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Maestra, ¿haremos picnic hoy?


Enviado por   •  10 de Enero de 2023  •  Informes  •  5.701 Palabras (23 Páginas)  •  39 Visitas

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Resumen

A lo largo del presente documento, logro relatar mi total experiencia al realizar las observaciones correspondientes a mi formación profesional, partiendo desde el sentido profesional, personal y particular, documentando cada dato que para mí fuese relevante, desde la participación de la comunidad en el Jardín de Niños, en el cual realicé dichas observaciones, su personal, la infraestructura y el ámbito en el que se desempeña esta labor tan importante, así mismo, analizar de manera objetiva la conducta de los niños con los cuales logre convivir y evaluar el  desenvolvimiento que ellos tenían tanto con su educadora, con sus compañeros e incluso poder indagar más allá de su vida personal o dentro del hogar. Dicho esto, reiteró y confirmo la importancia de la formación y educación de los infantes, para su pleno desarrollo.

Palabras clave: educación, aprendizaje significativo, observación, dedicación, participación, docente.

MAESTRA, ¿HACEMOS PICNIC HOY?

APRENDIENDO JUNTOS A APRENDER

Estar frente a distintos niños y tomar en cuenta que tú eres una parte fundamental para su desarrollo, es sin duda un gran reto y más allá de un reto, es una gran responsabilidad, un compromiso gigante con cada uno de los niños y niñas, y en esta ocasión con los niños del Jardín de niños “Carmen Villegas Luna”, ubicado en la Comarca, Guadalupe, Zacatecas.

Cabe destacar que comunidad externa al jardín en la que está ubicado dicha institución, es distante; que desconoce de la mayoría de las actividades que se ejecutan en el jardín, sin embargo, al realizar algunas encuestas, logré darme cuenta, que ellos están dispuestos a ser partícipes si el propio jardín se los pide o abren algunas convocatorias de actividades.

Al momento de realizarlas, en su mayoría se mostraban antipáticos respecto a las respuestas, sin embargo, para mí era de suma importancia para poder tener un contexto más amplio de todo el jardín de niños, puesto que la comunidad juega un papel importante en la vida y desarrollo de cada uno de los niños y niñas.

Y en el momento en que supe que había sido aspirante seleccionado en la BENMAC (Benemérita Escuela Normal Manuel Ávila Camacho), me comprometí con indagar en cada uno de los campos necesarios para conocer más a detalle el contexto en que se encuentra cada niño con el que me involucre, y de esta forma conocer ampliamente sus capacidades y debilidades, de tal modo que investigue de qué manera ayudarlos a que adquieran los conocimientos necesarios para enfrentarse a la vida.

 Desde el momento en que nos informaron que iríamos por una semana a observar a distintos jardines de niños, mi corazón y mi mente no pararon de imaginar tanto, de pensar y pensar respecto a cómo sería interactuar con niños desde un ámbito diferente a como toda mi vida lo había hecho.

Sin duda alguna la emoción invadía todo mi ser, pero al mismo tiempo estaba muerta del miedo, en cada una de mis células habitaba esa sensación, entre cada que se acercaba más el día, estaba mucho más asustada, pero era ese tipo de miedo que te indica que tienes que hacerlo, ese miedo que te impulsa a dar lo mejor de ti, a dejar tu mayor empeño. Y es que enfrentarme a una situación así, tan de pronto y tan desconocida al mismo tiempo, me sacudió tanto de mi zona de confort, además que tenía presente que a lo que estaba a punto de enfrentarme era una responsabilidad bastante grande con todos los niños que conocería estando ahí, entendí que en cada uno quería dejar una marca, no me importaba que fuera pequeña, pero mi propósito era ese, que se quedaran con algo sin tomar en cuenta que iba a convivir con ellos solamente una semana, así que el peso cayó más intenso sobre mis hombros, porque si de algo estoy segura, es que absolutamente todo lo que vives en tu infancia influye en la persona que serás en un futuro y por lo tanto en las decisiones que tomes, justo por esa razón sabía perfectamente que quería impactar de manera positiva, y no sólo con ellos, sino que fui consciente que quería eso con cada niño que se cruzara en mi camino, darles alas para que logren lo que verdaderamente los hace felices y apoyar las acciones que los acerque a lograr lo que tanto quieren en la vida, aportando desde mi experiencia ese granito de arena, que por pequeño que parezca, en realidad es tan valioso; enseñando valores que los hagan ser mejores, tanto con ellos mismos así como con cada individuo que se cruce en su camino, y que por ende, ellos también aporten algo en la vida de los demás, siendo auténticos y mostrándose libres de pensamiento, que aprendan a expresar lo que sienten y lo que saben de una forma empática y desde la razón.

Al percatarme del compromiso tan grande al que iba a enfrentarme y que obviamente a lo largo de este trayecto como docente, existirán retos mayores a los con los que iba a cruzarme, caí en la cuenta que es lo que quería y que estaba comprometida a eso, a no soltar a los niños, a ser ese aliento que muchas de las ocasiones no tienen, a ser esa orientación y guía, para que cuando se sientan perdidos, estén acompañados, ayudarlos a encontrar el camino desde pequeños, desde sus propios pensamientos y emociones.

El día finalmente llegó, ese día que había estado esperando tanto desde el instante en que nos dijeron que pasaría, ese al que al mismo tiempo mis miedos querían que no llegara, porque era algo tan desconocido.

Era una mañana fría, además que había comenzado a lloviznar, la noche anterior ni siquiera había logrado dormir bien de los nervios y la incertidumbre que todo mi ser estaba sintiendo, me levanté temblando de la cama y no era por el frío, era por los nervios y la emoción mezcladas en mi ser. Me puse mi uniforme y al verme al espejo no lo creía, mi cabeza y mi corazón no asimilaba que eso estaba pasando, que era real, que si estaba viviendo eso, me dirigí a la cocina y preparé mi almuerzo, después tomé mi mochila y empecé mi recorrido para encontrarme con mis dos compañeras que también asistirían al jardín, al verlas estaban tan nerviosas como yo.

A pesar de que intenté con todas mis fuerzas no estar nerviosa, era casi imposible, no podía dejar de temblar, el camino hacía el jardín se me hizo tan largo y tan corto al mismo tiempo, ni siquiera podía pensar coherentemente, había tantos pensamientos invadiendo mi mente.

Llegamos al jardín, a eso de las 8:15 de la mañana, entrar fue como un golpe de realidad que necesitaba para confirmar que si estaba pasando.

Entramos y nos recibió la brisa fría y un ambiente un tanto colorido del jardín, luego la señora encargada de la limpieza nos saluda amablemente, nos brinda una charla corta y nos pasa a la dirección. La directora aún no llegaba, ni ninguna de las maestras con las que estaríamos conviviendo a diario por esa semana.

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