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Medio Alternativo


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2014  •  2.551 Palabras (11 Páginas)  •  190 Visitas

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¿Por qué un "medio alternativo" es un medio alternativo?1 .

Gustavo Roig Domínguez

"Confucio alteró el texto de un viejo almanaque popular cambiando algunas palabras: en lugar de escribir 'el maestro Kun hizo matar al filósofo Wan' escribió: 'el maestro Kun hizo asesinar al filósofo Wan'. En el pasaje donde se hablaba de la muerte del tirano Sundso, 'muerto en un atentado', remplazó la palabra muerto por 'ejecutado' abriendo la vía a una nueva concepción de la historia." Bertolt Brecht. Cinco dificultades para escribir la verdad

Cuando pensamos en los grandes medios, los asociamos con facilidad y certeza al universo de las empresas de comunicación, los partidos políticos, la banca o el estado. Y solemos acertar, así, en una primera apreciación, al identificar a los mass media con el poder en términos generales y con algunas expresiones del mismo en términos particulares. Y al poder lo asociamos a la idea de pensamiento dominante, único; a verdades incuestionables que operan como matrices hegemónicas desde las que se explica el mundo y todo lo que nos acontece

2. Idea de poder, concepto de verdad y una responsabilidad evidente en los mecanismos de producción de sentido, que permiten a la opinión pública aceptar como inevitable la vida y el mundo que nos ha tocado vivir. Eso suele ser lo que intuimos al pensar en los grandes medios.

¿Y qué pensamos cuando nos referimos a los medios alternativos? En algunos casos, cercanía, si lo hacemos desde algún espacio de las redes sociales. Complicidad al comprobar coincidencias en su forma de abordar temas que consideramos "nuestros".

Los sentimos parte de nuestra actividad, sometidos a las mismas penurias y debilidades organizativas que suelen caracterizar a los espacios de militancia y activismo que convenimos en llamar movimiento. Son algo cercano, empático, son parte de lo nuestro, por tanto en ellos hay algo de nosotros.

Sentir esto aclara, por contraste, la contraposición evidente entre los medios hegemónicos y las prácticas comunicativas contrahegemónicas, y lo hace a un nivel epidérmico, en la percepción básica. Profundizando bajo esa primera impresión podríamos establecer algunos de los elementos definitorios de esta prácticas alternativas con la idea de presentarlas como un modelo de comunicación propio de las redes sociales, de los espacios sociales desde los que se construye pensamiento y prácticas críticas con la realidad, es decir, con el capitalismo.

El modelo Comunicación y política son conjuntos significativos superpuestos que a estas alturas de la historia se mimetizan y no pueden concebirse por separado. Cuando en los sesenta Marcuse 3 sentaba cátedra sobre la ciencia y la tecnología taylorista como proceso social de reproducción sistémica y como actualización ideológica de las fantasías progresistas decimonónicas, apenas se percibía la potencia política del desarrollo científico técnico vinculado a estrategias comunicativas. Habermas fue quizá el primero a intuir, apenas superado el 68 francés, las posibilidades liberadoras de lo técnico vinculado a procesos deliberativos. Hoy, la política , que es pura comunicación, ha incorporado la tecnología de la información como herramienta y la ha transformado en paradigma, en ideología. La red ya no es sólo un espacio ni una plataforma de interconexión; hoy las redes son modelo organizativo y referente de organización social y política tanto para teóricos de la nueva economía (que a día de hoy ya no es nueva) como para movimientos de resistencia y acción global.

Lo que solemos entender como medios de comunicación alternativos son un conjunto de webs, periódicos, revistas, radios libres o televisiones que comparten con las redes sociales discurso y formas de organización. Y no es poca cosa pues desde esas dos premisas es desde donde se construye un modelo de comunicación propio (el de las redes sociales) alternativo al de los medios de comunicación de masas (MCM). La alternatividad no explica mucho más que eso: el distanciamiento respecto al modelo mediático hegemónico y su superación política de la mano de políticas rupturistas, antisistémicas, contrahegemónicas.

Lo alternativo no es una categoría política, mucho menos una corriente política definida. Es un recurso significativo que nos sirve para mencionar unas prácticas a las que hace tiempo hemos dejado de llamar revolucionarias (una renuncia a mitad de camino entre la derrota cultural y el reconocimiento de lo real) y hoy podemos englobar en la crítica organizada al capitalismo: antiglobalizadores, libertarios, autónomos, ecologistas, feministas, hackers, estudiantes, sindicalistas, comunistas... Este entramado de novísimos, nuevos y viejos movimientos sociales -difícil de definir en la precisión académica, accesible en una representación mental de tipo político o cultural- es el espacio de lo alternativo y de él parten los discursos de la alternatividad.

La agenda de la protesta es amplia. Recoge el conjunto de agravios con el que el neoliberalismo ofende a la izquierda, agrede al planeta y a su gente. De la misma manera, sistematiza análisis, programas, proyectos y propuestas. La agenda de los movimientos sociales es la agenda de la comunicación alternativa que, a diferencia de los media convencionales, se presenta como un conjunto coherente de causas/consecuencias/propuestas que explican y facilitan la comprensión de la realidad que viene al caso. Frente a la barbarie que se expone como calamidad natural, encontramos contexto, datos, causas, análisis y propuestas pegados a lo real. Así, la información mercantilizada de las empresas de comunicación, cuyo efecto suele ser paralizante y desinformativo, se recupera desde la comunicación alternativa como toma de partido para la acción.

En lo orgánico los proyectos asumen las pautas de funcionamiento propias de las redes de colectivos de las que provienen, lo que imprime a la organización de los medios alternativos un formato horizontal y descentralizado. Pierde fuerza la figura de la pirámide que disocia y enfrenta la figura del director y la redacción, y cobra protagonismo la asamblea a cuyo cargo está la autogestión del proyecto. En algunos nodos de Indymedia, en periódicos como Diagonal, radios libres como Elo o servidores como Nodo50 la gestión es asamblearia y la responsabilidad es colectiva. Esta opción no responde precisamente a criterios de eficiencia o en todo caso, eficiencia y eficacia se someten, en tensión permanente, a la determinación política que respeta (porque asume) las señas de identidad organizativas del movimiento al que pertenece.

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