero lo que ha sido distinguido y puesto como diferente es, en tanto que inmediatamente distinguido, desprovisto para mí de toda diferencia”.
La ruptura de la totalidad no es una operación del pensamiento obtenida por simple distinción de términos que se invocan o, al menos, que se alinean. El vacío que la rompe sólo puede mantenerse contra un pensamiento, fatalmente totalizante y sinóptico, si el pensamiento se encuentra frente a Otro refractario a la categoría.
Finalmente, se puede decir que lo “Otro” puede permanecer absolutamente “Otro”, que solo se introduce en la relación del discurso, es decir, que la historia misma, conserva su trascendencia en el seno de la historia. El mismo es esencialmente identificación en lo diverso, o historia, o sistema.
En el presente informe de lectura se busca realizar un análisis y exposición sobre la alteridad y sus cinco planos, los cuales posteriormente serán explicados.
Las concepciones de la alteridad desarrolladas por Levinas, muestran cinco planos fundamentales en torno a los que este filósofo plantea esta noción.
A manera de introducción, el pensamiento de la alteridad pone en el centro de discusión, una perspectiva relacional y abierta de la subjetividad, y reflexiona sobre las dimensiones y relaciones que se derivan.
La hipótesis de la cual se comienza, es que la identidad no es algo que pueda fundamentarse en presupuestos solipsistas, sino que está presente de forma adecuada es imprescindible tomar en consideración la exterioridad y los variados modos de relación con ella.
Donde la filosofía de la alteridad busca superar la separación entre sujeto y el objeto promovido por el racionalismo cartesiano, y replantear los límites entre el yo que piensa y lo que es pensado, demostrando que esos límites no son tan claros como pudiese parecer a priori, y que hay una continuidad entre el sujeto y el mundo, por ejemplo, entre el yo y el contexto en el que está situado.
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